divendres, de juliol 28, 2006

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap10

INESPERADO... Y PERFECTO (26.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 10: Y la vida sigue... con mucho amor.

Fujitaka Kinomoto esperaba sentado en uno de los bancos del pasillo, a su lado, su hija pequeña le cogía de la mano y le acariciaba lentamente, intentando proyectar en él algo de tranquilidad. Uno débil sonrisa se asomaba en los labios de Sakura, puesto que nunca antes había visto a su padre tan nervioso, ni siquiera en su propia boda, aunque lo comprendía perfectamente.

Ella también estaba nerviosa, sin embargo, intentaba aparentar serenidad para no poner a su padre más nervioso aún. A su lado, un comprensivo y silencioso Shaoran estaba sentado, con un brazo apoyado en el respaldo de la silla de Sakura, su mano jugueteando con su castaño y largo pelo.

Sonomi Daidouji se había acomodado a la derecha de Fujitaka, su cabeza apoyada en el hombro del profesor, con los ojos cerrados y respirando profundamente, dejando, de tanto en tanto, que un suspiro se escapara de entre sus labios.

Yukito y Nakuru estaban abrazados en el banco que había delante de ellos, hablando en murmullos, para no interrumpir a la familia, que estaba sumida en un mar de pensamientos. La guardiana, no obstante, no pudo evitar acordarse de los preciosos momentos que la familia Kinomoto había vivido en los últimos meses...

FLASHBACK

La mansión Daidouji había sido decorada con simples motivos florales para la ocasión. La gran escalera de madera que presidía el recibidor de la casa había desaparecido debajo de las orquídeas. Por una puerta de cristal del salón, los pocos invitados eran dirigidos al jardín, donde había sido instalada una pequeña pérgola, que también se había perdido bajo las capas de todo tipo de flores blancas, y una veintena de sillas de madera alrededor de ésta.

Yukito y Nakuru entraron de la mano, encontrándose con el matrimonio Li, recién llegado de su luna de miel. Sakura iba vestida con un vestido largo, de finos tirantes, de color perla. Su pelo estaba elegantemente recogido en un sencillo moño, decorado con pequeñas flores de cerezo, haciendo honor a su nombre.

Shaoran vestía unos pantalones negros y una camisa blanca de lino de manga larga, que se había arremangado hasta los codos. El cuello de la camisa estaba desabrochado, dando al joven hechicero un aire muy informal.

Yukito se había decidido por un conjunto muy parecido, pero sus pantalones eran azules. Su bella acompañante se había comprado, especialmente para la ocasión, un largo vestido palabra de honor de color burdeos que resaltaba el color de sus ojos. Un simple collar de zirconitas y unos pendientes a conjunto completaban su modelo.

De detrás de él, un sonriente Fujitaka Kinomoto apareció acompañado de Sonomi, cuya felicidad podía verse a diez kilómetros de distancia, que vestía un traje, sorprendentemente compuesto por una camisa blanca y una falda que se ajustaba a sus caderas, las dos piezas de color crema.

“Buenos días, jóvenes...”, exclamó Sonomi, agarrando con más fuerza a su escolta.

“Buenos días...”, contestaron todos.

“¿Están todos los invitados? La ceremonia no tardará en empezar...”, anunció la empresaria. Dirigiéndose a la dama de Honor, Sonomi dijo: “Sakura, cielo... ¿Por qué no te vas con Tomoyo? Ya está preparada... seguro que tu compañía calmará sus nervios...”

“Por supuesto, me voy con ella.” Sakura se despidió con un casto beso de su marido.

“Estoy tan contenta de que mi niña se case...”

“Yo también estoy contento de que tu hija se case, Sonomi...”, la voz de Touya interrumpió a la mujer, apoyando ambas manos en su espalda. “...Y más si yo soy el novio.”, bromeó.

Todos los reunidos saludaron a Touya, que, para aquel día, había elegido unos pantalones grises y una camisa blanca, que como la de Shaoran, llevaba el cuello desatado. Ninguna pajarita o corbata completaba su traje, como en el resto de invitados.

Al fin y al cabo, Tomoyo había querido que el día de su boda fuera un día de celebración, no una jornada en la que todo el mundo se quejara del calor o de la humedad... la comodidad era lo primero, y la misma novia iba a disfrutar de ese requisito.

Cinco minutos después, todos los invitados se sentaban en sus sillas, y el novio se dirigía a la pérgola. Le acompañaba Yukito, su padrino. Los dos charlaban mientras esperaban que la novia apareciera...

“¿Preparado para dar este paso, Touya?”

“Nunca había estado más seguro, Yuki...”

“Y yo no te había visto tan decidido en mi vida...”

Touya sonrió, sus ojos brillantes por la felicidad que sentía.

“Eso es porque amo a esa mujer más que a mi vida.”

“Te comprendo, amigo...”

Las puertas de cristal habían empezado a abrirse, pero sólo se veía a Sakura, con una rosa roja en sus manos...

“Lo que me sorprende es que yo esté aquí antes que tú, Yuki...”

“Te prometo que no tardarás en estar en mi lugar...”

“¿Eso es una promesa o una amenaza?”

“Definitivamente una promesa... tú serás mi padrino el día que me case con Nakuru...”

“¿Y cuándo será eso?”

“Antes de lo que mi hermosa guardiana se espera...”

Las palabras de Yukito terminaron en un susurro, pues la novia había aparecido de su escondite, y Touya había ignorando el comentario de su mejor amigo. Yukito pudo entender perfectamente que fuera ignorado completamente, ya que Tomoyo, más bella que nunca, se dirigía a paso firme hasta su futuro en el brazo de Fujitaka.

Touya no pudo contener sus emociones... y, por primera vez en muchos años... una lágrima se escapó por su mejilla...

FIN DEL FLASHBACK

Yukito rememoraba también esos recuerdos. Nunca antes había visto a su mejor amigo tan feliz y tan dispuesto a entregarse a otra persona de esa forma.

Lo que más había sorprendido, no sólo a él, sino que a todos los invitados, sobre todo a su padre y a su hermana, fueron las gruesas lágrimas que habían rodado por sus mejillas durante la ceremonia.

FLASHBACK

Touya miraba ensimismado a su futura esposa, agarrándola con fuerza por sus suaves manos, acariciándolas tiernamente, como si estuvieran hechas de porcelana.

El sacerdote estaba hablando, pero Touya creía que mirar las facciones de Tomoyo era, en ese momento, mejor que escuchar la aguda voz que llegaba a su oreja derecha.

Tomoyo observaba atentamente el rostro de Touya, mirando las lágrimas que, ella pensaba, descubrían un territorio desconocido para ellas hasta ese momento. Viéndole llorar de alegría, Tomoyo no pudo más que hacer lo mismo.

De un momento a otro, el sacerdote decía las palabras mágicas.

“¿Aceptas, Touya Kinomoto, a esta mujer como tu legítima esposa?”

“Sí, acepto”

Las sonrisas en los contrayentes eran enormes. Sus manos apretándose fuertemente...

“¿Aceptas, Tomoyo Daidouji, a este hombre como tu legítimo esposo?”

“Sí... acepto”

“Por el poder que me ha sido concedido, yo os declaro marido y mujer... Puedes besar a la novia...”

Ni un segundo había pasado cuando Touya junto sus labios con los de Tomoyo, ignorando a las personas que había a su alrededor, la mayoría de las cuales nunca los había visto juntos, y mucho menos besándose. Pero todos pudieron ver que, a pesar de lo inesperado que había sido su relación, eran perfectos él uno para el otro.

Los aplausos no tardaron en escucharse, mientras que los recién casados seguían besándose.

Touya había querido hacer de su primer beso como matrimonio algo inolvidable, y Tomoyo pensó, que sin duda alguna, su marido lo había conseguido.

FIN DEL FLASHBACK

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Tomoyo se había quedado sola en la habitación. Al fin Touya había hecho caso al doctor y había abandonado la habitación para ir a tomar algo, después de tantas horas de espera...

‘Y las que quedan aún...’, pensaba Tomoyo, muy cansada, mientras se acariciaba su prominente barriga, de donde su hijo saldría en cualquier momento.

Cerró los ojos y empezó a respirar como se lo habían enseñado en las clases de preparación al parto. Su mano no se separaba de su redondeada tripa, sintiendo los constantes movimientos del bebé.

Su mente retrocedió unos meses, recordando la noche que los había llevado a este momento.

Si pensaba en ello, podía jurar que sentía los labios de Touya en su piel, sus manos en los recovecos de su cuerpo, su lengua succionando sus pezones... Los cálidos jadeos sincronizados con los suyos...

Como en su noche de bodas...

FLASHBACK

La recepción al fin había terminado. Los invitados se habían marchado a sus casas y en la mansión sólo quedaban ellos dos y su madre. Un coche los esperaba fuera, que los llevaría esa noche hasta un hotel donde pasarían su noche de bodas.

Ese había sido el regalo que Touya le había hecho. Una noche en la suite nupcial de un pequeño hotel de lujo.

Cogieron sus maletas, ya que desde el hotel se dirigirían a la mañana siguiente hasta el aeropuerto para coger un avión que les llevara al destino de su luna de miel. Ya en el coche, los dos empezaron a besarse apasionadamente, sin importarles que el chófer les lanzara pícaras miradas a través del retrovisor.

Las manos de Touya se habían aventurado por su cuerpo, acariciándolo suavemente... Los leves gemidos de Tomoyo llenaban la parte trasera del coche...

Quince minutos más tarde, estaban registrándose en el hotel. Las llaves ya en su poder, la pareja voló hasta su suite nupcial, acompañados por un botones que cargaba con sus maletas.

Tomoyo se sentó en la amplia cama mientras miraba como Touya daba una propina al botones y le instaba para que se marchara de la habitación de una vez. El botones aceptó encantado la propina y se marchó, cerrando la puerta a sus espaldas.

Al darse la vuelta, Touya se encaminó hacia ella y se inclinó sobre su cuerpo, provocando que ambos quedaran recostados sobre la cama, Tomoyo debajo de Touya.

Y la pasión se desbordó...

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Veinticuatro horas más tarde, los dos volvían a hacer el amor... esta vez en la cabaña de madera que habían alquilado durante dos semanas en las islas Maldivas.

Desde la enorme habitación se podía ver el mar, sereno, de un color turquesa intenso. Las aguas eran cristalinas y se podían ver docenas de peces, de todos los tamaños y colores, yendo de un lado para el otro, moviendo sus aletas incansables.

Tomoyo no podía creer lo que sus ojos veían. Los colores de las exóticas plantas, las altas palmeras, los diferentes azules del mar y el reflejo del cálido sol en las tranquilas aguas.

Un maravilloso entorno paradisíaco para disfrutar de unas maravillosas semanas con su maravilloso marido... simplemente maravilloso.

Y la habitación sólo podía recibir la palabra ‘maravillosa’ al ser descrita. Se trataba de una cabaña en forma de U sobre el mar, dividida en tres estancias principales. En el centro estaba el salón, amueblado con una mesa y un sofá, que comunicaba con una pequeña cocina con los electrodomésticos esenciales. En el brazo derecho estaba la habitación matrimonial, con una gran cama y un sofá igual de grande, que daba a una pequeña terraza que tenía salida al mar. El brazo izquierdo se encontraba el baño, ocupado en gran medida por una bañera redonda. Este también tenía salida a una terraza, en cuyo lado había una pequeña puerta que daba a una ducha exterior.

Y, tanto Tomoyo como Touya, estaban dispuestos a aprovechar cada rincón de esa cabaña...

FIN DEL FLASHBACK

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Touya estaba sentado junto a la cama, acariciando la mano de su esposa, que descansaba por unos momentos. Los dolores del parto habían empezado la noche anterior, mientras ambos estaban acostados en su cama.

Acababa de volver de comer un poco, después de la insistencia del doctor y de las enfermeras de Tomoyo. No se había separado de su esposa durante todo el embarazo, incluso se negó a asistir a una conferencia a la que había sido enviado por el hospital, justificando que, al estar el parto tan cerca, no iba a dejar a Tomoyo sola durante dos noches y tres días. A cambio, había prometido alargar sus consultas una hora a partir del mes de septiembre hasta el de diciembre. Aún faltaban seis meses para que su horario variara, así que sabía que tendría tiempo para disfrutar de los primeros meses de vida de su hijo.

Su hijo...

¡Cómo habían cambiado las cosas en esos meses!

