divendres, de juliol 28, 2006

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap5

INESPERADO... Y PERFECTO (19.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 5: Preparativos... y habitaciones de hotel

Tomoyo se despertó el día siguiente con una enorme sonrisa en su rostro. Reproducía una y otra vez lo sucedido la noche anterior en su mente. Los besos de Touya habían sido adictivos y excitantes, dulces y feroces...

Nunca, en sus sueños, Touya la había besado con esa intensidad.

...Sus bocas se abrieron ligeramente, sus lenguas enredándose tentativamente. Saboreándose... Sus lenguas batallaban intensamente...

Recordaba lo atrevidas que fueron las manos de Touya, que sin ir más allá de lo debido, la acariciaron donde nunca antes nadie, y menos un hombre, la había tocado.

Rememoraba el sabor de su boca, como si la estuviera besando en ese mismo instante. Se imaginaba que Touya había ido a despertarla, y que se había servido de un beso para sacarla del mundo de los sueños...

Pero el sueño no duró demasiado, pues esa mañana era su madre quien se presentó en la habitación para despabilar a su única hija.

“Tomoyo, cariño...”

Tomoyo reconocía ese tono de voz. Cuando su madre hablaba con voz melosa, sabía que algo tramaba. Se preguntaba cuál sería el nuevo plan de la empresaria...

Su madre ya le había conseguido pareja para la boda, así que, seguramente, no se trataba de cenar con el hijo de uno de los nuevos socios de la compañía, o de un cliente ricachón que tenía mucho interés en unir las fortunas de ambas familias...

Y todos dejaban claro que ese era el principal interés que tenían en que los hijos de los pudientes conocidos de su madre salieran con ella.

“Tomoyo... cielo, ¿estás despierta?”, preguntó su madre entrando en la amplia habitación. “Oh, cariño... ahí estás”

Sonomi se adentró más en el cuarto y se sentó al lado de su hija en la cama, que estaba recostada en la cabecera de la cama. Se fijó en la extraña mirada que su hija le dirigía...

“¿Te ocurre algo?”, preguntó la empresaria.

“¿Por qué lo dices?”, dudó.

Sonomi cogió una de las manos de su hija entre las suyas, acariciándola con el pulgar. Le dio unos suaves golpecitos, en señal de cariño, y suspiró, para después decir:

“Tomoyo...”, empezó su madre. “Sabes perfectamente que me puedes contar tus problemas... Eres mi hija, y yo soy tu madre, evidentemente...” Sonomi sabía que su discurso se estaba yendo por las ramas. No podía parar de balbucear, evitando expresarse de la manera más clara posible. “A lo que iba...”, Sonomi meneó su cabeza para aclarar la mente. “Estoy aquí para ayudarte siempre que me necesites... Sé que quizá no he podido estar a tu lado cuando me necesitabas todos estos años... pero las cosas han cambiado, y puedes confiar en mí. Si tienes problemas, ven a mí, cuéntamelos y, las dos juntas les encontraremos una solución... Tomoyo, necesito que confíes en mí... Prométeme que confiarás.” Sonomi la miraba a los ojos, sus manos aún fuertemente apretadas con las de su hija. “Por favor”

Tomoyo no había tenido este tipo de conversación con su madre en toda su infancia y adolescencia. Ella había crecido en un hogar sin padre, con una madre adicta al trabajo y rodeada de decenas de criadas que le daban todo lo que quería.

Pero echaba algo en falta. Y eso era el amor y el cariño de una persona. Ese era el amor que sentía cuando estaba en casa de la familia Kinomoto. Una inexplicable sensación de calidez que siempre la envolvía cuando entraba en esas cuatro paredes donde Fujtaka, Touya y Sakura vivían.

Eso era lo que nunca había sentido con su madre, viviendo en esa casa.

Y su madre estaba haciendo un enorme esfuerzo para cambiar eso.

“No me ocurre nada, mamá. Todo está como debería estar.”

