dissabte, d’octubre 20, 2007

DE LA 'A' A LA 'Z'. Cap5

DE LA ‘A’ A LA ‘Z’ (18.10.07)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Resumen: Mi vocabulario está compuesto por ti.


Encuentros


Tú y yo siempre tuvimos cierto magnetismo. Siempre tropezándonos el uno con el otro en los lugares más impensables.

Nuestro primer encontronazo fue en una tienda de regalos, en la que estabas admirando una muñeca de porcelana, muy parecida a ti, con el pelo largo y oscuro, los ojos grandes y profundos como dos pozas de agua. De repente suspiraste, te diste la vuelta y chocaste contra mi pecho. Empezaste a pedirme disculpas, pero al alzar tu rostro y darte cuenta de quién era, me sonreíste y, en lugar de una disculpa, me ofreciste la merienda de aquella tarde.

Nuestro tropiezo más ‘sonado’ fue una tarde soleada, en la que habías quedado con mi hermana, y te acercaste al piano, en un rincón del salón, te sentaste en el taburete y empezaste a componer una melodía, dulce y suave como el algodón de azúcar. Me acerqué a ti por la espalda, y al terminar la sencilla canción, cerraste el piano y te levantaste de tu asiento, chocando conmigo una vez más.

“Parece una costumbre,” bromeaste, me regalaste una sonrisa de nuevo, otra costumbre, y esa vez fui yo quien te invitó a merendar.

Una noche estrellada de verano, sentí dentro de mí un quemazón, un deseo, y sentí la irremediable necesidad de ir a verte. Fui hasta tu casa, tu maravillosa casa, pero no entré. Sabía que no estabas dentro. Me dirigí hacia el jardín, al que siempre cuidaste con esmero, dejando tu huella en cada centímetro de tierra, y allí te vi, con un vestido blanco que dejaba ver tus curvas, y tu piel, pálidamente iluminada por la luna creciente, y tu pelo revoloteando al lento suspiro del viento. Me aproximé a ti, silencioso, para no alertarte de mi presencia, y me encontré de nuevo contigo entre mis brazos, con tu cara pegada a mi cuello y tus manos en mi cintura. El calor que despedía tu cuerpo, que despedía tu boca, se apoderaron de mi.

Y esa vez, cuando me miraste, no vi una sonrisa en tu rostro, no vi ninguna disculpa en tus ojos. Pero lo que sí vi fue el más profundo amor y deseo.

Y esa vez, fueron nuestros labios los que chocaron. Una magnífica costumbre.

A día de hoy, nos pasamos las tardes sentados en el banco del piano, tocando, besándonos entre el silencio de blanca y un do, con una muñeca de porcelana mirando desde su rincón en el salón.

Notas de la autora: Si os encontrarais con Touya en una noche de verano bajo un cielo estrellado, cómo querrías pasarla?
Dejad vuestros comentario, y vuestras sugerencias, que ayudan mucho!!
Saludos, Mery