Touya había comprobado que algunas personas no habían recibido la noticia de su boda con la misma alegría que otras. Por ejemplo, las enfermeras del hospital, que creían que Tomoyo, demasiado joven para su macizo doctor, no era suficiente mujer para un hombre como él. ¡Qué equivocadas estaban!

También algunos antiguos compañeros de instituto de Tomoyo habían maldecido el hecho de que la joven heredera se hubiera enamorado de él, además de los ricos pretendientes de la joven, que sólo buscaban su dinero.

Pero eso nada importaba ya, porque todo el mundo había podido presenciar el amor que había entre ellos.

Al volver de la luna de miel, los dos habían asistido a un festival de verano que se celebraba en el templo Tsukimine. No hacía ni cuatro horas que estaban en su casa, y ya salían hacia el templo para encontrarse con su familia.

Era mediados de julio, y la noche era muy calurosa. El nuevo matrimonio vestía ropas muy ligeras. Tomoyo llevaba un vestido blanco, que llegaba hasta sus rodillas. Touya, en cambio, llevaba unos jeans muy finos y una camisa blanca de lino. Se dirigían hacia el templo, Tomoyo con su brazo rodeando la cintura de Touya, y él, a su vez, abrazando los hombros de su esposa. Los dos caminaban a paso lento, parándose de tanto en cuanto para besarse bajo la luz de la luna.

Al fin llegaron al templo, y todos los que conocían la noticia de su boda, pero no habían asistido a ésta, miraban sospechosamente la escena. Algunos incluso creían que sólo había sido un rumor, pero verlos juntos eliminaba los diversos cuchicheos que, durante las dos semanas de su ausencia, habían rondado por Tomoeda. La pareja se dirigió hasta uno de los tenderetes preparados, mirando los objetos expuestos. Cuando se vieron delante de uno de los tenderos de golosinas, Tomoyo pagó por una bolsa de almendras garrapiñadas. La abrieron y fueron comiéndoselas mientras caminaban para reunirse con Fujitaka, Sonomi y los demás.

Los vieron sentados en una gran mesa en la zona de picnic. Todos los saludaron efusivamente, pues, al haber llegado esa misma tarde, no se habían visto aún. Se sentaron en el banco y empezaron a contar cómo había ido su luna de miel. El rato pasó rápidamente y, de pronto, por el micrófono se anunció que en breve comenzaría el baile. Nakuru y Yukito, que acababan de anunciar su compromiso, para alegría de todos, fueron los primeros en abandonar la mesa y empezar a bailar en la pista de baile.

Eriol y Meiling, que se habían unido al grupo unos minutos antes, también decidieron bailar un poco. Tomoyo, algo cansada por el viaje, se apoyó en el pecho de Touya, quien acariciaba su pelo despreocupadamente. Un beso en su cabeza y Tomoyo levantó el rostro. La mirada de Touya le pedía un baile. “Sólo uno”, había claudicado su esposa.

Pero una se convirtió en dos, para continuar hasta que, una diez canciones más tarde, Tomoyo bostezó. Touya, sin importarle nada ni nadie, la besó y, cogiéndola de las manos, se separó de ella y se la llevó hasta la mesa. Los dos se despidieron y quedaron en verse al día siguiente...

Saliendo del templo, una mujer mayor, que tenía un tenderete de predicciones cerca de la entrada del templo, los detuvo con su voz: “El amor crea las cosas más maravillosas del mundo... Esperad lo inesperado, que los mejores momentos de vuestra vida están por llegar... Y no tardarán mucho...”

Touya se había quedado con esas palabras, y dos semanas más tarde, las recordaba al conocer la noticia más inesperada de los labios de su esposa...

FLASHBACK

Touya Kinomoto abandonó la clínica velozmente, esperando no encontrarse con su superior. Gracias a los dioses, su salida del hospital no le llevó ningún quebradero de cabeza. Quería llegar a casa lo antes posible, donde Tomoyo... Tomoyo Kinomoto... repetía en su mente, ya lo estaría esperando.

Sus ganas de volver a su casa se debían a que la joven llevaba un par de días encontrándose mal. Por la mañana se levantaba sintiendo náuseas, vomitando la cena del día anterior y molesta por los dolores de espalda que no la dejaban en todo el día.

Aquella tarde sabía que Tomoyo tenía hora con su médico, pues se había negado a que Touya la examinara, diciendo que, en esos casos, era mejor que un médico al que no estuviera casada la atendiera.

Veinte minutos después abría la puerta principal, y la suave voz de Tomoyo inundó sus sentidos... Ese era un hábito al que Touya se había acostumbrado fácilmente: oír cantar a Tomoyo era una delicia... Pero Touya podía pensar en unas cuantas cosas más de su esposa que eran una delicia.

Cerró la puerta e, inmediatamente, Tomoyo apareció por la puerta de la cocina. Sin embargo, su sonrisa no adornaba su rostro, como era costumbre en ella. En su lugar, unas lágrimas recorrían sus sonrojadas mejillas. Tomoyo había estado llorando...

“Tomoyo... ¿Qué ocurre?”

Touya descuidadamente dejó su maletín en el suelo. Se acercó a Tomoyo y la abrazó tiernamente. Tomoyo empezó a sollozar, abrazándose a él fuertemente. Sus lágrimas humedecieron la camisa de Touya, pero eso no importaba. El estado de su esposa era inaudito, y Touya, en esos instantes, no supo que hacer. La había escuchado cantar instantes antes... ¿por qué estaría llorando?

Empezó a acunarla en sus brazos, de un lado al otro, dando besos en su frente y emitiendo palabras tranquilizadoras. Cuando se calmó un poco, Touya la alzó en vilo, llevándola al sofá y sentándola en sus rodillas. Tomoyo se acomodó en sus brazos y se irguió, mirando a Touya a los ojos, y acercándose para besarlo suavemente,

Touya, más tranquilo, preguntó:

“¿Estás mejor?”

“Sí...”, suspiró. Sus manos se colocaron en las mejillas de Touya, uniendo sus frentes, sus alientos mezclándose.

“¿De verdad?”, Tomoyo asintió. “¿Me explicarás ahora lo que ocurre?”

Tomoyo inspiró profundamente, mirando los ojos oscuros de su marido.

“Sí... Tienes que saber que no es nada malo... simplemente, necesitaba desahogarme... y cuando te he visto...”

“Lo entiendo... pero lo comprenderé mejor si me lo cuentas todo...”

“Bueno... hoy he ido al médico. Le he explicado los síntomas y me ha hecho las pruebas...”

“Sí...”, la instó para que continuara.

“Y... los resultados han sido que...”, tragó saliva, preparándose para dar la noticia. Un sollozo de su parte provocó que su voz se rompiera por la emoción: “...que... que estamos esperando un hijo...”

Touya se quedó en blanco, intentando procesar la noticia lo más rápido posible.

‘Un hijo... un hijo...’

“¿Un hijo?”, Touya lo preguntó en voz alta.

“Sí... un hijo... Tuyo y mío, Touya...”

Las lágrimas volvieron a los ojos de Tomoyo, y por segunda vez en su vida, la mujer pudo ver que por los ojos de Touya también se asomaban algunas. Suavemente, Touya la abrazó, acercándola a su cuerpo. La besó en el cuello, su aliento chocando con la piel de Tomoyo, las lágrimas desparramándose por sus mejillas...

Las sonrisas no tardaron en llegar...

Y el matrimonio celebró la buena noticia durante toda la noche...

FIN DEL FLASHBACK

Touya comprendía que la mujer de su sueño unas semanas antes había sido su propia esposa. Sus visiones le habían avisado de su futuro... de su hijo con su esposa.

Y la mujer del templo había dicho que crearían las cosas más maravillosas juntos... Y un hijo con Tomoyo era el mejor de los regalos.

Un par de semanas más tarde, Tomoyo tenía una cita con un especialista. Touya quiso acompañarla, por supuesto. Las pruebas apuntaban a que Tomoyo ya estaba de dos meses.

El matrimonio no tuvo ninguna duda de que su hijo fue concebido en su primera noche juntos... Su primera noche... la primera de todas.

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Tomoyo sentía a Touya acariciar su mano. Quería despertarse y mirarlo, hablar con él. Pero sus ojos no respondían a su cerebro. Intentaba una y otra vez que sus párpados se movieran... pero estaba demasiado cansada.

Su mente, que parecía estar entre dos mundos, en el de la realidad y en el de los sueños, reprodujo el día en que anunciaron que iban a ser padres. Era un domingo de finales de agosto, tres días después de saber la grata noticia.

FLASHBACK

Sonomi los había invitado a todos a comer, incluso a Nakuru, Yukito, Eriol y Meiling, además de la madre de Shaoran que había decidido pasar parte del verano con ellos y se había instalado en la mansión para no molestar en casa de su hijo y de su nuera. Iban a empezar con el segundo plato, una especialidad de la cocinera de la mansión, pavo al limón.

Cuando le sirvieron a Tomoyo, ésta miró el plato con cara de repugnancia, oliendo el desagradable aroma que despedía... Se levantó de la mesa con rapidez, tanta que tiró su vaso de agua sobre el mantel, y salió corriendo del salón hasta el baño, donde se encerró para vaciar su estómago de la comida que acababa de ingerir.

Touya, que había estado sentado al lado de su esposa, había visto la reacción de su esposa, obviamente, igual que el resto de comensales. Todos miraron primero el asiento vacío, para después llevar su vista hasta Touya.

Fujitaka fue el único que se atrevió a preguntar:

“¿Le ocurre algo a Tomoyo, hijo?”

“No se encuentra muy bien... Si me disculpáis...”

Touya se levantó de la mesa e hizo el mismo camino que acababa de recorrer su mujer. Intentó abrir la puerta, pero ésta estaba cerrada. Tocó suavemente a la puerta, y escuchó los pesados pasos de Tomoyo, que, con poca fuerza, abrió para dejarlo pasar.

“No sé lo que me pasa, Touya... pero siempre que veo un ave me dan náuseas... Creo que me voy a convertir en vegetariana hasta que el niño nazca...” Lo había dicho tan rápido, que a Touya se le escapó una sonrisa. Indignada, Tomoyo le golpeó en el brazo. “¡No te rías!”

“¡No me río!”

“¿A qué viene esa sonrisa? Porque a mí no me hace gracia. Estar embarazada no es gracioso.” La voz de Tomoyo empezó a alzarse. “Nada, nada de gracia.” Touya retrocedía poco a poco para salir del baño. Tomoyo se iba acercando lentamente a él, su mano señalándole amenazantemente. “Porque yo no me pongo a reír cuando me levanto todas las mañanas con ganas de vomitar. Yo no me pongo a reír cuando me duele tanto la espalda que no tengo ganas de moverme. No me hace gracia cuando YO soy la mujer que lleva a tu hijo en sus entrañas. Porque YO voy a tener que estar los próximos siete meses deseando haber usado un puto condón que no podría haber evitado esto”, señalando su barriga. “Porque yo voy a engordarme como una vaca, y TÚ no vas a querer hacerme el amor todas las noches... ni vas a querer verme desnuda...” Las lágrimas caían a borbotones de sus ojos, y ya había parado de seguir a su marido por media casa. “...no vas a querer tocarme, ni acariciarme, ni mirarme, ni besarme, ni amarme... ¡porque voy a estar GORDA!”

Touya y Tomoyo estaban de pie en medio del pasillo, justo delante de las puertas abiertas del salón, donde los invitados a la comida habían escuchado cada una de las palabras que Tomoyo había gritado. Los dos se miraban fijamente. Tomoyo seguía llorando, sus manos cubriendo su estómago. Touya la miraba impávido.

Con mucha tranquilidad, Touya se fue acercando, abriendo sus brazos lentamente para rodear la figura de Tomoyo, que temblaba por sus inseguridades.

La voz de Touya resonó por el silencioso corredor, los invitados callados para oír lo que decía.

“No me hace gracia, Tomoyo. Es más, sabes perfectamente que un hijo es una gran responsabilidad. La sonrisa que tengo en mi cara es porque, desde que soy tuyo, no siento más que una infinita felicidad aquí adentro, cariño...” Touya señalaba con su mano el corazón, haciendo que Tomoyo alzara su rostro. “Y, cuando supimos que estabas embarazada, que habíamos hecho algo juntos que sólo nos pertenece a nosotros... eso es un milagro...” La sonrisa volvió a Tomoyo, quien escuchaba atentamente cada sílaba de su parlamento. “Se me retuerce el corazón al ver que tienes que pasar por esto cada día: los vómitos, las náuseas, el dolor... Pero te miro y pienso que eres la mujer más valiente del mundo... Que las mujeres, todas... sois los seres más valientes del mundo. Os sacrificáis para dar vida. Tu cuerpo, tu salud... todo. Todo importa poco por lo que crece en vuestro interior. Y dudo que los hombres podamos hacer algo así... Pero lo que me duele es pensar que te arrepientas de tener un hijo conmigo...”