Tomoyo lo había dicho con una sonrisa radiante en sus labios. Cogió la cabeza de su madre con ambas manos, y le besó la frente.

“Todo está perfecto”, repitió más alegre aún.

Sonomi le devolvió el beso a su hija de la misma manera, y disculpándose, se marchó de la habitación.

Pero Tomoyo no las tenía todas consigo. No todo estaba bien. Había un asunto que resolver con Touya, y tendría que hacerlo lo antes posible.

‘Y qué beso’


Suspiró, acomodándose en sus almohadas para seguir pensando en Touya.

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A Touya le pasaba más o menos lo mismo. No podía dejar de pensar en Tomoyo, reviviendo los besos que Tomoyo le había dado...

‘Sus labios eran sedosos y húmedos. Disfruté tanto sintiendo su lengua rozando la mía... Su cuerpo encajaba con el mío como dos piezas de un rompecabezas... El dulce aroma de su perfume, su pelo largo...’

Touya paró de pensar en ella.

‘Ahora tengo que ir al baño a encargarme de un asunto bastante... elevado’

Al salir del baño, Touya se topó con su padre en el pasillo. Fujitaka no pudo esconder la sorpresa que le provocó verlo levantado tan pronto.

“Buenos días, Touya. ¿Qué haces levantado a estas horas?”

“No... no podía dormir, papá.”

“Oh, entiendo”

“La empatía es tu fuerte, papá...”, se mofó Touya.

Fujitaka no pudo reprimir una risotada. Touya se unió a las carcajadas.

“¿Algo más aparte del insomnio?”

“Por supuesto”, afirmó Touya. “Se llama Tomoyo”

“¿Qué hiciste anoche cuando saliste del restaurante?”

“Me vine para aquí... Estaba algo borracho, así que paseé un poco para despejarme. Cuando estaba a punto de llegar, me choqué con Tomoyo en la entrada. Llevaba a Sakura, que, por cierto, estaba ebria... Deberías hablar con esa chica, porque su comportamiento de anoche no debió ser muy adecuado...”

“Touya, no cambies de tema”, le pidió Fujitaka.

“Cogí al monstruo en brazos y la llevé a la cama. Tomoyo se fue a preparar un poco de café, y cuando se lo acabó, dijo que se marchaba. Yo la acompañé a la puerta, y...” decía precipitadamente y sin hacer ninguna pausa.

Touya no estaba seguro si debía explicárselo a su padre, pero pensó que, después de la gran ayuda que había recibido la noche anterior, podía confiar en su buen criterio.

“¿Y...?”, le instó para que siguiera con su relato.

“Le di un beso de buenas noches”

“¿Un beso?”, se interesó.

“Sí...”

“¿En la mejilla?”

“No...”

“¿En la frente...?”

“Tampoco.”

“¿En su... mano?”, probó de nuevo.

Touya negó con la cabeza.

“¿Por qué no me lo cuentas de una vez y así terminamos con las incógnitas?”

“La besé... en los labios.”

Fujitaka se fijó de que Touya parecía muy orgulloso de su logro.

“Y... ¿cómo fue?”

Una sonrisa se le escapó.

“Estuvo... muy bien”, confesó.

“¿Y qué pasó luego?”

Fujitaka intentaba sonsacarle toda la información posible.

“Luego el beso terminó y Tomoyo se marchó”

“¿Ya está?”, preguntó Fujitaka con fingida sorpresa.

“Pues sí. Se marchó, voló, se esfumó, se evaporó y todos los sinónimos que puedas encontrarle...”, dijo Touya muy fastidiado.

“¿Y qué piensas hacer ahora?”

“La opción más acertada sería hablar con ella, ¿no crees, papá?”

“Creo que sí. De esa forma, podrás aclarar las cosas, saber lo que ella siente respecto a ese beso y qué quiere de ti a partir de ahora.”

Touya lo escuchaba atentamente, intentando grabar en su mente las palabras que le decía su padre.

