INESPERADO... Y PERFECTO (10.07.06)
Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.
Prólogo: La vida no es perfecta
Se avecinaba tormenta aquella noche. El cielo estaba plagado de grandes nubes grises que amenazaban con descolgarse en forma de pequeñas gotas de agua. La fresca brisa que balanceaba los árboles engañaba a cualquiera. Era verano, pero aquélla no era una típica noche calurosa.
Entre las nubes, de vez en cuando, se podía divisar algún destello. A pesar de que el firmamento estaba escondido detrás de las enormes masas oscuras, las estrellas hacían lo posible por aparecerse entre ellas.
La primera gota cayó al fin. Su piel se erizó repentinamente a causa de la diferencia de temperatura entre las frías gotas que empezaban a caer y su acalorado cuerpo. Su respiración se hizo más pesada y la lluvia le impedía ver el camino que seguía. ¿A qué hora se le había ocurrido salir a correr?
Touya había decidido hacer algo de ejercicio, puesto que le era imposible conciliar el sueño. Su habitación parecía una sauna, algo que le sorprendió al notar el suave viento que entraba por la ventana abierta que había sobre el pie de la cama.
Estaba tirado sobre las sábanas, vestido sólo con unos calzoncillos de algodón que, aun siendo bastante amplios, se le ajustaban a su sudorosa figura, como si se tratara de una segunda piel. Sus piernas estaban separadas para intentar mitigar el asfixiante calor, mientras que sus brazos se apoyaban en la almohada a cada lado de su cabeza. Su pelo corto estaba alborotado, y sus ojos marrones tenían la vista clavada en el desnudo techo, observando desinteresadamente las sombras que se proyectaban en él.
Aburrido y desesperado por la falta de sueño, Touya se levantó de la cama y se puso una camiseta y unos pantalones cortos. Se colocó sus zapatillas de deporte y abandonó su cuarto sigilosamente. Con cuidado, cerró la puerta y avanzó por el pasillo, evitando emitir algún ruido que pudiera despertar a los otros dos (o mejor dicho, tres) habitantes de la casa. Una vez salió por la puerta principal, el muchacho agradeció enormemente la agradable temperatura. Recorrió la corta distancia que había hasta la verja y, ya en la calle, echó a correr.
Se dirigió hasta el parque del Pingüino y allí se sentó en uno de los bancos que había entre los árboles. Acomodó los codos sobre sus muslos y apoyó su barbilla en las palmas de sus manos. Empezó a mirar a su alrededor, imaginándose el alboroto de los niños jugando en el columpio o en el tobogán, las voces de las madres advirtiendo a sus hijos que no hicieran travesuras, los sollozos de una niña que se habría tropezado con una piedra en la piscina de arena...
Por su mente pasaron imágenes en las que él era el protagonista. Un pequeño Touya, con apenas seis años, acompañado por su madre, embarazada de pocos meses, a quien ya se le notaba un incipiente bulto en su barriga. Otra imagen, esta vez de Sakura y él, con uno y ocho años respectivamente, paseando con sus padres. Cambió su visión de nuevo y se encontró mirando la figura de su adolescente hermana y del ‘mocoso’, vestidos con ropa diseñada por Tomoyo, que estaba de pie, escondida tras el tronco de un árbol, filmado la escena. Con Tomoyo aún en su mente, la visión se nubló.
Tomoyo de nuevo, tal y como era en la actualidad: una de las jóvenes más bellas e inteligentes de todo Tomoeda. La muchacha de dieciocho años vestía un elegante traje sin mangas negro de seda que le llegaba hasta los pies. Touya recordó que ése era el modelo que lució en la fiesta de graduación de la Secundaria Tomoeda, hacía apenas dos semanas. Paseaba sola por el parque, descalza, con sus zapatos de tacón en sus manos, mirando embelesada el cielo despejado y repleto de estrellas. Fue entonces cuando otra figura apareció: era él mismo, llevando un esmoquin. La chaqueta estaba abierta y podía ver que no llevaba pajarita, además de que el cuello de la camisa estaba desabrochado. Aquel Touya era radiante. Los ojos brillaban y el pelo se movía al son del viento, las manos escondidas en los bolsillos del pantalón. Una sonrisa se descubría sobre sus labios.