“Touya, yo nunca me arrepentiría de eso... Lo de condón lo he dicho porque estoy asqueada... Necesitaba exteriorizar toda la rabia que tengo... Quiero encontrarme bien, pero no puedo... Y eso me impide hacer cosas que quiero hacer... contigo” Tomoyo se había asustado mucho al escuchar a Touya decir que ella se arrepentía de haberse quedado embarazada... ¡Si era el sueño que más veces había vivido en sus noches!

“Lo sé... Lo sé, Tomoyo.” Touya besó sus labios suavemente, pero aún no había terminado de hablar. “Pero te pido... es más, te exijo que, ahora mismo, dejes de pensar que, porque estás embarazada, voy a dejar de amarte... Porque, Tomoyo, te aseguro que eso no va a pasar... nunca. ¿Me oyes? Así que olvídate de que porque vas a engordarte te voy a querer menos, porque pasará todo lo contrario. Te voy a querer el doble, porque si comes por dos, yo amo por dos... Y eso de que no voy a volver a hacerte el amor...” Touya soltó una carcajada, causando un leve sonrojo en su esposa.”...eso sólo pasará si algún día deja de funcionar... ya sabes. Y teniéndote conmigo... dudo que eso pase algún día... Porque Tomoyo... oh, Tomoyo... ¿aún no sabes lo mucho que te deseo?”

Y, dicho esto, Touya demostró a Tomoyo lo mucho que la deseaba, besándola con toda su furia y dejándola sin aliento.

El momento se rompió cuando un sollozo se oyó por la habitación...

“¡Vamos a ser abuelos, Fujitaka!”

FIN DEL FLASHBACK

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Touya tenía sus brazos sobre la cama, al lado de su esposa, su cabeza recostada encima, mirando el bulto que era su hijo.

Las inseguridades de Tomoyo habían terminado en el mismo instante en que Touya dejó claro, delante de muchas personas, lo mucho que le gustaba la idea de saber que iban a ser padres.

La noticia del embarazo había corrido como la pólvora. Aquel martes, todo el mundo sabía que Tomoyo Kinomoto estaba embarazada.

Y, de la misma manera que había ocurrido con el anuncio de su boda, los cambios fueron inmediatos. Sonomi ya había dado su opinión sobre posibles nombres, Yukito había dicho que él construiría la primera cuna, Sakura exclamó que ella quería ser la madrina, Eriol dijo algo parecido a... “Estos jóvenes de hoy no pierden el tiempo”, a lo que Nakuru asintió efusivamente.

Los cambios aparecieron en el cuerpo de Tomoyo. Sus curvas se definieron, provocando reacciones inauditas en su marido, sus pechos se volvieron más duros y sus pezones se oscurecieron. Sus caderas se ensancharon levemente, y su tripa se endureció. A los cuatro meses de gestación, se podía notar que un pequeño bulto sobresalía a la altura de su ombligo.

Touya sonreía al recordar las primeras patadas, los extraños antojos de media noche o como el apetito sexual de Tomoyo se había vuelto insaciable en el segundo trimestre. Pero lo que más le había encantado era ver su barriguita, en cuyo interior crecía una mitad de su ser, y una mitad de Tomoyo.

FLASHBACK

Touya había decidido que, durante el octavo mes, iba a ayudar en todo lo que pudiera a Tomoyo. Por eso, no era raro que la misma Tomoyo esperara a ducharse hasta que Touya hubiera llegado a casa después de sus consultas.

Tomoyo salía del baño de la habitación, envuelta en una toalla blanca, con una botella de crema hidratante en su mano. Touya ya cerraba el agua, cuando Tomoyo se sentó en la cama para aplicarse la crema en su cuerpo. La mujer no quería que quedaran muchas secuelas visibles después del embarazo, por lo que había cuidado mucho su piel y su alimentación.

Con la crema en sus manos, empezó a masajear su torso, aplicando una generosa cantidad en su creciente tripa. Cuando quiso continuar por sus piernas, sin embargo, paró.

De repente, un fuerte lloro llegó hasta los oídos de Touya, que cubriendo su cintura con una toalla, se acercó a su esposa, preguntándole que ocurría. Se arrodilló ante ella, acariciando su barriga a la vez.

“¡Es que no llego a los pies!”

Tomoyo sollozó aún más fuerte, escondiendo su rostro en el hombro de Touya.

“¡No puedo llegar a los pies porque estoy muy gorda!”

“Eso no es verdad, cielo... Lo que pasa es que el bebé se está preparando para salir... debe colocarse, y para eso tiene que dar la vuelta...”

“¡Pero yo sigo sin llegar a los pies!”

“Pero yo sí que llego, y para eso estoy aquí”, dijo Touya, besando la nariz de su joven esposa. Le quitó la botella de crema y se la aplicó por las piernas...

Dos horas más tarde, Tomoyo rompía aguas.

FIN DEL FLASHBACK

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Un fuerte apretón en sus manos hizo que Touya dirigiera sus ojos hasta su esposa, que al fin había despertado. La cara de alarma en Tomoyo lo asustó:

“Llama al doctor, Touya... Creo que ya es hora...”, dijo en un grito, “Me duele mucho...”

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Tres horas después...

Todos estaban en la habitación de Tomoyo, que tenía a una preciosa criatura en sus brazos.

“¿Cómo le vais a llamar?”, preguntó Shaoran, abrazado a su esposa, mirando dulcemente al niño que Tomoyo acunaba.

“Takeshi”, respondió Touya, sentado en la cama al lado de Tomoyo. Miraba anonadado el pequeño, que tenía su mano agarrada a su dedo meñique.

Tomoyo alzó su rostro, apoyando su cabeza en el hombro de Touya. El hombre besó su frente, y Tomoyo sonrió, pero terminó en una mueca al bostezar.

“Yo quiero tener uno”, dijeron Nakuru, Meiling y Sakura al unísono, causando risas entre los visitantes.

Takeshi Kinomoto se durmió esa noche en los brazos de su madre, que a su vez, se encontraba en los brazos de su marido. Los dos, con su mirada fija en el pequeño milagro que habían hecho juntos.

Un milagro...

...inesperado... y perfecto.

FIN

Notas de la autora:
Se terminó, cosa que me provoca una gran tristeza.
Y no sólo porque ya no voy a pasarme horas delante del ordenador escribiendo las ciento veinte páginas de esta adorable historia, desde mi punto de vista, sino triste porque no he podido cumplir con mis propósitos.
Me refiero a que iba a publicar el último capítulo cuando recibiera diez reviews del capítulo nueve, pero como sólo he recibido DOS... Y ya tenía ganas de subirlo, y deleitar a mis fieles lectores y lectoras.
Espero que este capítulo haya sido de vuestro agrado y, con suerte, nos veremos cuando me decida a escribir otra historia.
Muchos besos a todos, y aunque ya no sé si pedirlo, dejad algún REVIEW.
Mery

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap9

INESPERADO... Y PERFECTO (24.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 9: Sorpresas

Tomoyo acababa de vaciar la última caja que había traído el camión de las mudanzas dos días antes.

Finalmente, Touya y Tomoyo estaban oficialmente viviendo juntos.

FLASHBACK

Una semana antes...

Un sollozo se escuchó por toda la habitación, seguido de un fuerte quejido.

Sonomi lloraba en brazos de Fujitaka, quien la abrazaba para confortarla. La empresaria le había dado un buen golpe al instalar su dura cabeza en su pecho, provocando que el profesor soltara un gemido de dolor.

Touya y Tomoyo habían dejado de besarse cuando escucharon al hombre, y se giraron para ver qué ocurría. Sonomi había empezado a llorar cuando Touya había informado de la inminente boda. Las lágrimas no eran más que la forma de expresar la felicidad que sentía al descubrir que su única hija se había comprometido.

Empujando a Fujitaka para separarse de él, Sonomi se fue hasta el sofá en el que su hija y su prometido seguían abrazados para echarse sobre ambos jóvenes, arropándolos y salpicando besos en sus cabezas.

“¡Qué feliz, qué feliz! Oh, Taka... estoy tan feliz...”, repetía incansablemente Sonomi, que había agarrado a Fujitaka para que se uniera al achuchón.

FIN DEL FLASHBACK

Y el ajetreo había vuelto a la familia Kinomoto.

El anuncio del compromiso entre Tomoyo y Touya fue recibido con enorme sorpresa entre amigos y familiares, pero con mucha alegría por parte de todos.

Aquellos que habían intuido la creciente complicidad entre los prometidos, habían acompañado sus congratulaciones con expresiones como ‘notaba que había algo especial entre vosotros’ de parte de Eriol, un ‘ya era hora de que te dieras cuenta de la mujer que tenías debajo de tus narices’ de un risueño Yukito, el típico ‘no me lo esperaba, pero ahora que me fijo, estáis hechos el uno por el otro’ de Meiling y el ‘por fin has echado un polvo’ de la descarada Nakuru.

Los planes y los cambios empezaron prácticamente al instante. Sonomi terminó de abrazar a su hija y a su futuro yerno, quienes se volvieron a besar fogosamente cuando fueron soltados. Fujitaka los miraba con un evidente gesto de alegría en su rostro, demostrando la felicidad que la noticia le causaba.

Aquella tarde, después de la comida, la pareja no se separó ni un momento. Sonomi, impaciente, pidió lápiz y papel a una de sus sirvientas cuando habían servido los postres, y empezó a hacer una lista de todo lo que se necesitaba para preparar la boda que Tomoyo deseaba.

FLASHBACK

“Primero... el vestido”

“Ya tengo el diseño, mamá... y yo misma lo confeccionaré”

“OK. Segundo... el esmoquin”

“¿No puedo usar el de la ceremonia de ayer?”

“No”, advirtieron las dos mujeres a la vez. Touya decidió que la mejor opción era quedarse callado hasta que alguien le diera permiso para hablar.

“Siguiente... templo y restaurante”

“Mamá... aún no hemos tenido tiempo para hablar sobre estas cosas... Hace hora y media que estamos comprometidos. No hemos decidido si queremos celebrar una boda por todo lo grande..."

“Como debe ser...”

“... o una boda íntima, con pocos invitados... que, por cierto, creo que es la opción más indicada.”

“¿Por qué?”

“Porque es como yo desearía celebrar mi matrimonio”

“Pero, Tomoyo...”

“Yo también prefiero una boda íntima, Sonomi” Touya interrumpió la discusión entre madre e hija.

“Creo que será mejor que os deje que lo penséis...”

“Ya está decido, mamá. Boda íntima.”

“Está bien...”, se rindió. “¿Dónde os gustaría celebrarla?”

“Aquí”, dijo Tomoyo tras una breve pausa.

“¿Aquí?”, cuestionaron los otros tres presentes en la sala a la vez.

“Sí.” Tomoyo entrelazó sus manos con las de Touya, “El jardín es enorme, y tiene mucho espacio. No lo aprovechamos lo suficiente... Podríamos poner sillas para los asistentes y un pequeño altar hecho de flores... La recepción tendría lugar también en el jardín, o podríamos colocar mesas en el salón. Si es una boda pequeña, no habrá muchos invitados... Todos cabrán perfectamente. Y, después del almuerzo, podemos dirigirnos a la pista de baile que hay instalada cerca del lago... Touya... será simplemente perfecto.”, susurró.

Touya la miraba emocionado. Si, su boda sería perfecta.

“Y, cuando anochezca, bailaremos bajo la luz de la luna y de las estrellas...”

“¿Has apuntado todo eso, Sonomi?”, preguntó Touya.

Sonomi fue apartada de su ilusión: ya se imaginaba la fiesta.

“Sí... Esa es, sin duda, la boda perfecta”

FIN DEL FLASHBACK

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Las invitaciones ya habían sido enviadas. Muy pocos fueron los afortunados que asistirían a la ceremonia: sólo familia directa y amigos más íntimos. No serían, por tanto, más de veinticinco personas.

Sonomi había anunciado que se tomaría un descanso en el trabajo para ayudar con los preparativos, pues decía que, al no estar Sakura, y la incapacidad de tomar decisiones de los hombres, ella asistiría a su hija. Tenía pensado volver a la empresa una vez Tomoy estuviera ya en su luna de miel.