‘Él siempre tan sabio’


Dudaba en hacer la siguiente pregunta, pero necesitaba una contestación sincera, y su padre era la mejor opción.

“¿Crees que Tomoyo querría estar conmigo... de esa forma?” Su padre había abierto la boca para contestarle, pero Touya lo interrumpió. “Espera... Necesito que seas sincero y que... Nada de suposiciones o hipótesis. Contéstame objetivamente, teniendo en cuenta los sentimientos que Tomoyo podría sentir hacia mí... ahora.”

“Touya... Anoche ya te dije que Tomoyo no sabría lo que se estaría perdiendo si no te correspondiera... Y, sinceramente, considerando a Tomoyo y a sus sentimientos, creo que ella siente algo más que cariño por ti. Tomoyo no jugaría con las emociones de alguien.”

“Lo sé... Tomoyo no haría nada de eso... Ella es... una mujer increíble.”

“Y tu serás un hombre con suerte... si ella te ama de la misma manera.”

Fujitaka aceptó la mano que Touya le ofreció, y las sacudió ligeramente.

“Gracias. Por todo”

Touya volvió a su habitación. Tenía cosas que hacer y el tiempo corría incansable.

Fujitaka vio como su hijo se marchaba, sintiéndose muy satisfecho de haber criado a un hombre como él.

‘Se parece tanto a ti, Nadeshiko...’

Fujitaka decidió que era hora de preparar el desayuno, y con paso ligero, se fue a la cocina.

Ninguno de los dos había visto a Sakura, que había escuchado atentamente la mayor parte de la conversación.

‘Love is in the air...’

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A las tres de la tarde, todos habían llegado ya al hotel donde tendría lugar la recepción después de la ceremonia en el templo Tsukimine, que se encontraba a cinco minutos en coche, y quince si se escogía ir a pie.

El hotel tenía diez plantas, con diez habitaciones cada una. Además, tenía unos bellísimos jardines a su alrededor. En uno de los laterales del hotel se encontraban dos piscinas al aire libre, una de ellas para los más pequeños. En el sótano, había una piscina climatizada, junto al gimnasio. En la planta baja estaba la recepción del hotel, el restaurante-bar, y una pequeña tienda de souvenirs.

Sonomi y Fujitaka habían ido al mostrador de recepción junto a la señora Li para registrarse y recoger las llaves de las habitaciones.

Eran pocos los que se iban a instalar en el hotel, sólo la familia y algunos de los participantes en la ceremonia. Por ahora, se habían congregado en el recinto Shaoran y Sakura con sus respectivos familiares, además de Tomoyo, Sonomi, Nakuru y Touya. En total, eran quince personas las que habían preferido quedarse en el hotel.

La repartición de las habitaciones había quedado de la siguiente manera:

Habitación 407: Fanren y su marido
Habitación 408: Fuutie y su marido
Habitación 409: Shiefa y Feimei
Habitación 501: Yukito y Nakuru
Habitación 502: Sakura y Fujitaka
Habitación 503: Shaoran y Yelan
Habitación 504: Sonomi y Tomoyo
Habitación 601: Touya

Meiling, en el último momento, había decido instalarse con Eriol en su mansión, la cual era, por cierto, lo suficientemente espaciosa para acomodar a más invitados. La prima de Shaoran iba a ser una de las damas de honor, y Eriol sería el padrino de Shaoran. Sin embargo, había insistido en quedarse con Eriol.

“Para hacerle compañía... El pobrecito está tan solo”, había dicho Meiling repetidamente a su primo.

Shaoran sabía perfectamente que, a partir de esa noche, Eriol no estaría solo... Seguramente Meiling ya se habría dedicado a colocar sus pertenencias en la misma habitación de Eriol, sin echar al apuesto inglés de su habitación. Shaoran no quería imaginarse a su prima y a su mejor amigo juntos de esa manera. Al fin y al cabo, había crecido con Meiling... No le apetecía conocer los detalles de su vida sexual, y mucho menos si ésta era con Eriol.