Desde su asiento, Touya vio como su doble se interponía en el camino de la joven, quien se paró en seco y alzó ligeramente su rostro. El Touya de la visión colocó una mano en la mejilla de Tomoyo, acariciándola. Su otra mano se perdió en su cintura y, lentamente, Touya acercó sus labios a los de ella, uniéndolos con infinita ternura. Tomoyo soltó sus zapatos y levantó los brazos...
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Touya suponía que un pájaro nocturno, con su estruendoso canto, le sacó de su ensoñación. Giró su cabeza para intentar adivinar de dónde provino el chillido, pero pronto se dio cuenta de que la oscuridad le impedía distinguir las hojas de los árboles de una posible ave. Volvió a clavar sus ojos en el sitio donde su doble besaba a Tomoyo, sin embargo, lo único que vio fue el gran tobogán en el centro del parque, que parecía estar riéndose de él.
Decidió que ya había pasado suficiente rato fuera de casa, por lo que se levantó y salió del parque para regresar a su casa. Esta vez su paso era lento. No tenía prisa para llegar a casa, donde la soledad de su habitación le daría la bienvenida.
Se paró antes de cruzar la calle, aún sabiendo que ningún coche pasaría por allí a esas horas de la mañana. Levantó su rostro y observó el cielo oscuro, amenazando con un aguacero. Apartó la vista de las nubes y se quedó mirando el espacio que había ante él, sumido en sus pensamientos.
Pensaba en los años que había pasado desde que su hermana convirtió todas las cartas de Clow en cartas Sakura, llegando a ser la maga más poderosa del mundo. Con una mueca recordó el muchacho de ojos ámbar y de pelo castaño que la acompañaba en todas sus aventuras, maldiciendo el día en que anunciaron que se casarían una vez terminado el instituto. E, irremediablemente, en su mente se alojó nuevamente la cara de aquella muchacha a la que debería querer como a otra hermana.
Tomoyo Daidouji seguía siendo la misma. Su personalidad no cambió, pero sí que evolucionó notablemente. Nunca se había comportado como una niña mimada, pero explotaba sus encantos para conseguir aquello que deseaba, siempre que tuvieran un buen fin. Su cara risueña y su sonrisa traviesa provocaban mil y un sentimientos en el corazón de Touya. Su madurez se apreciaba en su forma de hablar, de andar, de gesticular, en su aterciopelada voz... Y sin poderlo evitar, Touya Kinomoto se había enamorado de ella.
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Así se encontraba Touya en medio de la calle cuando se oyó un trueno y miles de gotas empezaron a caer sobre él. Inició la carrera de nuevo, notando como la fría agua se colaba por sus ropas, mezclándose con el sudor de su cuerpo.
Su respiración se agitó, volviéndose más elaborada. Sus ojos pestañeaban constantemente, ya que le era difícil ver qué tenía delante. La lluvia caía ferozmente, formando una cortina de agua. Se oía el repiqueteo de las gotas contra las ventanas de las casas y de los techos de los coches, y el golpeteo que producían en su piel.
Giró una esquina y divisó por fin su casa. Las luces seguían cerradas. Nadie se había dado cuenta de su ausencia. Agradeció por lo bajo que todos siguieran dormidos.
Abrió la verja y entró en el jardín. Subió los tres peldaños y, bajo la protección del porche, se apoyó en la jamba de la puerta. Primero se sacó las zapatillas para no mojar el suelo. Le siguieron los calcetines. Abrió la puerta principal y entró sin hacer ruido, y con la misma delicadeza la cerró.