Sonomi volvió a provocar una grata sorpresa en la pareja con su regalo de bodas: una casa. Tanto Touya como Tomoyo se habían negado a aceptarla en un inicio, pero ambos habían terminado accediendo pues tenían conocimiento de que, por el momento, con sus salarios, no sería posible comprar un hogar en el que convivir.

La casa estaba situada a medio camino de la mansión Daidouji y de la casa de los Kinomoto. Se trataba de una vivienda seminueva de dos plantas, con sótano y un pequeño garaje, rodeada por un precioso jardín.

En la planta baja se encontraban el recibidor, el salón, el comedor, la cocina, un baño, además de una puerta que daba al sótano. El comedor estaba perfectamente iluminada por los grandes ventanales, uno de ellos tenía una puerta de cristal que daba a la parte posterior del jardín. La cocina estaba totalmente equipada y el baño era pequeño, con una diminuta ducha.

En el segundo piso estaban las habitaciones y dos baños más. La habitación principal era una suite, es decir, con un baño incorporado. El cuarto tenía un balcón, por el que se podía acceder por dos ventanas. El baño tenía una ducha con mamparas de cristal y una gigantesca bañera ovalada, que seguro sería la delicia del matrimonio.

Cuando la pareja lo había visto, al visitar su nuevo hogar con Fujitaka y Sonomi, se habían mostrado muy asombrados:

FLASHBACK

“Mamá... esto es demasiado... No podría aceptarla.”

“Tonterías... eres mi hija y este es mi regalo...”

“Pero es mucho, Sonomi.” declaró Touya. “Es una casa preciosa, y estoy seguro que sería magnífico vivir aquí, pero encuentro que es demasiado... grande...”

“Eso es para que haya espacio... para cuando tengáis hijos...”

Tomoyo había reído.

“Aún no hemos hablado de hijos...”, le dijo a su madre.

“Pero ya estaréis practicando, ¿no?”, cuestionó divertida.

Su hija había preferido no dar respuesta a esa pregunta.

“¿Y qué piensas del jardín, Tomoyo?”, dijo Fujitaka, intentando disipar la tensión entre madre e hija.

“Es maravilloso...”

“Imagínalo lleno de flores y de arbustos, algún árbol para que de sombra...”, añadió Sonomi. “No me puedes rechazar un regalo, cariño.”

“Está bien...”, cedió la muchacha.

FIN DEL FLASHBACK

Y otro regalo que recibieron fue el de Fujitaka: una luna de miel. El profesor había creído que lo más oportuno era un lugar cálido y paradisíaco, por lo que se decidió por un viaje a las fantásticas islas Maldivas.

Y un montón de regalos más fueron entregados a la enamorada pareja.

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Tomoyo estaba sentada al pie de su cama... Su cama de matrimonio...

El mismo Yukito, que se había decantado por la fabricación de muebles y el diseño de interiores, la había diseñado para ellos. Era un modelo único, hecho expresamente para sus amigos. El mueble era muy sencillo, pero para ambos tenía un gran significado.

En esa cama compartirían todas sus noches. En ella harían el amor y se repartirían el desayuno a la mañana siguiente. Allí pasarían las lluviosas tardes de domingo, y sus aniversarios de boda, y celebrarían en la intimidad sus cumpleaños. En esa cama concebirían a sus hijos.

Tomoyo decidió que debía parar de pensar y continuar con la mudanza. Sin embargo, sus recuerdos no paraban de ocupar sus pensamientos...

Una vez entregadas las llaves, Tomoyo y Touya no tardaron en traer todas sus pertenencias. Al principio, Tomoyo había creído que era inadecuado establecerse inmediatamente en la casa, pero las habilidades persuasivas de su prometido eran infalibles. Se sonrojaba al evocar lo que Touya había hecho para convencerla.

FLASHBACK

Touya había vaciado el coche después de una hora de transportar las cajas hasta dentro de la casa. Tomoyo le ayudaba con las menos pesadas y le iba guiando, señalando en que habitación tenía que ir cada una de ellas.

Tomoyo se había quedado dentro del baño de la habitación principal, colocando las toallas y los productos de belleza en los armarios y cajones. Desde la pequeña ventana que daba al exterior, pudo oír a Touya aparcar el coche en el garaje.

Ya había ordenado los armarios, cuando Touya entró al baño, sacándose su camisa sudada. Tomoyo observaba extasiada su cuerpo por el espejo, entreteniéndose en la línea de vello que recorría su estómago desde el ombligo hasta perderse bajo la tela del pantalón...

Touya había visto cómo le miraba, y empezó a desabrocharse el cinturón, y desató sus ajustados pantalones, dejándole sólo en calzoncillos. Tirando las prendas a un lado, Touya se dirigió hasta la ducha, permitiendo que Tomoyo suspirara por su tremendo trasero. El agua empezó a caer, produciendo una nube de vapor entre las acristaladas paredes que dejaban ver el interior.

“Tomoyo... ¿por qué no quieres venirte a vivir aquí hasta la boda?”

“No lo encuentro adecuado... no estamos casados aún...”

“Siempre tan correcta...”

“No siempre”, flirteó.

“Es que me siento muy solo... llevo una noche aquí, durmiendo solo... Necesito tu compañía...”, Touya rodeó la cintura de Tomoyo, mirando el precioso rostro que se reflejaba en el espejo. Apartó el pelo de su cuello y lo empezó a besar.

El olor a menta volvía a embriagarle...

‘Es inevitable... Esta mujer me tiene loco’

Comenzó a darle pequeños mordiscos en el lóbulo de su oreja, provocando que Tomoyo perdiera su autocontrol y tuviera la imperiosa necesidad llevar sus manos hasta el cuerpo de Touya, quien estaba completamente acoplado a ella. Sus manos dieron con las pronunciadas curvas que eran sus perfectas nalgas. Poco a poco, empezó a bajarlas, rozando la tela de su ropa interior, hasta que llegó a dar con su piel. Continuaba con su recorrido, bajando sus manos traviesas hasta la parte de atrás de las rodillas del hombre... Para poder llegar a ellas, Tomoyo necesitó agacharse lentamente... su propio trasero conectando con su creciente miembro, que se había vuelto un activo participante.

Las cosquillas hicieron que perdiera el equilibrio, doblando sus rodillas levemente... su pecho rozándose con la espalda de Tomoyo. Sus miradas encajaron en sus figuras reflejadas, que se miraban intensamente, sin apartarlas del otro.

Tomoyo vio cómo Touya dejaba que sus manos abandonaran su fina cintura para ascender hasta sus pechos, que sobresalían vigorosos por la estrecha camisa que la joven había llevado durante la mudanza. El masaje empezó tímidamente, los dedos de Touya pellizcando con cuidado los erguidos pezones que se distinguían a través de la tela, pues la muchacha no llevaba sujetador.

Fijándose en el reflejo, Touya fue desabrochando los botones de la camisa hasta abrirla, mirando los turgentes pechos... Se separó de su espalda para deshacerse de la prenda, descubriendo sus hombros, mordiéndolos débilmente. Las palmas retornaron a esos pequeños montes, formando círculos en la oscurecida piel de sus aureolas, endureciendo aún más sus pezones y erizando su acalorada piel.

Tomoyo no pudo soportarlo y se inclinó sobre el mármol blanco, suplicándole a Touya entre suspiros que la desnudara... que la amara.

Las palabras de Tomoyo cegaron al hombre de pasión, encendiendo su cuerpo hasta los límites de la cordura. Girando a Tomoyo, la sentó sobre la fría superficie y le bajó sus braguitas, para, a continuación, abrir las piernas de la mujer.

La joven lo acercó a su cuerpo, sus pezones contra su musculoso pecho, sintiendo el viril miembro contra su humedecida obertura. Introdujo su mano derecha dentro de los calzoncillos, agarrándolo sin pudor. La mano izquierda, en cambio, bajaba torpemente el borde de sus bóxers.

Sin esperar más, una vez liberado, Touya entró en Tomoyo. Las salvajes embestidas enloquecían a la muchacha, que articulaba sonidos guturales mezclados con palabras impronunciables. Su respiración se había vuelto irregular, y su mente había sido invadida por chispas de colores y estrellas fugaces.

Un empujón feroz le hizo perder el control de su cuerpo. Sus piernas se enrollaron alrededor de la cintura de Touya, variando el ángulo de su cuerpo y haciendo que la fricción aumentara de intensidad.

Las luces y las estrellas estallaron...

Y el agua de la ducha seguía corriendo.

FIN DEL FLASHBACK

Apartando sus recuerdos más eróticos, y continuando con su tarea, Tomoyo revivía la conversación que había mantenido con Sakura por teléfono dos días después de la boda, ya que ésta estaba de luna de miel.

FLASHBACK

Tomoyo abría la puerta principal de la casa de los Kinomoto, pues tenía una cita con Touya esa noche.

‘Nuestra primera cita...’

“Pues aquí todo está muy bien, hija...”

La voz de Fujitaka llegó a los oídos de Tomoyo desde el despacho del profesor. Unos pasos hicieron que la joven alzara sus ojos, viendo a su prometido, vestido con unos pantalones oscuros y una fresca e informal camisa blanca de manga corta, bajar por las escaleras.

Tomoyo se había pasado casi dos horas para escoger el modelo perfecto que quería lucir esa noche. Quería impresionar a Touya. Había optado por un top palabra de honor que se ajustaba alrededor de su pecho y que caía libremente hasta su cintura. Había escogido unos pantalones pirata negros, que dejaban ver sus rodillas y embellecían aún más, si era posible, su esbelta figura. Las piernas se veían bronceadas y largas con esos pantalones y los zapatos de tacón que se anudaban en sus tobillos, mostrando sus pequeños dedos. El pelo de Tomoyo revoloteaba sobre sus hombros.

Touya la miraba, y reconocía que se veía como una diosa. Aproximándose a ella, Touya acarició unos de los oscuros mechones de pelo, colocándolo detrás de su oreja. Le sonrió y, tímidamente, la besó en los labios.

Antes de que pudieran continuar con su fogoso beso, la voz de Fujitaka volvió a escucharse entusiasmada.

“¿Quieres hablar con tu hermano?” Hubo una breve pausa, y entonces el hombre anunció: “Espera un momento, que voy a buscarlo. Debe de estar arreglándose en su habitación...”

Se oyó como Fujitaka soltaba el auricular, y la pareja vio al hombre salir de su estudio.

“Estáis aquí... Oh, Tomoyo, cariño... Buenas noches.” Fujitaka se acercó inmediatamente a besar su mejilla. Se dirigió a Touya: “Tu hermana quiere charlar contigo”

Tomoyo se quedó con Fujitaka, mirando a Touya ir hacia el despacho y empezar a hablar con Sakura.

“¿Por qué no vas a saludarla tú también, Tomoyo?”

Tomoyo asintió su cabeza y, con otro beso, se despidió del sonriente hombre, que también se marchaba a cenar, él con Sonomi en la mansión. Lo vio ponerse la chaqueta, pues esa noche refrescaba un poco, y marcharse por la puerta.

Dejando sobre el sofá el bolso blanco que llevaba consigo, Tomoyo se fue hasta el despacho, y vio a Touya sentado en la silla de su padre, su cuerpo inclinado hacia delante, con sus codos apoyados en la mesa, y su cabeza ladeada, agarrando con el hombro el teléfono.

Touya escuchó a su prometida entrar en la puerta, y se giró sobre la silla.

“¿Quieres hablar con Tomoyo, Sakura? La tengo aquí mismo... Muy bien, y protégete del sol... no te queremos roja como un cangrejo... Muchos besos... Sí, sí... Adiós...”

Touya separó el auricular de su oreja, y palmeó su pierna derecha, indicando a Tomoyo que se sentara sobre él, mientras su otra mano sujetaba el teléfono. Tomoyo creyó que las piernas de Touya eran el asiento perfecto, así que no dudó en colocar sus posaderas sobre su robusto cuerpo. Ya cómodamente sentada, al diseñadora empezó a hablar con su amiga.

“Hola, Sakura...”

“¡Tomoyo! Hola... ¿cómo ve todo por allí?”

“Fantásticamente...”

“Se te oye muy contenta...”

“Pues porque lo estoy...”

“Cuenta, cuenta... ¿es mi hermano la razón de esa felicidad?”

“Puede...”

“¿Cómo que ‘puede’? O lo es o no lo es...”

Tomoyo se rió suavemente, y miró a Touya, comunicándole con la mirada de que iba a decirle a Sakura sobre el cambio en su relación. Captando su silencioso aviso, Touya afirmó con la cabeza, recostando a Tomoyo sobre su pecho.

