DEBILIDADES (13.5.07)
Disclaimer: Harry Potter y su mundo pertenecen a JK Rowling.
La habitación se encontraba totalmente a oscuras ya que las gruesas cortinas entorpecían el paso a los lábiles destellos del sol para que iluminaran la estancia.
Cerca de aquella ventana oculta se hallaba la cama, ocupada por una joven pálida que a duras penas podía moverse, conectada a todo tipo de aparatos para controlar su estado. Uno de ellos no paraba de zumbar en los oídos de su acompañante. Los continuos pitidos interrumpían su descanso.
Desistiendo de la idea de poder pernoctar, decidió levantarse de la incomoda silla que ocupaba y deambular por los espacioso pasillos de aquel hospital Muggle.
Salió del cuarto y se dirigió hacia la máquina de café de la sala de fumadores. Allí, encendió un cigarrillo con asombrosa tranquilidad, y bebió un sorbo del café humeante que sostenía su mano izquierda.
Una vez terminado su cigarro, volvió por donde había venido; sin embargo, el amplio pasillo se convirtió para él en un angosto e interminable camino hacia su desgracia. Paso a paso se sentía más angustiado.
Había pasado más de una semana desde que su novia entró en coma. Según la explicación de los médicos, el accidente, provocado por un borracho desaprensivo, originó en la chica un golpe en la cabeza y la pérdida del conocimiento y, posteriormente, ese estado patológico.
Él no estuvo al corriente hasta aquella misma noche, cuando llegó después de una ardua semana de investigaciones por toda Europa. Se extrañó al no encontrar a nadie en el apartemento, por ello, llamó rápidamente a Helen, la madre de Hermione. Una triste voz le informó de lo que sucedía y, al colgar, salió corriendo de la casa.
Mientras conducía recordaba instantes antes de partir de viaje: ambos discutían.
Las lágrimas corrían por sus mejillas a la vez que evocaba esas remembranzas, se sentía culpable por no haberle dicho cuánto la quería y abandonarla en esa tensa situación.
Dejó el coche mal estacionado, trotó hacia la habitación y la encontró allí...
Sólo habían pasado un par de horas desde que llegó y nada, nada había cambiado. Ella no sentía el tacto de sus manos, de sus labios...
Sentado aún en la ingrata butaca, lo contemplaba todo, sin excepción alguna. No quería pensar en nada malo aunque tampoco podía pensar en algo bueno...
Sin poder controlarlo, el sueño se apoderó torpemente de él...
Un molesto ruido le despertó. La sala estaba vacía, sólo estaban ellos dos. No se dio cuenta de la situación hasta que un hombre alto, algo envejecido y con semblante desagradable entró en la habitación acompañado de dos enfermeras.
Le hicieron salir de allí, y fue entonces cuando advirtió de donde provenía aquel sonido: su corazón fallaba...
El silencio reinaba en la sala de espera. Harry se encontraba nuevamente solo, fumando su cigarro, ahora nerviosamente. Reflexionaba sobre qué haría a partir de aquel momento si el destino le arrebataba a sus dos niñas.
Notas de la autora: Este escrito ganó el segundo premio en prosa castellana de la categoría E en los Juegos Florales 2003 (certamen literario de origen catalán) de mi escuela.
Me ha parecido una historia perfecta para adaptarla a mi pareja favorita. Sólo quiero saber si pensáis que merece la pena seguirla, o si preferís que la deje así, de esta forma vosotros podréis imaginaros cómo queréis que termine: con un final feliz o con uno trágico. Y sí, se supone que Hermione está embarazada.
Saludos, Mery
La habitación se encontraba totalmente a oscuras ya que las gruesas cortinas entorpecían el paso a los lábiles destellos del sol para que iluminaran la estancia.
Cerca de aquella ventana oculta se hallaba la cama, ocupada por una joven pálida que a duras penas podía moverse, conectada a todo tipo de aparatos para controlar su estado. Uno de ellos no paraba de zumbar en los oídos de su acompañante. Los continuos pitidos interrumpían su descanso.
Desistiendo de la idea de poder pernoctar, decidió levantarse de la incomoda silla que ocupaba y deambular por los espacioso pasillos de aquel hospital Muggle.
Salió del cuarto y se dirigió hacia la máquina de café de la sala de fumadores. Allí, encendió un cigarrillo con asombrosa tranquilidad, y bebió un sorbo del café humeante que sostenía su mano izquierda.
Una vez terminado su cigarro, volvió por donde había venido; sin embargo, el amplio pasillo se convirtió para él en un angosto e interminable camino hacia su desgracia. Paso a paso se sentía más angustiado.
Había pasado más de una semana desde que su novia entró en coma. Según la explicación de los médicos, el accidente, provocado por un borracho desaprensivo, originó en la chica un golpe en la cabeza y la pérdida del conocimiento y, posteriormente, ese estado patológico.
Él no estuvo al corriente hasta aquella misma noche, cuando llegó después de una ardua semana de investigaciones por toda Europa. Se extrañó al no encontrar a nadie en el apartemento, por ello, llamó rápidamente a Helen, la madre de Hermione. Una triste voz le informó de lo que sucedía y, al colgar, salió corriendo de la casa.
Mientras conducía recordaba instantes antes de partir de viaje: ambos discutían.
Las lágrimas corrían por sus mejillas a la vez que evocaba esas remembranzas, se sentía culpable por no haberle dicho cuánto la quería y abandonarla en esa tensa situación.
Dejó el coche mal estacionado, trotó hacia la habitación y la encontró allí...
Sólo habían pasado un par de horas desde que llegó y nada, nada había cambiado. Ella no sentía el tacto de sus manos, de sus labios...
Sentado aún en la ingrata butaca, lo contemplaba todo, sin excepción alguna. No quería pensar en nada malo aunque tampoco podía pensar en algo bueno...
Sin poder controlarlo, el sueño se apoderó torpemente de él...
Un molesto ruido le despertó. La sala estaba vacía, sólo estaban ellos dos. No se dio cuenta de la situación hasta que un hombre alto, algo envejecido y con semblante desagradable entró en la habitación acompañado de dos enfermeras.
Le hicieron salir de allí, y fue entonces cuando advirtió de donde provenía aquel sonido: su corazón fallaba...
El silencio reinaba en la sala de espera. Harry se encontraba nuevamente solo, fumando su cigarro, ahora nerviosamente. Reflexionaba sobre qué haría a partir de aquel momento si el destino le arrebataba a sus dos niñas.
Notas de la autora: Este escrito ganó el segundo premio en prosa castellana de la categoría E en los Juegos Florales 2003 (certamen literario de origen catalán) de mi escuela.
Me ha parecido una historia perfecta para adaptarla a mi pareja favorita. Sólo quiero saber si pensáis que merece la pena seguirla, o si preferís que la deje así, de esta forma vosotros podréis imaginaros cómo queréis que termine: con un final feliz o con uno trágico. Y sí, se supone que Hermione está embarazada.
Saludos, Mery