Iba a dar unos pasos cuando decidió que lo mejor sería desnudarse en el recibidor para no dejar un rastro de agua hasta su habitación. Se sacó la camiseta, que estaba completamente empapada, y después los pantalones cortos, que se encontraban en la misma situación. Tocó los calzoncillos para ver si se habían mojado, pero sólo estaban algo húmedos. Con la ropa bajo el brazo y las zapatillas en una mano, subió por las escaleras hasta el segundo piso. Cuando llegó a su cuarto, abrió la puerta, entró y tiró la ropa en un rincón, cerrando a su vez la puerta.
Touya apoyó la espalda en la puerta y miró hacia la ventana. La lluvia aumentaba su intensidad y se veían truenos caer a lo lejos. Reclinó la cabeza hacia atrás y dio unos cuantos cabezazos contra la madera. Suspiró y su mano abandonó el picaporte, en el que se su brazo izquierdo descansaba.
‘Mañana debo estar descansado para la cena de compromiso, o Sakura me matará.‘
Arrastrando sus pies, se tiró en la cama y hundió su cara en la almohada. Colocó sus brazos a cada lado de la cabeza y separó las piernas.
‘Además, Tomoyo se merece a un acompañante en buenas condiciones’, pensó emitiendo un silencioso bostezo.
Touya cerró finalmente los párpados y se durmió escuchando la lluvia caer.
-----
Tomoyo escuchó la puerta de la habitación cerrarse y suspiró. Abrió la nevera y guardó la botella de leche. Cogió el vaso medio vacío y se lo bebió de un trago. Lo dejó de nuevo en la encimera y se sumió en sus cavilaciones.
Había oído una puerta abrirse y cerrarse. Entonces, escuchó unos pasos por el pasillo y bajar las escaleras. Decidió levantarse de la cama y ver qué ocurría. Pensó que podía pasarle algo al señor Kinomoto. Se puso su bata y salió de la habitación de invitados.
Cuando llegó al recibidor, vio la espalda de Touya salir de la casa y Tomoyo corrió hacia la ventana del comedor, donde le vio cerrar la verja y salir corriendo. Se sentó en el cómodo sofá a esperarlo, pero le entró el hambre. Se fue a la cocina y cortó un trozo del pastel que había sobrado durante la cena. Habían celebrado los últimos días de soltera de Sakura en la intimidad.
Al terminarse el pastel, tuvo sed. Por lo que cogió un vaso del armario. Cuando lo cerraba, un trueno resonó por toda la casa. Tomoyo colocó una mano sobre su pecho para calmarse y fue a la nevera a coger la botella. Llenó el vaso mientras veía enormes gotas resbalar por la ventana. Pensó que Touya no tardaría en llegar.
‘A Touya no le gusta mojarse’ pensó con una sonrisa
Sin embargo, los minutos pasaban y Touya no volvía. Su preocupación creció al ver que ya había pasado media hora desde que la tormenta había empezado. Por su cabeza pasaron todo tipo de escenas: Touya se habría caído, Touya se habría caído al canal, Touya se habría encontrado cerca de la casa de alguna amiguita y habría decidido pedir socorro...
La última situación provocó que se le encogiera el pecho. A Tomoyo no le gustaba imaginarse a Touya con otra mujer. Esa idea le provocaba náuseas, aunque sabía que algún día podría pasar. Touya conocería a una chica de su edad, se enamoraría de ella, le pediría que se casara con él, le haría el amor todas las noches, le besaría la barriga donde crecería su hijo...
Y Tomoyo siempre se imaginaba que Touya hacía todas esas cosas con ella. Todas las noches era lo mismo. Los sueños de Tomoyo eran invadidos por imágenes de un improbable futuro con Touya.