“Lo es...”

“¿Lo es..? ¡Lo es! ... ¡Sí!... Lo sabía, lo sabía, lo sabía... ¿Y qué pasó?”

“¿Cuándo?”

“Después de la fiesta, por supuesto... Quiero todos los detalles...”

“¿No será mejor si esperas a volver de tu luna de miel, de la cual deberías estar disfrutando al máximo en lugar de perder el tiempo hablando conmigo, y así ya te contaré las novedades con más tranquilidad?”

“No... quiero saberlas ya...”

“Mmm... está bien... Tu hermano se me declaró durante el baile...”, sonrió Tomoyo mientras acariciaba el pelo del susodicho con su mano libre, recordando vivamente la confesión de Touya. “Me besó... un beso espléndido, por cierto...” Touya se sonrojó ante tal comentario, prometiendo que agradecería su piropo espléndidamente cuando su hermana le permitiera colgar. “Y luego, después de que tirases el ramo, Touya y yo nos marchamos de la fiesta...”

Tomoyo que creía que dar ese tipo de información por teléfono fuera la manera más adecuada. Decidió omitir los hechos posteriores, pero Sakura era más lista de lo que había dejado vislumbrar...

“¿Y...?”

“¿Cómo que ‘y...’?”

“Hacerte la despistada en estos momentos no te va a servir... así que dime de una puñetera vez si mi hermano tiene un buen polvo o no...”

“¡Sakura!”, le regañó una escandalizada Tomoyo, que, al no tener a su amiga delante, tuvo que dirigir su mirada de incredulidad hacia Touya. El hombre no pudo hacer nada, excepto enrollar los ojos exageradamente.

“¿Lo es...?”

Carraspeando un poco, Tomoyo respondió la pregunta con un leve suspiro:

“Mmm... Sí... sí... lo es”

“¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía!”

“¿Debo recordarte que estás hablando de tu hermano?”

“Dios mío, sí... es repugnante... Saber que mi hermano es un as en la cama es lo último que necesitaba ahora mismo.”

“No me eches a mí la culpa”

“No te preocupes... ¿Te dolió?”

“No... Disfruté mucho...”, confesó.

“¿Has disfrutado más de una vez?”, se interesó Sakura.

“Sí... definitivamente sí...”

“Y ahora... ¿cómo van las cosas entre los dos?”

“Supongo que estamos muy bien...”, dijo misteriosamente, y Sakura pudo oír perfectamente como su mejor amiga recibía un dulce beso de su hermano. “Más que bien... puesto que, cuando regreses, enseguida te vestiré de dama de honor...”

“¿En serio?... ¿Touya te ha propuesto matrimonio?”

“Sí...”

“¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía!”

Y la conversación con Sakura terminó pocos minutos después... cuando Tomoyo le había contado detalladamente cómo su hermano le había pedido que se casara con él.

FIN DEL FLASHBACK

Y el anillo que Touya le había regalado dos noches antes, cuando estaban cenando solos en su nuevo salón, a la luz de las velas, sentados en el suelo y observando las luces de la calle.

FLASHBACK

“La cena te ha quedado estupenda, cariño...”, felicitó Touya a su prometida, que estaba sentada entre sus piernas, una copa de vino blanco en su mano, y sus dedos enredándose entre las hebras oscuras de su larga cabellera.

“Gracias”, suspiró Tomoyo, satisfecha, no sólo por la agradable enhorabuena, sino por el placentero sentimiento que la recorría siempre que Touya la tocaba.

Durante aquellas dos noches, ya instalados en la casa, Touya y Tomoyo habían disfrutado al completo de la intimidad que esas cuatro paredes ofrecían. Habían hecho el amor incontables veces, probando nuevas posiciones, experimentando nuevas sensaciones y extendiendo su conocimiento sobre las reacciones que estar juntos les provocaba.

Esa noche, Touya había estado conectando la televisión, cuando Tomoyo anunció que la cena estaba lista. Se sorprendió mucho al comprobar cuánto habían mejorado sus dotes en la cocina, y a modo de postre, quiso demostrarle detenidamente lo mucho que la cena le había gustado.

Ahora, medio desnudos y sentados en el suelo, apoyando su espalda en el sofá, Touya no encontró mejor ocasión para entregar a Tomoyo lo que había adquirido para ella.

Separándose de su cuerpo, Touya arrastró sus brazos hasta llegar al pantalón que había sido arrojado sobre el montón de ropa. Insertó la mano en el bolsillo izquierdo, agradeciendo que la pequeña caja de terciopelo no hubiera escapado de su escondite, y se la entregó a Tomoyo, que había mirado muy interesada a su prometido.

Al ver la cajita, Tomoyo cubrió sus labios con ambas manos, y sus ojos brillaron a causa de las lágrimas que se iban acumulando. Touya acercó más el bulto negro, instándola a que lo cogiera. Con manos temblorosas, al fin Tomoyo tocó la caja y la abrió lentamente...

Las suaves luces de la calle se reflejaban en la pequeña joya de oro blanco y diamante...

FIN DEL FLASHBACK

Y ese mismo reflejo era el que Tomoyo podía ver cada vez que movía su mano.

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Tomoyo sonrió al oír la voz de Touya resonar por toda la casa. Dejó la caja en el suelo y se dio la vuelta hacia la puerta, por la que ya entraba su futuro marido. Tomoyo se sintió desvanecer cuando Touya la alzó en vilo y la llevó hasta la cama, donde la recostó suavemente antes de cubrirla con su masculino cuerpo, totalmente dispuesto a hacer que Tomoyo se olviara de todo, excepto de él.

Tomoyo descubría una y otra vez lo que era el verdadero amor cuando Touya la hacía suya...

Notas de le autora:
Se terminó el penúltimo capítulo... Sólo queda uno. Espero que este os haya gustado...
Puedo volver a decir que, como siempre, mis intenciones nunca acaban cumpliéndose. Cuando escribía la primera escena pensaba: ‘vamos a hacer que sea un capítulo corto y dulce...’
Corto: lo dudo, pues doce páginas son más páginas de las que tenía pensadas escribir.
Dulce... Hay momentos dulces, eso no puedo negarlo...
Pero la pasión... Oh, la pasión...
Y también ha habido escenas melosas, y atrevidas, y graciosas...
Un reto: ¿Qué otros adjetivos podríais adjudicar a este capítulo?
El adjetivo que más me guste, puesto que yo voy a ser la juez, va a ser el ganador. Y como premio... pues no habrá premio. Pero puedo anunciar en mis notas cuál ha sido la palabra escogida por el jurado (o sea, yo). Límite de tiempo: hasta que publique el siguiente capítulo. (Para más información, continuad leyendo)
Y otro reto: dejad reviews porque el último capítulo, que ya está escrito y deseando ser publicado, no va a salir a la luz a menos que, de este capítulo, reciba diez reviews.
Así que ya lo sabéis...
Si queréis descubrir si hay boda...
Si queréis descubrir si hay boda...
O si queréis descubrir si hay boda...
Enviad un ¡REVIEW, REVIEW! a ‘Submit review’.
Coste por review: el esfuerzo de apretar un botón y dejar un comentario.
Mery

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap8

INESPERADO... Y PERFECTO (20.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 8: ¿Tenéis tiempo?

La puerta de la habitación 601 se cerró con un suave ‘click’. Las dos figuras que habían entrado estaban entregadas a sus impulsos, a sus deseos... a su placer.

Sus cuerpos acoplados se apoyaron en la puerta de roble, totalmente enredados. Sus besos cálidos aumentaron su fiereza, sus lenguas entrelazándose, sus labios hinchándose por la incansable fricción...

Las manos de Touya descubrían el inocente cuerpo de Tomoyo, acariciando la piel que nunca antes había sido tocada.

Los tirantes del vestido abandonaron los hombros de la muchacha, su busto cuidadosamente desabrigado de la tela que lo había cubierto, las curvas de su fina cintura desvestidas por sus dulces manos, las interminables piernas que tantas noches lo habían desvelado, sus pies se deshacían de los icómodos zapatos...

La chaqueta de Touya cayó al suelo olvidada, junto a la corbata, seguida por la blanca camisa, que había terminado con los botones desperdigados por el suelo. El cinturón fue nerviosamente desabrochado por las inexpertas manos de Tomoyo, deslizándolo lentamente hasta sacarlo de sus caderas, abandonándolo en el montón de ropa que se acumulaba a su alrededor. Los pantalones se escurrieron hasta sus pies descalzos, pues los zapatos habían sido arrojados a un lado.

En ropa interior, las figuras se amoldaron de nuevo, esta vez sintiendo directamente el sudor y el calor de sus cuerpos.

Una de las manos masculinas se colocó en su espalda, recorriéndola suavemente hasta llegar a su trasero, rozándolo ligeramente... provocando que Tomoyo gimiera de placer. Las manos de ella no se quedaban atrás, explorando su torso, desprovisto de vello, suave y fuerte bajo sus palmas. Esparcía besos aquí y allí, besos tímidos, que apenas tocaban su piel.

Touya se deshizo del sujetador que cubría sus pechos... deliciosos, turgentes y excitados. Los pezones duros le pedían toda su atención. Los labios de Touya se acercaron a los botones oscurecidos, exhalando lentamente para humedecerlos, haciendo que Tomoyo se derritiera por el placer.

La mano de Tomoyo agarró la nuca de su amante fuertemente, aproximándolo a su pecho, tocándolo al fin. El roce de sus labios contra el sensible pezón estremeció a la muchacha, embriagada por el aroma que emitían sus cuerpos.

Después de venerar ambos pechos con gran efusión, Touya elevó a Tomoyo en sus brazos, llevándola a su cama, donde la amaría toda la noche sin pausa.

Una vez sobre la cama, recostados el uno al lado del otro, paseó sus manos hasta las caderas de la joven, tirando del borde de sus braguitas, bajándolas suavemente por sus cremosas piernas, hasta dejarla completamente desnuda.

Colocándose encima de ella, subió hasta llegar a su rostro para besarla salvajemente, cortándole la respiración, algo a lo que Tomoyo no terminaba de acostumbrarse, no quería acostumbrarse... porque deseaba sentir esa emoción una y otra vez.

Y sabía que Touya se lo entregaría sin dudar.

Salpicó su cuello de besos, mordiscos y lametones, sintiendo el irregular pulso de la muchacha. Se dirigió hasta el valle entre sus pechos, saboreando su sudor... Lamió los pezones que había desatendido durante sus exploraciones, y luego sopló sobre ellos, endureciéndolos aún más, tarea que parecía imposible.

Su boca siguió con su recorrido, aprendiendo poco a poco los escondrijos que provocaban los gemidos de aquella flamante mujer que lo volvía loco... Cuando llegó hasta el rincón más oculto de su cuerpo, Touya inspiró, oliendo la fragancia que procedía de su interior... El aroma lo atormentaba... ¡Cuánto deseaba poseerla y hacerla toda suya!

Una mano se enredó por el pelo que cubría el escondite. Uno de sus dedos se introdujo entre los labios que lo guarecía, rozando suavemente el humedecido bulto que allí encontró. Sus continuas atenciones hacían que Tomoyo moviera su cuerpo descontroladamente, sus caderas elevándose, empujando para que sus dedos se perdieran en las profundidades de su ser.

El dedo que la transportaba a lugares desconocidos para ella se convirtió en dos. El dolor que había sentido al ser invadida por sus dedos había sido sustituido por el más placentero escalofrío, erizando cada milímetro de su piel, nublando su mente.

Percibió como la tensión se acumulaba en su bajovientre, y pronto sintió como ésta se desparramaba por todo su cuerpo, el calor envolviéndola irremediablemente... emitiendo un enérgico gimoteo de satisfacción.

Touya se alegró de haber provocado tales sensaciones en su mujer y, colocando su cuerpo entre sus piernas abiertas, la colmó de amor.

El aterciopelado y cálido interior de Tomoyo le estrechaba íntimamente, sus paredes reteniéndole en el fondo de su esencia, impidiéndole que se separara de ella. Lentamente comenzó a moverse dentro de ella, notando como sus piernas se apoderaban de sus caderas, aproximándolo más a su cuerpo.

Tomoyo lo miraba, sus ojos borrachos de gozo por ser uno solo. Sus labios entreabiertos le invitaban a unirse a ella, y así lo hizo. Sus lenguas seguían el ritmo de sus embestidas, sus respiraciones sincronizadas. Los movimientos de vaivén se volvieron más rápidos y profundos, vigorosos.