Así fue como Shaoran prefirió permanecer en la ignorancia sobre todo lo que tuviera algo que ver con la relación que ambos mantenían, aunque había descubierto más de lo que necesitaba saber para preservar su salud mental.

Aunque no quería reconocerlo, Shaoran entendía lo que a Touya se le pasaba por la cabeza cuando su hermana y su prometido estaban juntos... y completamente solos. Pensándolo a fondo, la verdad era que Touya tenía razones para no querer que su hermana fuera corrompida de esa manera...

‘¡Y de qué manera!’

Recordaba la noche en que Sakura y él habían hecho el amor por primera vez. No lo habían planeado, pero habían estado a punto de hacerlo en ciertas ocasiones. Aquella noche, sin embargo, no pudieron detenerse antes de ir más allá. De hecho, ambos lo deseaban. Y no había mejor forma que hacerlo en celebración de su compromiso.

Aquella fue la primera de muchas noches de amor desenfrenado. Y tenía plena seguridad de que habría muchas más. Pero que muchas. Muchísimas.

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Touya se había separado del grupo tan rápidamente como había podido, después de que su padre los hubiera dividido en parejas. A él le había tocado alojarse solo. No tendría compañero de habitación, algo que le contentaba profundamente.

Al abrir la puerta de su habitación, la seis cientos uno, tiró su bolsa de deporte con la ropa de recambio que había traído, además de colocar cuidadosamente el esmoquin que llevaría en la ceremonia. Tomoyo se lo había dado cuando el joven apenas había entrado en el hotel.

Tomoyo...’

Los pensamientos sobre la muchacha iban y venían, y se volvían a ir para aparecerse de nuevo segundos después. Su mente no le dejaba tranquilo, ya que la imagen de Tomoyo no dejaba de torturarle lentamente.

Pero no por ser una tortura deja de ser deliciosa...’

El reencuentro aquella mañana había sido tenso, pero el nerviosismo que Touya había sentido al despertar, alegrándose de que aquel beso no hubiera sido otra de sus fantasías, se había disipado tras la conversación que había mantenido con su padre.

Cuando se encontraron en la recepción del hotel, Tomoyo le había saludado suavemente. Touya no había podido evitar observarla concienzudamente, haciendo que la imagen quedara tatuada en su cabeza. Aquella tarde, Tomoyo vestía con una falda corta y blanca, muy ajustada, que definía sus curvas delicadamente, y una camisa cruzada con dibujos geométricos de colores lilas y amarillos, y el conjunto era complementado por unos altos zapatos con cuña, de color beige, que se ataban alrededor de sus tobillos. Su pelo estaba recogido en una coleta alta, despejando su rostro.

Tomoyo le había entregado entonces su esmoquin, junto a una caja de zapatos, que Touya inmediatamente guardó dentro de la bolsa que llevaba con él.

El par no se había percatado de las miradas que recibían de las personas que había a su alrededor. Sin saber cómo, los dos habían quedado situados en medio del círculo formado por el resto de los invitados.

Fujitaka y Sonomi cuchicheaban sobre sus respectivos hijos, comentando las novedades que se habían dado esa mañana, mientras les lanzaban miradas de reojo. Sakura estaba justo en el otro lado del círculo, mirando la buena pareja que los dos hacían. La voz de Shaoran se oía en su mente, puesto que su prometido estaba hablando con su madre, que desconocía la evolución de la relación entre su casi cuñado y Tomoyo. Yukito y Nakuru, mientras, observaban embelesados la escena que se daba ante sus narices. Nakuru, por supuesto, había comentado los signos que había visto en Touya, contándole sus suposiciones sobre el interés que el futuro médico podía tener en la diseñadora. Yukito, al principio, no se lo acababa de creer... Pero viendo su comportamiento, había tenido que dar la razón a la guardiana.