‘Es el hermano de mi mejor amiga, es mayor que yo... y sólo me ve como una niña’
Las lágrimas llenaban sus ojos cuando escuchó cómo se abría la puerta. Estaba a punto de decir algo cuando vio que Touya empezaba a desnudarse. Su corazón latió acelerado al ver el musculoso pecho del hombre del que se había enamorado. Creció la impresión cuando éste se sacó el pantalón, y por poco se desmaya cuando lo vio tocarse los calzoncillos.
‘Touya, sácatelos, sácatelos... Oh, Tomoyo, ¿en qué estás pensando, pervertida?’
Sacudió su cabeza para que los pensamientos impuros la abandonaran, dio un paso hacia la puerta y...
Touya ya subía por las escaleras. Le escuchó cerrar la puerta.
Ella suspiró.
Notas de le autora: He decidido subir el prólogo que acabo de pasar a limpio para ver si la historia tiene éxito. Por ahora sólo tengo el borrador del resto de capítulos, pero espero terminar pronto.
Me gustaría, por supuesto, que dejarais algún review. Por favor, comentad sobre el estilo, y si encontráis algún error gramatical u ortográfico, avisadme, que así lo corregiré.
¿Os gusta, por ahora?
Es la primera vez que escribo un fic sobre Card Captor Sakura y he escogido la pareja Touya/Tomoyo porque me parece preciosa. Sé que no es canon en la serie o en el manga, pero para eso está la ficción. También habrá algo de Sakura/Shaoran, pero no mucho. Fujitaka y Sonomi aparecerán como personajes algo distintos, más bien, traviesos. Ja ja!
Debo avisar que si esperáis una historia llena de drama, os equivocáis de historia. Eso no se me da bien, de momento. Deberíais tener en cuenta que es un fic M, por lo que habrá lemon, más de uno. Si ese tipo de narración os desagrada, no os angustiéis porque haré una advertencia al inicio y al final de los mismos.
También estaría muy agradecida si alguien se ofrece para ser mi beta para esta historia. Soy primeriza, y me gustaría que me aconsejaran. Gracias.
Espero ansiosa vuestros comentarios,
Mery
Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.
Prólogo: La vida no es perfecta
Se avecinaba tormenta aquella noche. El cielo estaba plagado de grandes nubes grises que amenazaban con descolgarse en forma de pequeñas gotas de agua. La fresca brisa que balanceaba los árboles engañaba a cualquiera. Era verano, pero aquélla no era una típica noche calurosa.
Entre las nubes, de vez en cuando, se podía divisar algún destello. A pesar de que el firmamento estaba escondido detrás de las enormes masas oscuras, las estrellas hacían lo posible por aparecerse entre ellas.
La primera gota cayó al fin. Su piel se erizó repentinamente a causa de la diferencia de temperatura entre las frías gotas que empezaban a caer y su acalorado cuerpo. Su respiración se hizo más pesada y la lluvia le impedía ver el camino que seguía. ¿A qué hora se le había ocurrido salir a correr?
Touya había decidido hacer algo de ejercicio, puesto que le era imposible conciliar el sueño. Su habitación parecía una sauna, algo que le sorprendió al notar el suave viento que entraba por la ventana abierta que había sobre el pie de la cama.
Estaba tirado sobre las sábanas, vestido sólo con unos calzoncillos de algodón que, aun siendo bastante amplios, se le ajustaban a su sudorosa figura, como si se tratara de una segunda piel. Sus piernas estaban separadas para intentar mitigar el asfixiante calor, mientras que sus brazos se apoyaban en la almohada a cada lado de su cabeza. Su pelo corto estaba alborotado, y sus ojos marrones tenían la vista clavada en el desnudo techo, observando desinteresadamente las sombras que se proyectaban en él.