Los brazos de Tomoyo envolvieron el torso de su amante, acercando sus pechos, haciendo que estos rozaran al ritmo de su amor. La espalda de Tomoyo se arqueó peligrosamente, a la vez que las paredes que rodeaban a Touya convulsionaron incontrolablemente...

Sólo sus gemidos se oían en esa habitación...

...y esos mismos gemidos recibieron el nuevo día.

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La luz del sol se colaba traviesa entre las cortinas que cubrían las ventanas de la habitación.

Dos personas dormían al fin, sus respiraciones calmadas tras una noche de extenuante actividad, acompasadas al latir de sus corazones.

Así fue como Touya despertó. Sus brazos rodeaban a Tomoyo, que seguía totalmente desnuda, el pelo de la muchacha dificultando su visión. Sin poderlo evitar, su cuerpo reaccionó a la cercanía de la mujer.

Tomoyo despertó al sentir la erección de Touya contra su trasero. Una sonrisilla se instaló en sus labios y, repentinamente, empujó su espalda contra el pecho de Touya, rozándolo con sus nalgas.

Un sollozo provino de Touya, que medio dormido, se inclinó sobre la espalda de Tomoyo, y se introdujo en su interior con un suave movimiento. Ambos empezaron a moverse impetuosamente.

Las manos de Touya manoseaban y pellizcaban los pechos de Tomoyo, mientras que ella hacía lo mismo con el trasero del joven. Touya abandonó sus pezones erguidos y guió sus dedos hasta el clítoris de Tomoyo, acariciándolo furiosamente.

Los dos amantes sintieron como el placer los bañaba bajo el mar de sábanas, las oleadas de satisfacción golpeándolos inevitablemente, sus respiraciones ahogadas y sus cuerpos mojados por el sudor.

Agitados tras su unión, Touya se apartó de Tomoyo, y, dándole la vuelta a su relajado cuerpo, la recargó en su pecho. Ella paseaba sus pequeñas manos por el fornido pecho, y se irguió para mirarlo a los ojos. Lo besó lentamente, y separándose, dijo:

“Buenos días, Touya”

“Buenos días a ti también, Tomoyo”

Touya no podía remediarlo, necesitaba besar esos labios de nuevo. El beso se volvió complicado, sus lenguas revolviéndose extrínsecamente.

Si eso no era el paraíso, Touya sabía al menos que se encontraba en el cielo.

“Te amo”, susurraron al unísono, antes de volverse a dormir.

-----

No habían pasado ni dos horas que Touya volvía a despertarse, con Tomoyo aún en sus brazos.

‘No me voy a cansar de esto’, pensaba alegre.

Decidió que era hora de abandonar la calidez de la cama, y de la hermosa joven, y que debería arreglarse. En un par de horas debían dejar las habitaciones, así que tenía poco tiempo y muchas cosas que hacer.

Prefirió que Tomoyo siguiera durmiendo, pues creía que necesitaría el descanso. Al fin y al cabo, no podía olvidar que, hasta esa noche, Tomoyo no había hecho el amor antes. Tampoco él había mantenido relaciones sexuales anteriormente, pero él no había sentido dolor en ningún momento, sino todo lo contrario. Tomoyo sí que lo tuvo, aunque Touya había hecho lo que pudo para evitarlo.

Cuando Touya había mirado en las orbes violáceas en el momento de conectar con ella, había visto dolor, pero más fuerte había sido la sensación de paz que había visto en ellas, lo correcto que se sentía estar en su interior...

Levantándose del colchón, se fue al baño a darse una ducha. El calor del agua hizo que sus músculos revivieran y recuperaran su fuerza habitual. Había acercado sus brazos para coger la botella de jabón...

...pero un par de manos pícaras le interrumpieron...

-----

Mientras se secaba su larga cabellera, Tomoyo recordaba lo que había ocurrido la noche anterior. Y, por supuesto, lo que había tenido lugar unos minutos antes.

¡Qué bien se estaba entre los brazos de Touya!

Y no dejaría que ninguna otra se los quedara.

¡Y qué bien se estaba con Touya entre sus piernas!

Los cuerpos moviéndose incontrolablemente.

Las manos tocando, acariciando, masajeando, apretando, arañando, paseando...

Y sus bocas lamiendo, saboreando, rozando, succionando, probando...

Pensaba en cómo habían abandonado el salón después de besarse delante de todo el mundo. En ningún momento consideró las consecuencias que sus actos podían acarrearle, y tampoco le importaban ahora.

Sus sueños se habían cumplido.

‘Y de qué manera’

Touya y ella estaban enamorados, y Tomoyo no iba a consentir que nada se interpusiera en su felicidad. Esa resolución fue recibida de buen grado... y haría todo lo posible porque se cumpliera.

Al fin había podido disfrutar con Touya...

FLASHBACK

El cantante de la orquesta había interrumpido su apasionado beso. El sonido estridente que había resonado por todo el comedor los sobresaltó, haciendo que sus bocas se separaran sin que ellos quisieran.

Habían estado en su propio mundo durante unos pocos minutos, y así hubieran querido seguir.

“Es hora de que la novia lance el ramo. Por favor, que todas las mujeres solteras mayores de edad se dirijan al centro del escenario.”, informó el cantante.

Tomoyo lo maldijo por lo bajo.

Touya miró a Tomoyo, y sonriendo, le dijo.

“Ve, Tomoyo, te esperaré aquí mismo”, y la ayudó a levantarse, cosa difícil ya que sus piernas parecían estar hechas de gelatina. Con un último beso, Tomoyo se separó de Touya y se colocó en el centro de la pista.

Sakura había subido al escenario con su ramo de flores en la mano. Había visto a su hermano y a su mejor amiga besándose frenéticamente, y antes de que alguien los viera, avisó al cantante, que acababa de terminar su canción, de que iba a tirar el ramo.

Mirando al frente, Sakura añadió:

“Buena suerte, chicas”

Se dio la vuelta, y tiró el ramo a sus espaldas...

... para caer en manos de Tomoyo.

Lo que nadie había visto era que Sakura había activado la carta Viento para que el ramo lo recibiera Tomoyo.

“Felicidades, Tommy. Tú serás la próxima en casarse.” Sakura bajo del escenario y se acercó a su amiga, que la miraba fijamente. Sakura la abrazó fuertemente y la besó en la mejilla “Y dime... ¿quién será el novio?”, interrogó Sakura en una voz tan alta que todo el mundo había escuchado su pregunta.

Sakura rió y le clavó la mirada a su hermano, que miraba la escena divertido.

‘Si ella me acepta... yo seré el novio’

Shaoran apareció detrás de su esposa y le informó que un coche los esperaba para irse al aeropuerto, donde cogerían un avión hasta Tailandia, donde disfrutarían de su luna de miel.

Todo el mundo los despidió con besos y aplausos. Se subieron al coche, y se marcharon.

Touya abrazó a Tomoyo por la espalda, y le murmuró al oído:

“¿Nos escapamos?”

Tomoyo no contestó. Simplemente cogió la mano de Touya con la que ella tenía libre y se lo llevó de la sala hasta los ascensores, donde empezaron a besarse sin mesura.

FIN DEL FLASHBACK

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El desayuno aquella mañana estuvo lleno de risas, anécdotas, bromas y, sobre todo, de cuchicheos.

De esa forma se había encontrado Tomoyo a todos los invitados que habían pasado la noche en el hotel. Los saludó a todos cuando entró al restaurante, sentándose junto a su madre, que charlaba animadamente con las hermanas solteras de Shaoran. Tomoyo se incorporó a la conversación, ya que estaban comentando algunos de los vestidos de las invitadas más ilustres a la ceremonia.

“¿Y visteis el conjunto amarillo que llevaba la esposa del señor Kimagata?”, preguntó Shiefa.

“No le sentaba muy bien a su color de piel... Un amarillo más pálido le hubiera sentado mucho mejor”, interpuso Tomoyo.

“¿Y el chal de la señor Hayima? No conjuntaba con su vestido...”, añadió Feimei, que terminó la frase y no tardó en llenarse la boca con un trozo de tarta de chocolate.

“Y trae mala suerte llevar perlas en una boda...”, dijo Shiefa.

“Sólo si las lleva la novia”, corrigió Sonomi.

“Y los zapatos de tacón de aguja de la señorita Geijan eran horrendos... Bueno, todo su vestuario...”, las tres mujeres dieron la razón a Feimei, que ya se acababa de tragar un trozo de pastel de queso.

“La que iba preciosa era Sakura, sin duda alguna...”, dijo Sonomi, mirando a su hija.

“Tomoyo, eres una gran diseñadora de vestidos de novia... ¿No te gustaría dedicarte a ello? Tienes un gran gusto, y la planificación de la boda de Sakura la has llevado toda tú: desde las invitaciones hasta las flores, pasando por cada uno de los trajes que han llevado los participantes en la ceremonia...”, le dijo Shiefa.

“Ya lo había pensado antes, pero por ahora quiero centrarme en la moda infantil y joven... más adelante querría probar en el mundo de los vestidos de novia... Seguro que sería muy excitante...”, confesó.

“¿Has pensado alguna vez en cómo sería tu vestido de novia, cielo?”, preguntó su madre, que sorbía su copa con zumo de melocotón recién hecho. “Estoy segura de que sería tu diseño más preciado...”

“Pues... si te soy sincera...”, dijo tímidamente “ya lo tengo dibujado. Lo he estado variando los últimos años, acorde con las nuevas tendencias, pero sin dejar de ser un vestido sencillo y... bueno, precioso.”

“Oh... Serás una novia perfecta, Tomoyo”, suspiró Feimei.

Tomoyo respondió con una sonrisa, y continuó tomando su merecido desayuno. Después de horas y horas de pasión, el cuerpo necesitaba alimento, y estaba más que dispuesta a dárselo.

Sonomi, Shiefa y Feimei miraban a Tomoyo comer, sorprendidas por la gran cantidad de comida que estaba ingiriendo. Aún así, las tres sospechaban la razón de su hambre, puesto que Sonomi sabía a ciencia cierta que su hija no había dormido en la habitación que compartían. Su cama no había sido deshecha, y no había ni rastro de que la joven hubiera estado en toda la noche.

Además, lo primero que la madre había hecho al entrar en el restaurante, había sido preguntar a la familia de los Li si habían visto a su hija.

La única que le contestó fue Fuutie, que le había informado de que la última vez que había visto a Tomoyo había sido la noche anterior, con Touya, al que se agarraba posesivamente mientras iban corriendo hasta el ascensor.

“Y lo único que pude llegar a ver fue a esos dos besándose como dos famélicos”, había dicho la hermana de Shaoran. “No tenía ni idea de que estaban juntos...”

Y cuando su hija había llegado a la habitación, Sonomi la había regañado por tenerla tan preocupada. Ni siquiera la había mirado, ya que la mujer estaba de espaldas arreglándose en su cuarto, después de haber vuelto del restaurante para buscar su bolso, pues se lo había dejado.

Al girarse, vio a Tomoyo vestida con el traje de dama de honor, su pelo mojado y sin peinar, y sus zapatos de tacón en la mano. Una sonrisa hacía su camino por los labios de la joven, que no pudo contener una carcajada al entrar en la habitación. Sin más preámbulos, Tomoyo desembuchó:

FLASHBACK

“He pasado la noche en la habitación de Touya, mamá”

“¿Durmiendo?”, se interesó su madre, que miraba a su hija asombrada por el rumbo que seguía la conversación.

“No precisamente”, dijo Tomoyo.

“¿Te has acostado con él?”

“Sí”, contestó sin dudar, pero con suavidad. A Sonomi le encantaba la actitud de su hija: directa y sincera, sin ser tosca.

“¿Touya te ha... tratado bien?”

“Como una reina”, dijo con una débil sonrisa.

Sonomi se alegró de oír eso. Ya sabía que Touya no haría nada más que hacer que su hija gozara, sin provocar que Tomoyo se sintiera incómoda o avergonzada por mantener relaciones sexuales por primera vez.

“Y más de una vez...”, dijo besando la mejilla de su madre, para después irse a su habitación. “Voy a... cambiarme. ¿Te adelantas al restaurante?”

“Claro...”

Tomoyo ya cerraba la puerta de su habitación cuando su madre le dijo:

“¿Quieres que guarde un sitio para Touya también?”, preguntó divertida.

FIN DEL FLASHBACK

Entonces, Sonomi vio a Touya entrar al salón acompañado de su padre. Los dos se dirigieron hasta la mesa que ocupaban las cuatro mujeres, sentándose en las dos sillas vacías, Touya a la derecha de Tomoyo, su padre al otro lado.