Una vez Tomoyo le había informado de cómo debía abrocharse la corbata, los dos se alejaron despacio, mirándose a los ojos. Sus miradas decían mucho más que sus palabras...

Y de allí, Touya se escapó hacia su habitación. Agradecía que no tenía que estar en el mismo piso que ella, soportando continuamente la angelical presencia.

Unos toques en la puerta retumbaron por la habitación. Touya no quería levantarse de la cama, donde estaba cómodamente sentado, pensando en Tomoyo. Rezando a los dioses para que no fuera ella, abrió la puerta para descubrir que había sido Shaoran quien había llamado.

“¿Ocurre algo?. ¿Has perdido a mi hermana, quizá?” se mofó. A Shaoran ya no le afectaban las bromas de Touya, así que ignorándole, preguntó:

“¿Podría hablar contigo?”, y antes de que Touya pudiera decir nada, Shaoran añadió: “Me refiero a una conversación de verdad. No una en la que tu me insultas y yo te lo devuelvo con otra barbaridad.”

“Está bien”, Touya concedió.

“Gracias. ¿Te parece bien si vamos al bar y hablamos mientras tomamos algo? Me vendría de perlas refrescarme un poco.”

“Sí, es una buena idea.”

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Tomoyo y Sakura estaban sentadas en dos taburetes en la barra del bar, hablando sin parar. La charla había empezado con los temas relacionados con la ceremonia: los trajes, los invitados, el catering, la luna de miel... Pero Sakura no tenía muchas ganas de hablar sobre su inminente boda, así que cambió de tema a la primera oportunidad:

“¿Y qué pasó anoche con mi hermano?”

Tomoyo estuvo a punto de regar a Sakura con el zumo de frutas que acababa de sorber. Dejó la copa en la mesa, y se limpió la comisura de los labios.

“¿Por qué crees que algo ocurrió?”, preguntó Tomoyo.

“Le oí hablar con papá esta mañana en el pasillo.”

El segundo susto de Tomoyo en menos de treinta segundos.

“¿Qué?”, cuestionó escandalizada. Intentó recuperar la compostura tras la sorpresiva declaración de su amiga, y preguntó: “¿Touya se lo ha contado a vuestro padre?”

“Sí. Les escuché perfectamente... pero no te voy a decir nada de lo que han dicho. Eso es confidencial”

“Tampoco te lo iba a preguntar”, Tomoyo exclamó indignada. “¿Cómo puedes pensar eso de mi? Yo nunca te pediría que... me contaras lo que Touya ha dicho de mi... en una conversación privada.”

“Sí, claro...”, soltó Sakura. “Y ahora cuenta... ¿Cómo estuvo el beso?”

“Fue perfecto”. Tomoyo se sonrojó y se tapó la cara con sus manos, avergonzada por su intensa afirmación. Incluso pataleó un par de veces contra el suelo. “Me sentí tan a gusto en sus brazos, Sakura. Nunca me había pasado algo así. Me sentí tan protegida con sus brazos alrededor de mi cuerpo, y sus manos acariciándome sin inhibiciones... aunque no se aprovechó.” Se detuvo para cerrar los ojos y reprodujo la secuencia de nuevo. “Un momento me acompañaba a la puerta, el siguiente me estaba besando... Fue un beso muy dulce, simple... Y no pude soportarlo. No sé si fue él, o fui yo... pero volvimos a acercarnos, nos besamos, nuestras bocas se comían la una a la otra...”

“Vale, vale... chica, te estás emocionando...”, le dijo Sakura con una gran sonrisa en su rostro. “No me cuentes más porque no me apetece saber cosas tan íntimas de mi hermano... ¿Cómo están las cosas?. ¿Qué va a pasar de ahora en adelante...?”

“No tengo la más remota idea.”

“Habla con él”, le aconsejó.

“Lo haré... pero, si acaso, esperaré después de la boda.”