Aburrido y desesperado por la falta de sueño, Touya se levantó de la cama y se puso una camiseta y unos pantalones cortos. Se colocó sus zapatillas de deporte y abandonó su cuarto sigilosamente. Con cuidado, cerró la puerta y avanzó por el pasillo, evitando emitir algún ruido que pudiera despertar a los otros dos (o mejor dicho, tres) habitantes de la casa. Una vez salió por la puerta principal, el muchacho agradeció enormemente la agradable temperatura. Recorrió la corta distancia que había hasta la verja y, ya en la calle, echó a correr.
Se dirigió hasta el parque del Pingüino y allí se sentó en uno de los bancos que había entre los árboles. Acomodó los codos sobre sus muslos y apoyó su barbilla en las palmas de sus manos. Empezó a mirar a su alrededor, imaginándose el alboroto de los niños jugando en el columpio o en el tobogán, las voces de las madres advirtiendo a sus hijos que no hicieran travesuras, los sollozos de una niña que se habría tropezado con una piedra en la piscina de arena...
Por su mente pasaron imágenes en las que él era el protagonista. Un pequeño Touya, con apenas seis años, acompañado por su madre, embarazada de pocos meses, a quien ya se le notaba un incipiente bulto en su barriga. Otra imagen, esta vez de Sakura y él, con uno y ocho años respectivamente, paseando con sus padres. Cambió su visión de nuevo y se encontró mirando la figura de su adolescente hermana y del ‘mocoso’, vestidos con ropa diseñada por Tomoyo, que estaba de pie, escondida tras el tronco de un árbol, filmado la escena. Con Tomoyo aún en su mente, la visión se nubló.
Tomoyo de nuevo, tal y como era en la actualidad: una de las jóvenes más bellas e inteligentes de todo Tomoeda. La muchacha de dieciocho años vestía un elegante traje sin mangas negro de seda que le llegaba hasta los pies. Touya recordó que ése era el modelo que lució en la fiesta de graduación de la Secundaria Tomoeda, hacía apenas dos semanas. Paseaba sola por el parque, descalza, con sus zapatos de tacón en sus manos, mirando embelesada el cielo despejado y repleto de estrellas. Fue entonces cuando otra figura apareció: era él mismo, llevando un esmoquin. La chaqueta estaba abierta y podía ver que no llevaba pajarita, además de que el cuello de la camisa estaba desabrochado. Aquel Touya era radiante. Los ojos brillaban y el pelo se movía al son del viento, las manos escondidas en los bolsillos del pantalón. Una sonrisa se descubría sobre sus labios.
Desde su asiento, Touya vio como su doble se interponía en el camino de la joven, quien se paró en seco y alzó ligeramente su rostro. El Touya de la visión colocó una mano en la mejilla de Tomoyo, acariciándola. Su otra mano se perdió en su cintura y, lentamente, Touya acercó sus labios a los de ella, uniéndolos con infinita ternura. Tomoyo soltó sus zapatos y levantó los brazos...
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Touya suponía que un pájaro nocturno, con su estruendoso canto, le sacó de su ensoñación. Giró su cabeza para intentar adivinar de dónde provino el chillido, pero pronto se dio cuenta de que la oscuridad le impedía distinguir las hojas de los árboles de una posible ave. Volvió a clavar sus ojos en el sitio donde su doble besaba a Tomoyo, sin embargo, lo único que vio fue el gran tobogán en el centro del parque, que parecía estar riéndose de él.
Decidió que ya había pasado suficiente rato fuera de casa, por lo que se levantó y salió del parque para regresar a su casa. Esta vez su paso era lento. No tenía prisa para llegar a casa, donde la soledad de su habitación le daría la bienvenida.
Se paró antes de cruzar la calle, aún sabiendo que ningún coche pasaría por allí a esas horas de la mañana. Levantó su rostro y observó el cielo oscuro, amenazando con un aguacero. Apartó la vista de las nubes y se quedó mirando el espacio que había ante él, sumido en sus pensamientos.