Las tres mujeres miraban a la pareja de reojo, pensando que los dos se veían muy bien juntos. Ignoraban por completo que los dos se rozaban las manos bajo la mesa, o que Touya acariciaba su muslo siempre que podía.

Fujitaka, no obstante, podía ver los intercambios perfectamente. Su hijo no podía ser más descarado, recordando el comentario que Sonomi había hecho la tarde anterior mientras bailaban.

“¿Qué creéis que deben estar haciendo Sakura y Shaoran en estos momentos?”, preguntó Feimei, que miraba por la ventana que había cerca de la mesa.

Touya se tensó visiblemente, pero la mano de Tomoyo lo relajó. Entre dientes, y sacudiendo la cabeza para borrar las imágenes de su cabeza, dijo:

“Sólo espero que no tengamos un bebé en nueve meses...”

“¿Tan malo sería eso?”, preguntó Tomoyo, mirándolo fijamente.

Touya no creía que fuera malo en absoluto, y estaba seguro que pronto nacería un hijo... Sus visiones le decían que llegaría un nuevo miembro a la familia en poco tiempo.

Había visto una mujer sentada en una cama, con un bebé en los brazos, dándole de mamar.

‘Pero no pude verle la cara a la mujer...’

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Touya y Tomoyo se habían sentado juntos en la limusina, sus respectivos padres hablando sin parar delante de ellos, haciéndoles el menor caso.

A ninguno de los dos les molestaba su falta de atención, pues los jóvenes estaban inmersos el uno en el otro.

La mano de Touya envolvía la de Tomoyo delicadamente, su pulgar haciendo círculos en la suave piel. Los dedos de Touya quisieron enredarse con los de Tomoyo...

Las caricias estaban adormeciendo a Tomoyo, así que ésta apoyó su cabeza en el hombro de Touya, recostándose cómodamente en su acogedor cuerpo. Los brazos de Touya la envolvieron por la espalda...

Y Tomoyo se durmió.

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Los dos estaban solos en la sala de estar de la mansión Daidouji. Sus padres habían decidido ir a comer todos juntos. Sonomi, por supuesto, había sugerido quedarse a comer en casa, ya que después de tanto ajetreo, no tenían ganas de estar rodeados de gente en un restaurante del pueblo o tener que hacer la comida ellos mismos. De esa forma, la servidumbre de la mansión prepararía algo para comer, y disfrutarían de privacidad.

Touya y Tomoyo se habían quedado solos, pues sus padres habían ido a la cocina para hablar con las criadas. Sentados en el enorme sofá que daba al ventanal con vistas al jardín, Touya tenía sus brazos sobre los hombros de Tomoyo, el torso de la muchacha completamente recostado sobre su pecho. Sus manos recorrían el pelo de Tomoyo, desenredándolo con delicadeza, pues sabía que Tomoyo no había tenido tiempo suficiente para secárselo tras su ducha juntos.

El sentimiento de plenitud que experimentaba en esos instantes, con Tomoyo en sus brazos...

No... Esa emoción la sentía desde la noche anterior...

Desde el momento en que le había dicho que la amaba.

El momento en que su vida había tomado sentido.

“Cásate conmigo, Tomoyo”

No era una súplica, no era una orden...

Era una petición de su corazón.

Tomoyo alzó su rostro, mirando los brillantes ojos marrones de Touya, que la hipnotizaban sin remedio.

Una sonrisa...

“Sí... sí, Touya”

No necesitaba decir nada más.

Touya la besó, sin prisas, disfrutando de los labios su prometida.

Prometida...’

La posición no era confortable, así que, para poder llegar a los labios de Touya con más facilidad, Tomoyo se levantó del sofá para sentarse a horcajadas sobre las rodillas de Touya.

Sus lenguas se entrelazaban incansables, jugando con las puntas, saboreando profundamente, recorriendo el paladar, causando cosquillas...

No oyeron la puerta abrirse y a Sonomi exhalar un grito de sorpresa.

“Mmm...”, suspiraba Tomoyo, sus manos agarrando mechones del pelo de Touya.

“Tomoyo... Touya...”

Fujitaka no paraba de pronunciar los nombres de ambos alternativamente, esperando que uno de ellos lo oyera.

Impaciente, finalmente gritó:

“¡Chicos!”

Eso los sobresaltó, pero no cambiaron de posición. Touya mantuvo sus manos en la cintura de Tomoyo, y, sin separarse ni un milímetro de su hermoso rostro, Touya preguntó:

“¿Tenéis tiempo?”

“¿Para qué?”, preguntó Sonomi.

“Para preparar una boda”, contestó riendo, abrazando a Tomoyo con fuerza.

Ésta le mira pasmada, y Touya, acariciando su mejilla, declaró:

“Así todo estará listo para casarnos cuando mi hermana vuelva en dos semanas”

La chica sonrió, y sin importarle la presencia de sus padres, se echó encima de Touya, besándolo hasta acabar con su aliento.


Notas de le autora:
¿Y qué os ha parecido?
Me gustaría que comentarais sobre las escenas lemon. No es la primera vez que describo una, pero siempre trato de hacerlas de la manera más sutil posible. Insisto: criticad mi trabajo. Si algo os gusta, decidlo. Si algo no os gusta, decidlo también. Si algo se puede mejorar, decidlo.
Estoy abierta a vuestras críticas...
¿Sorprendidos por la proposición de Touya? No puedo hacerlos esperar mucho... Muchos os estaréis diciendo: ¿por qué demonios los casa tan rápido?
La respuesta es sencilla: porque es así como lo había planeado.
La historia ya estaba organizada de esta manera desde la primera palabra del prólogo... Por petición de una lectora, he hecho algún cambio. Pero no ha variado tanto.
¡SÓLO QUEDAN DOS CAPÍTULOS!

Muchos de vosotros habéis pedido que, por favor, escriba otra historia, con esta pareja, por supuesto. Pues bien, os pediría que me hicierais alguna propuesta para la trama de dicha historia... Tengo una pensada... pero me parece algo previsible. Pero si queréis que lo intente... lo haré. Aunque tardaría en subirla. Me voy de vacaciones en una semana...
Así que ya tenéis cosas que decirme en vuestros REVIEW, REVIEW, REVIEW.
Mery

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap7

INESPERADO... Y PERFECTO (19.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 7: No puedo evitar enamorarme de ti

Y la fiesta había empezado...

Después de los ‘sí quiero’, los aplausos invadieron la sala mientras Sakura y Shaoran se besaban, por primera vez, como marido y mujer. El beso había sido suave y simple, pero podía notarse la pasión que guardaba en el fondo. La pasión de dos personas que se acababan de unir se por vida, y que tenían muchas ganas de celebrarlo.

Y así lo iban a hacer.

Todos los invitados se dirigieron sin prisas al restaurante, donde un gran comedor los esperaba para tomar un buen almuerzo. Mientras tanto, Sakura, Shaoran y la familia y los amigos más cercanos se habían congregado en los alrededores del templo para tomar algunas fotografías.

Ya hechas las fotos de grupo, el fotógrafo comunicó que la pareja iba a quedarse sola para poder inmortalizar a los recién casados. Sin que nadie lo repitiera, Sakura y Shaoran se despidieron de sus amigos.

Al llegar al restaurante, otra ronda de aplausos dio la bienvenida a los novios, que, cogidos de la mano, serpentearon entre las decenas de mesas que habían sido perfectamente preparadas hasta la mesa principal.

Los novios se sentaron en el centro de la alargada mesa que encaraba a las otras mesas. Al la derecha de Sakura, estaba su padre, Touya y Tomoyo, mientras que a la izquierda de Shaoran se habían sentado Yelan, Meiling y Eriol.

Las hermanas de Shaoran con sus maridos, acompañados de Yukito, Nakuru y Sonomi, además de Kero y Spinel, que se escondían bajo el mantel, sentados en los regazos de los otros dos guardianes.

Pronto los entremeses fueron servidos, y les siguieron un primero y un segundo, y para terminar, un postre a elegir o un sorbete. Los camareros habían informado que el pastel se cortaría a las cuatro de la tarde, ya que los novios habían pedido que nadie se quedara sin probarlo, y para ello, los estómagos de los invitados no podían estar llenos.

Durante el postre, la orquesta contratada por la pareja empezó a tocar música lenta, anunciando que en breves momentos los novios bailarían la primera pieza.

Cinco minutos más tarde, Shaoran sacaba a Sakura de la mano, para empezar a balancearse al son de la canción en medio de la pista de baile. Entre los dos no pasaba ni una gota de aire, de tan juntos que sus cuerpos estaban.

A la siguiente canción, se le unieron Tomoyo y Eriol, Fujitaka y Yelan, y Touya y Meiling.

Tomoyo y Eriol seguían siendo los mismos amigos de siempre. Mientras bailaban, recordaban las aventuras que habían vivido durante la caza de las cartas. Por sus mentes pasaban las imágenes de Shaoran y Sakura haciendo todo lo posible para transformarlas y convertirlas en Cartas Sakura.

“Hiciste cosas muy peligrosas, Eriol”

“Era lo que debía hacer. Las cartas tenían un nuevo dueño, así que debían tener un nuevo nombre”

La conversación fue agradable, pero pronto se cambió de tema. De hecho, Eriol había introducido, Tomoyo no sabía cómo, a Touya en su charla. Eriol seguía siendo tan observador como siempre, percatándose de los verdaderos sentimientos de sus amigos, como años atrás había ocurrido con los recién casados.

“Se te ve muy colgada por Touya”, le había dicho Eriol, guiando sus pasos por la sala.

“¿Se me nota tanto?”

“Sinceramente... lo escondes muy bien. Pero ya me conoces...”

“Lo sé”

“Y creo que debería repetirte que ‘no existen las coincidencias, sino lo inevitable’”

Tomoyo le miró con cara interrogante, pensando en cómo sonsacarle más información sobre lo que acababa de decir. ¿Significaría eso que estaba escrito en su destino que un día se enamoraría de Touya Kinomoto?

“¿Y eso que significa en ésta, mi complicada situación?”

“Lo descubrirás muy pronto... antes de lo que tu creías”

“Eriol, me estás poniendo muy nerviosa... Tanto enigma, tanto misterio...”

“Tomoyo, tus misterios se encuentran en tu corazón... y sólo tú puedes hallarlos”, se rió Eriol, abrazándola tiernamente. La canción había terminado, y había cambios de pareja.

“Me voy a buscar a Meiling... que, por cierto, estaba con Touya.”

“¿Tú y Meiling... cómo es eso?”, preguntó muy interesada.

“Inevitable...”

Tomoyo rió alegremente, viendo a Eriol ir hacia Meiling, quien lo recibió con un beso, acomodándose en los brazos de su novio y comenzando a moverse al ritmo de la música.

Wise men say, only fools rush in.
But I can't help falling in love with you
Shall I stay? Would it be a sin?
If I can't help falling in love with you

No se había movido del lugar en que Eriol la había dejado, cuando sintió dos brazos perdiéndose en su cintura y un cuerpo apretándose en su espalda. El cálido hálito de Touya rozó su oreja:

“Se te veía muy a gusto con Eriol...”

Like a river flows surely to the sea
Darling so it goes, some things are meant to be
Take my hand, take my whole life too
For I can't help falling in love with you

Girándose, sin apartar los brazos del hombre de su cuerpo, se encaró con él. Subió sus manos hasta ponerlas en sus hombros, y empezó a balancearse de un lado al otro, Touya acatando la silenciosa orden.

“Insisto que te mueves muy bien”, dijo Tomoyo, sus ojos cautivándolo.

“No soy yo... lo que importa es con quién bailas.”

“¿Así que sólo bailas bien si lo haces conmigo?”, cuestionó, sus dedos jugando con las puntas de su pelo.

“Mmm...”, murmuró. La nariz de Touya se extravió en su pelo, la fragancia a menta siempre presente en ella. Las manos de Touya habían decidido que era hora de pensar por ellas mismas, prefiriendo desviarse hacia el sur de su cintura... acariciando sus curvas con lentitud.

Like a river flows surely to the sea
Darling so it goes, some things are meant to be
Take my hand, take my whole life too
For I can't help falling in love with you

“Será un sacrificio de mi parte para que las demás mujeres no descubran tus escasas aptitudes de baile si me quedo aquí contigo...”

“Si a ti no te importa...”

“Entonces bailemos...”

Tomoyo recostó su cabeza en el pecho de Touya, oliendo el aroma que su impoluto esmoquin desprendía.