“¿Por qué?”

“Pues... ¿y si Touya está confundido y no sabe lo que quiere, si simplemente fui un desfogue para él, si no está seguro de que esto podría funcionar...? Hay tantas posibilidades, Sakura. Prefiero estar contenta hasta que te cases, y si tu hermano me rechaza, que lo haga después de la boda.”

“Yo no esperaría, Tommy... Además, yo ya me he imaginado la cara que tendrían vuestros hijos...”

“No te precipites. Sólo fue un beso”

“¿No fueron tres?”

“Eso da igual”

“Un beso. Eso es suficiente.”

“Y yo digo que, a lo mejor, fue la pasión del momento. Ten en cuenta que los dos habíamos bebido. Touya estaba algo borracho, te lo aseguro... y, a mí, esa copa de champán me afectó terriblemente...”

“¡Y tus modales se fueron al carajo y por fin hiciste lo que tu corazón te pedía a gritos! No te sigas inventando excusas, Tomoyo, porque conmigo no te servirán”

Tomoyo prefirió no responder a sus comentarios.

Sakura iba a preguntarle más detalles sobre el beso, cuando las dos chicas vieron como Touya y Shaoran acaban de entrar en el bar. Vieron a uno de los camareros acercarse a ellos y guiarlos hasta una mesa, donde se sentaron y pidieron sus bebidas.

“¿Qué demonios hacen mi hermano y mi prometido juntos sin echarse al cuello de otro?”, le preguntó Sakura a Tomoyo. La novia recibió la misma mirada que ella debía tener en su cara: extrema estupefacción.

Siguieron mirándolos, y el asombro aumentó cuando vieron a Touya sacar su mano y a Shaoran aceptándola. Los chicos se terminaron sus cócteles y se levantaron una mesa. Al girarse, los dos hombres se dieron cuenta de la presencia de las chicas. Shaoran se acercó a ellas, pero Touya sólo las saludó desde lejos.

“Hola, cielo...”, saludó Shaoran, haciendo una clara demostración de afecto en público. Colocando su brazo en los hombros de Sakura, Shaoran preguntó: “¿qué estáis haciendo?”

“La pregunta te la tendría que hacer yo. ¿Qué estabas haciendo con mi hermano?”, le interrogó su prometida.

“Mantenía una agradable conversación hombre a hombre”

“¿Con mi hermano?”

“Pues sí...”

“Eso es imposible...”, murmuró extrañada.

Tomoyo no escuchaba la conversación, sino que seguía con los ojos la espalda del hombre que le hacía latir el corazón a mil por hora. Aunque sus ojos estudiaban más que su espalda...

Cuánto te quiero... ¡Y qué culito!’

Pero la desesperación que Tomoyo sentía provocó que de sus ojos se derramaran un par de lágrimas...

Lágrimas que un desconcertado Touya había visto...

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La noche había llegado al fin. Las dos amigas paseaban tranquilamente por los jardines del hotel, cuando vieron a Shaoran aproximarse desde las puertas del restaurante, donde habían estado cenando.

“Tomoyo, ¿me permites unos momentos a solas con mi maravillosa y hermosa futura esposa?”, le preguntó galante.

“Por supuesto que sí, caballero...” bromeó la joven.

Tomoyo se separó de la pareja, que estaban abrazados y murmurando cosas al oído. Los vio cogerse de la mano y encaminarse al hotel.

Tomoyo prefirió disfrutar de la brisa nocturna, y decidió visitar las fuentes de los jardines, que debían de estar iluminadas con luces de colores. Reanudó la lenta marcha, y cuando divisó sombras de colores, alzó la vista.

Delante de la fuente de agua más grande, había una figura observando los saltos que daba el agua. La figura en penumbra se giró, y Tomoyo pudo reconocerla.