Pensaba en los años que había pasado desde que su hermana convirtió todas las cartas de Clow en cartas Sakura, llegando a ser la maga más poderosa del mundo. Con una mueca recordó el muchacho de ojos ámbar y de pelo castaño que la acompañaba en todas sus aventuras, maldiciendo el día en que anunciaron que se casarían una vez terminado el instituto. E, irremediablemente, en su mente se alojó nuevamente la cara de aquella muchacha a la que debería querer como a otra hermana.
Tomoyo Daidouji seguía siendo la misma. Su personalidad no cambió, pero sí que evolucionó notablemente. Nunca se había comportado como una niña mimada, pero explotaba sus encantos para conseguir aquello que deseaba, siempre que tuvieran un buen fin. Su cara risueña y su sonrisa traviesa provocaban mil y un sentimientos en el corazón de Touya. Su madurez se apreciaba en su forma de hablar, de andar, de gesticular, en su aterciopelada voz... Y sin poderlo evitar, Touya Kinomoto se había enamorado de ella.
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Así se encontraba Touya en medio de la calle cuando se oyó un trueno y miles de gotas empezaron a caer sobre él. Inició la carrera de nuevo, notando como la fría agua se colaba por sus ropas, mezclándose con el sudor de su cuerpo.
Su respiración se agitó, volviéndose más elaborada. Sus ojos pestañeaban constantemente, ya que le era difícil ver qué tenía delante. La lluvia caía ferozmente, formando una cortina de agua. Se oía el repiqueteo de las gotas contra las ventanas de las casas y de los techos de los coches, y el golpeteo que producían en su piel.
Giró una esquina y divisó por fin su casa. Las luces seguían cerradas. Nadie se había dado cuenta de su ausencia. Agradeció por lo bajo que todos siguieran dormidos.
Abrió la verja y entró en el jardín. Subió los tres peldaños y, bajo la protección del porche, se apoyó en la jamba de la puerta. Primero se sacó las zapatillas para no mojar el suelo. Le siguieron los calcetines. Abrió la puerta principal y entró sin hacer ruido, y con la misma delicadeza la cerró.
Iba a dar unos pasos cuando decidió que lo mejor sería desnudarse en el recibidor para no dejar un rastro de agua hasta su habitación. Se sacó la camiseta, que estaba completamente empapada, y después los pantalones cortos, que se encontraban en la misma situación. Tocó los calzoncillos para ver si se habían mojado, pero sólo estaban algo húmedos. Con la ropa bajo el brazo y las zapatillas en una mano, subió por las escaleras hasta el segundo piso. Cuando llegó a su cuarto, abrió la puerta, entró y tiró la ropa en un rincón, cerrando a su vez la puerta.
Touya apoyó la espalda en la puerta y miró hacia la ventana. La lluvia aumentaba su intensidad y se veían truenos caer a lo lejos. Reclinó la cabeza hacia atrás y dio unos cuantos cabezazos contra la madera. Suspiró y su mano abandonó el picaporte, en el que se su brazo izquierdo descansaba.
‘Mañana debo estar descansado para la cena de compromiso, o Sakura me matará.‘
Arrastrando sus pies, se tiró en la cama y hundió su cara en la almohada. Colocó sus brazos a cada lado de la cabeza y separó las piernas.
‘Además, Tomoyo se merece a un acompañante en buenas condiciones’, pensó emitiendo un silencioso bostezo.
Touya cerró finalmente los párpados y se durmió escuchando la lluvia caer.
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Tomoyo escuchó la puerta de la habitación cerrarse y suspiró. Abrió la nevera y guardó la botella de leche. Cogió el vaso medio vacío y se lo bebió de un trago. Lo dejó de nuevo en la encimera y se sumió en sus cavilaciones.
Había oído una puerta abrirse y cerrarse. Entonces, escuchó unos pasos por el pasillo y bajar las escaleras. Decidió levantarse de la cama y ver qué ocurría. Pensó que podía pasarle algo al señor Kinomoto. Se puso su bata y salió de la habitación de invitados.