For I can't help falling in love with you

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Fujitaka había pedido al acompañante de Sonomi si le permitía bailar con ella esa pieza. El hombre accedió molesto, pues tenía mucho interés en conocer más a fondo a la enérgica empleada.

“La cara que ponías era indescriptible”

“Ese hombre se ha pasado los últimos años intentando que fusione mi empresa con la suya, y se cree que, al ser un invitado, podría conseguirlo. Yo no soy la responsable de su presencia aquí... Da la casualidad que uno de los departamentos tiene buenas relaciones laborales con las empresas Li... y lo han invitado... ¡Por mí que se vaya directo al in...!”

“Sonomi, cálmate... Ya te he salvado... Ahora baila conmigo”

“Sí...”, había dicho, aún asombrada por el descarado comportamiento de su anterior pareja de baile. Aunque ahora estaba en los brazos de un bailarín más apto, y en el que confiaba plenamente. “Esta canción me encanta...”

“Lo sé... Esa iba a ser mi ‘plan B’ si ese hombre no te soltaba”

“¿Qué ibas a hacer?”

“Pues decirle que esa era nuestra canción”

Sonomi se rió, recuperando la alegría que había irradiado todo el día.

“Me hubiera gustado la reacción a eso”

“Otro día”

“Perfecto”

Los dos bailaban bien sincronizados, gracias a las prácticas que habían tenido a lo largo de los últimos años...

Sonomi, sin embargo, se paró de repente.

“Mira eso, Taka”, le había pedido, señalando disimuladamente a una pareja que también parecía muy compenetrada en la pista de baile.

Las lágrimas se asomaron en los ojos de Sonomi, que veía feliz cómo su hija bailaba con Touya.

“Una canción muy apropiada”, declaró Fujitaka, reconociendo una de las canciones más famosas de Elvis Presley.

“Tengo una sensación muy extraña en el pecho...”, dijo Sonomi.

“¿Un ataque al corazón?”, bromeó el profesor, que se quejó al recibir un golpetazo de la mujer.

“Una corazonada, para ser más exactos... No soy tan vieja como tú, Fujitaka”

“¿Qué ha pasado con el ‘Taka’”

“¡Cállate!” Los ojos de Sonomi se abrieron de par en par al ver como Touya acariciaba sin pudor las curvas de Tomoyo. “Tu hijo es muy descarado”

Fujitaka no pudo contradecir el comentario de Sonomi, puesto que acababa de presenciar esa caricia.

“Nuestros hijos están enamorados, Sonomi”

“¿Cuánto tiempo crees que tendremos que esperar para preparar otra boda?”

“Te precipitas...”

“No lo creo.”, le interrumpió Sonomi.

“En ese caso... no mucho”

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Sakura y Shaoran se habían deshecho, al fin, de sus parejas de baile para volver a bailar juntos.

Sakura ya había compartido una canción con su padre, su hermano, Eriol, Yukito... y media sala, es decir, casi todos los hombres que había allí. A Shaoran le había ocurrido lo mismo. Después de su esposa, había bailado con su madre, Tomoyo, Meiling, todas y cada una de sus hermanas, Chiharu, Rika y Naoko, y, por poco, no había empezado a bailar con un más que alegre Yamazaki, que no dejaba de decir lo feliz que se sentía porque ‘los más despistados’ ya se habían casado.

“Buenas, forastero”, saludó con un beso en sus labios. La intención era que el beso fuera sencillo, pero Shaoran había extrañado a su esposa durante media tarde, así que, sin importarle para nada la gente que los miraba, abrazó a su mujer en sus robustos brazos, y la besó detenidamente, sin perderse ni uno de los rincones de su boca...

“Aquí hace mucho calor...”, había susurrado Sakura, muy afectada por las habilidades de la lengua de Shaoran... y otras partes que deberían de haber estado más escondidas en esos instantes.

“Podríamos irnos ya...”, suplicó Shaoran, acariciando el cuello de su esposa, para dipositar un tierno mordisco en él. Escuchó a Sakura emitir un leve gemido...

“Pero... ¿y el pastel?”

“Maldito pastel”, maldijo, mientras continuaba bailando con su esposa.

Sakura se rió. Ella también deseaba escaparse de la fiesta para poder disfrutar de su luna de miel. Esos pensamientos se esfumaron de su mente cuando vio lo que ocurría en la pista a diez metros de ellos.

“Parece que mi hermano y Tomoyo han solucionado su ‘asunto’”, le dijo a Shaoran, quien desvió su mirada de la puerta de madera hasta su cuñado.

“No me los puedo imaginar juntos...”

“¿Por qué no?”, preguntó Sakura muy extrañada. “A mi me encantaría si así fuera. Creo que Tomoyo ha sido una buena influencia para mi hermano... Te recuerdo que es gracias a ella que sigues vivo. Ella sabe mantenerlo a raya... Una sonrisa, unas palabras bien dichas, y lo tiene comiendo de su mano”

“¿Cómo tu haces conmigo?”, se burló su esposo.

“¿Eso es lo que hago?”

“¿Sí?”

“¿Y te molesta?”

“Para nada”

“¿De qué demonios te quejas entonces?... ¡Hombres!"

Los dos siguieron bailando, volcados en ellos mismos.

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Después de bailar durante largo rato, Touya se separó de Tomoyo y cogió su mano. La llevó hasta una de las tantas mesas vacías que había en el gran salón. Le señaló que se sentara.

“Ahora vuelvo”

Tomoyo vio como Touya se iba hacia la barra libre, donde se servían todo tipo de bebidas. Lo vio apoyarse en uno de los taburetes e inclinarse para hablar con uno de los camareros.

Mientras esperaba, Touya se dio la vuelta para mirar hacia Tomoyo. La descubrió con los ojos cerrados, aunque había notado su mirada en él segundos antes. Se veía hermosa en el vestido que Sakura había escogido, vestido que una vez más resaltaba sus curvas. Su busto pareciera que quería liberarse de la tela que lo envolvía.

La voz del camarero le interrumpió, y recibió dos copas de champán. Con sumo cuidado, empezó a dar lentos pasos alrededor de la pista de baile para no darse ningún golpe con los invitados más animados.

Se paró al lado de Tomoyo y le ofreció una de las copas. Entonces, Touya se sentó en la silla en la que Tomoyo había guardado para él.

Acercó la copa a sus labios mientras observaba a la gente bailar, pero enseguida la presencia de Tomoyo ocupó toda su atención. La vio sorber un poco de champán.

“¿Intentas emborracharme?”, dijo con fingida preocupación a la vez que lo miraba de reojo, con una sonrisa asomándose en sus labios.

“¿Cómo te has dado cuenta?”, preguntó Touya interesadamente. Sus brazos se apoyaron en sus piernas y aproximó su figura a la de Tomoyo.

“Te he estado observando”, contestó con una sonrisilla

“Lo sabía”, el tono serio de Touya hizo que a Tomoyo se le cortara la respiración. Los ojos de Touya la miraban fijamente, como si no quisiera perderse ningún detalle de ella, la mujer que le había robado el corazón.

Touya cogió una de las manos de Tomoyo y empezó a acariciarla, y se acercó la copa de champán a la boca. Tomó un pequeño sorbo y comentó:

“Mmm... delicioso”

Tomoyo quería preguntarle si se refería a la bebida o a su mano.

“¿El champán?”

“Puede”

Tomoyo se rió abiertamente. Meneó su cabeza de un lado al otro.

“Creo que el alcohol se me ha subido a la cabeza”, terminó diciendo en un suspiro.

“Apenas has bebido”, dijo Touya confundido.

“He tomado algunas copas a escondidas”, le confesó.

Touya se quedó mirándola de arriba abajo, observando lo bella que estaba con los ojos entrecerrados, su cabello revuelto después de bailar tanto reato, sus mejillas sonrosadas y sus labios húmedos por la bebida. Las manos de Tomoyo recorrieron su regazo hasta sus piernas cansadas, las cuales empezó a masajear. Touya volvió a su rostro y vio sus labios entreabiertos, esa lengua juguetona que sabía a miel, los ojos amatistas que le miraban fijamente.

Touya sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y escuchó su voz, nerviosa.

“Tenemos que hablar”

“Creía que ya lo estábamos haciendo”

Touya se arrepintió de haber hecho ese comentario, pues la mirada dolida de Tomoyo le fulminó. Tomoyo apartó la vista del hombre, y suspirando, dijo:

“Es todo tan confuso, Touya”

“Te entiendo”

Touya quiso sujetar las manos de Tomoyo, pero ella las retiró de su alcance.

“¿Me entiendes?” Tomoyo empezó a alzar la voz. “¿De verdad entiendes cómo me siento cada vez que te miro ? ¿Cada vez que estoy en la misma habitación en la que estás tú ?” Sin percatarse, lágrimas caían de sus ojos. “¿Sabías que sueño todas las malditas noches contigo? Sueño con que un día me confesarás que me amas tanto como yo te amo a ti. Sueño con que me besarás hasta dejarme sin aliento, que pasarás el resto de tu vida amándome y deseándome, día y noche, sin parar. Sueño con dar a luz a tus hijos... criarlos junto a ti y morir de vieja a tu lado, pero más enamorada que nunca” Tomoyo terminó su parlamento y tomó el aire. Después de una breve pausa, durante la cual se enjuagó las lágrimas que recorrían sus mejillas, Tomoyo miró a Touya. “Dime, Touya... dime si tú sientes lo mismo que yo. Dime si tu entiendes lo que yo siento desde hace demasiado tiempo”

A Touya se le contrajo el corazón al percibir la ansiedad que irradiaba el cuerpo de Tomoyo. En cambio, no pudo evitar que una sonrisa tomara sus labios. Cogió la copa de la mano de Tomoyo y la dejó sobre la mesa que tenían a sus espaldas. Agarró fuertemente las pequeñas manos y las puso sobre su regazo. Empezó a acariciarlas, queriendo que Tomoyo se tranquilizara. Las tomó y, sin importarle los ojos que los observaban, besó sus nudillos con infinita ternura. Sus labios seguían rozando su piel cuando Touya susurró:

“Te entiendo perfectamente”, alzó sus ojos para que estuvieran a la misma altura que las brillantes orbes amatistas, “porque yo siento lo mismo por ti. Te amo, Tomoyo.”

Y sin esperar un segundo, colocó sus grandes manos en sus mejillas y la besó.

Estaban sentados uno delante del otro, sus labios y lenguas unidos íntimamente, moviéndose sin control para saborear hasta el rincón más oculto de sus bocas.

Las manos de Touya estaban sumergidas en el mar de pelo de Tomoyo, el olor de su cabello emborrachándole más que la copa de champán, sus sentidos colapsados por ella. Tomoyo rodeaba con sus manos las muñecas de Touya, y estas iniciaron su recorrido hasta llegar a sus hombros. De ahí, una de sus manos se puso en su espalda, mientras la otra se detenía en su nuca, enredándose en su pelo corto.

Tomoyo se separó bruscamente, rompiendo el beso. No se lo pensó dos veces antes de levantarse de su silla y sentarse en las rodillas de Touya, juntando nuevamente sus labios, ahora hinchados, con los de él. Las manos de Touya abandonaron sus mejillas para colocarse en su cintura, acariciando por su esbelto cuello y sus sensibles costados.

Se encontraban tan inmersos en la calidez de sus besos que no escucharon al cantante de la orquestra dirigirse a los invitados.

“Y ahora, señoras y señores, deseemos una feliz luna de miel a los recién casados”

Notas de le autora:
¡Qué bonito, qué bonito, qué bonito!
No puedo dejar de cantar de la alegría que siento. Al fin se han declarado... mira que les ha costado...
Y la pregunta es...
¿Qué pasará después?
Pues pronto lo sabréis, pues mañana subiré el capítulo nueve...

Y os adjunto la traducción de la letra:

No puedo evitar enamorarme de ti
(I can’t help falling in love with you, Elvis Presley)

Los hombres sabios dicen que sólo los tontos se enamoran
Pero yo no puedo evitar enamorarme de ti
¿Me quedaré? ¿O sería un pecado?
Si no puedo evitar enamorarme de ti

Como un río que fluye seguro hasta el mar
Cariño así siguen, algunas cosas están ya escritas
Coge mi mano, toma mi vida entera también
Porque no puedo evitar enamorarme de ti

Como un río que fluye seguro hasta el mar
Cariño así siguen, algunas cosas están ya escritas
Coge mi mano, toma mi vida entera también
Porque no puedo evitar enamorarme de ti

¿Me falta algo que añadir?
REVIEW, REVIEW...
Mery