Tomoyo se acercó a Touya a paso lento, insegura de lo que le iba decir. Quería empezar a hablar, cuando Touya levantó su manó y colocó su dedo índice sobre los labios de Tomoyo, acallándola. Sacudiendo la cabeza suavemente, Touya dejó que su dedo recorriera la mejilla de Tomoyo, hasta que llegó bajo su oreja. Allí, sujetó el cuello de la muchacha con la palma de su mano, y acercó sus rostros.

Shaoran y Sakura se encontraron con esa escena cuando volvieron a buscar a Tomoyo después de su corto paseo. Sakura se cubría su sonriente boca con ambas manos, mientras que Shaoran los miraba pasmado de la impresión de velos juntos...

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Tomoyo puso sus manos sobre el pecho de Touya, separándolo de ella y de sus labios. Él, sin embargo, la tenía bien agarrada por la cintura, impidiendo que sus cuerpos se alejaran.

Sus labios volvieron a unirse y las manos de Tomoyo viajaron hasta la nuca de Touya, subiéndolas lentamente hasta su pelo, sus cortos mechones haciendo cosquillas en sus palmas.

Touya retiró un poco su boca de la de Tomoyo, su cálido aliento chocando con sus inflados labios, para susurrarle:

“No te vayas... No te vayas otra vez...”

“Es tarde...”, la joven intentaba recuperar su respiración, además de la cordura. Peleó un poco para separar sus cuerpos, rindiéndose un segundo después...

“¿Y qué?”

“Mañana... mañana tengo que levantarme temprano para...”

Los labios de Touya la besaron de nuevo... un roce.

“... ah...” suspiró Tomoyo cuando al fin se separaron. “... para ayudar a tu hermana... con el vesti...”

Otro besó la interrumpió otra vez... un beso aún más profundo...

“...do... de novia...”

Tomoyo no podía soportar esa pasión que invadía su cuerpo cada vez que estaba a menos de cinco metros de Touya. Con una fuerza hercúlea, Tomoyo cogió la cabeza de Touya para juntar sus bocas intensamente.

Sus cuerpos se acoplaron totalmente, las manos de ambos recorriendo sus cuerpos sin control.

Touya, atrevidamente, acarició el trasero de Tomyo y ella gimió débilmente. Las manos de ella no se quedaban atrás, trazando su pecho, musculoso y fuerte, hasta que llegaron a su cintura, la cual decidió rodear para apretar aún más sus cuerpos.

Los besos fueron salvajes y desinhibidos, y fueron dulcificándose poco a poco, hasta que acabaron separándose con un suave roce, sus respiraciones, agitadas y entrecortadas, mezclándose inevitablemente.

Touya, viendo el bello rostro de la joven tan sonrojado y sudoroso, acercó su cara para, con su lengua, lamerle los labios con parsimonia.

Tomoyo suspiró y, cuando la lengua de Touya abandonó sus labios, subió un poco su rostro para acariciar su nariz contra la de él.

“Hasta mañana, Touya...”, dijo Tomoyo, aún sin haber recuperado su respiración.

Touya la detuvo un instante, y con sus manos en sus mejillas, besó su respingona nariz, subiendo lentamente después hasta su frente, sus manos perdiéndose entre el sedoso pelo...

“Buenas noches...”

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A las cuatro de la madrugada, Touya se despertó de su sueño. Las sábanas de lino se le pegaban a la piel a causa del sudor.

Esa noche había vuelto a soñar... con Tomoyo.

...sobre la cama, recostados el uno al lado del otro, Touya paseó sus manos hasta las caderas de la joven, tirando del borde de sus braguitas, bajándolas suavemente por sus cremosas piernas, hasta dejarla completamente desnuda...

...aprendiendo poco a poco los escondrijos que provocaban esos gemidos...


Notas de le autora:
Cada vez queda menos para el final. Los últimos capítulos ya los tengo a medio escribir, así que no tardaré en subir la historia completa. Espero que os esté gustando... y en el próximo capítulo... suenan campanas...
¿Y Touya ha sufrido otra visión?
Mery