Cuando llegó al recibidor, vio la espalda de Touya salir de la casa y Tomoyo corrió hacia la ventana del comedor, donde le vio cerrar la verja y salir corriendo. Se sentó en el cómodo sofá a esperarlo, pero le entró el hambre. Se fue a la cocina y cortó un trozo del pastel que había sobrado durante la cena. Habían celebrado los últimos días de soltera de Sakura en la intimidad.
Al terminarse el pastel, tuvo sed. Por lo que cogió un vaso del armario. Cuando lo cerraba, un trueno resonó por toda la casa. Tomoyo colocó una mano sobre su pecho para calmarse y fue a la nevera a coger la botella. Llenó el vaso mientras veía enormes gotas resbalar por la ventana. Pensó que Touya no tardaría en llegar.
‘A Touya no le gusta mojarse’ pensó con una sonrisa
Sin embargo, los minutos pasaban y Touya no volvía. Su preocupación creció al ver que ya había pasado media hora desde que la tormenta había empezado. Por su cabeza pasaron todo tipo de escenas: Touya se habría caído, Touya se habría caído al canal, Touya se habría encontrado cerca de la casa de alguna amiguita y habría decidido pedir socorro...
La última situación provocó que se le encogiera el pecho. A Tomoyo no le gustaba imaginarse a Touya con otra mujer. Esa idea le provocaba náuseas, aunque sabía que algún día podría pasar. Touya conocería a una chica de su edad, se enamoraría de ella, le pediría que se casara con él, le haría el amor todas las noches, le besaría la barriga donde crecería su hijo...
Y Tomoyo siempre se imaginaba que Touya hacía todas esas cosas con ella. Todas las noches era lo mismo. Los sueños de Tomoyo eran invadidos por imágenes de un improbable futuro con Touya.
‘Es el hermano de mi mejor amiga, es mayor que yo... y sólo me ve como una niña’
Las lágrimas llenaban sus ojos cuando escuchó cómo se abría la puerta. Estaba a punto de decir algo cuando vio que Touya empezaba a desnudarse. Su corazón latió acelerado al ver el musculoso pecho del hombre del que se había enamorado. Creció la impresión cuando éste se sacó el pantalón, y por poco se desmaya cuando lo vio tocarse los calzoncillos.
‘Touya, sácatelos, sácatelos... Oh, Tomoyo, ¿en qué estás pensando, pervertida?’
Sacudió su cabeza para que los pensamientos impuros la abandonaran, dio un paso hacia la puerta y...
Touya ya subía por las escaleras. Le escuchó cerrar la puerta.
Ella suspiró.
Notas de le autora: He decidido subir el prólogo que acabo de pasar a limpio para ver si la historia tiene éxito. Por ahora sólo tengo el borrador del resto de capítulos, pero espero terminar pronto.
Me gustaría, por supuesto, que dejarais algún review. Por favor, comentad sobre el estilo, y si encontráis algún error gramatical u ortográfico, avisadme, que así lo corregiré.
¿Os gusta, por ahora?
Es la primera vez que escribo un fic sobre Card Captor Sakura y he escogido la pareja Touya/Tomoyo porque me parece preciosa. Sé que no es canon en la serie o en el manga, pero para eso está la ficción. También habrá algo de Sakura/Shaoran, pero no mucho. Fujitaka y Sonomi aparecerán como personajes algo distintos, más bien, traviesos. Ja ja!
Debo avisar que si esperáis una historia llena de drama, os equivocáis de historia. Eso no se me da bien, de momento. Deberíais tener en cuenta que es un fic M, por lo que habrá lemon, más de uno. Si ese tipo de narración os desagrada, no os angustiéis porque haré una advertencia al inicio y al final de los mismos.
También estaría muy agradecida si alguien se ofrece para ser mi beta para esta historia. Soy primeriza, y me gustaría que me aconsejaran. Gracias.
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