dimarts, de juliol 18, 2006

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap3

INESPERADO... Y PERFECTO (17.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 3: Confesiones

Sonomi Daidouji estaba tomando tranquilamente su desayuno recién hecho cuando su hija entró en el gran salón-comedor. La muchacha se sentó a la derecha de su madre en la cabecera de la mesa y exhaló un silencioso ‘buenos días’ a su madre.

Una sirvienta le llenó la taza de café bien cargado y le preguntó qué quería para desayunar. La joven le pidió tostadas con mermelada y la sirvienta se fue a prepararlo. Cinco minutos después, Tomoyo ya estaba comiendo.

“Tomoyo, hija, ¿te ocurre algo?”, le preguntó su madre, preocupada por ella.

“Nada”, contestó precipitadamente

“Entonces, ¿por qué tienes esa cara?”

“¿Qué cara?”

“La de no haber dormido en toda la noche”

“Pues la verdad no he dormido muy bien. Supongo que es por los nervios de la boda de Sakura.”, sonrió. “Todo debe salir a la perfección”

“Oh, cariño... Cualquiera que te escuchara pensaría que eres tú quien se casa”

“Mamá, ¿por qué lo dices?”

Sonomi no quiso responder. Trató de cambiar de tema, pero no pudo hacer que su hija dejara de mirarla.

“¿Irás luego a casa de Sakura a hacer la última prueba de su vestido?”

Al oír eso, a Tomoyo se le iluminó la cara.

“¡Sí!”

A Sonomi le alegró ver a su hija tan feliz, aunque desde hacía un tiempo que la veía algo retraída, podría decirse que hasta deprimida.

“Oye, cariño, no me has dicho con quién vas a ir a la boda”

La muchacha estaba muy extrañada

“¿Quieres decir un acompañante?”

“Por supuesto”

“No... no tengo ‘cita’”

“Oh, ¿en serio?” Sonomi dijo con fingida sorpresa, cosa que no pasó desapercibida para Tomoyo. Agarró la servilleta que tenía en su falda y, retirándose de la mesa, Sonomi exclamó: “En ese caso llamaré ahora mismo a Fujitaka para decirle que tú, querida, irás con Touya. El muchacho no ha conseguido encontrar pareja, ¿te lo puedes creer?”

Sonomi se levantó de la mesa y corrió hasta su despacho. Tomoyo se quedó con la boca abierta, sin poder decir ni hacer nada.

‘Aunque tampoco pienso negarme...’

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“Casa de los Kinomoto.”

“Fujitaka, ¿eres tú?!

“Sí, ¿qué se te ofrece Sonomi?”

“Me comentaste anoche que Touya no tenía pareja para el día de la boda, ¿no es así?”

“No, irá solo. ¿Por qué?”

“Dile a tu hijo que Tomoyo está encantada de ir con él a la ceremonia”

“Sonomi, ¿qué estás haciendo?”

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Tomoyo apretó el timbre de la puerta. Llevaba con ella una bolsa de deporte llena de ropa para que Sakura y ella eligieran qué ponerse para la despedida de soltera.

La puerta se abrió para mostrar a un enfadado Touya al otro lado de la puerta.

“Menos mal que queda alguien en su sano juicio en esta familia”, dijo Touya muy malhumorado.

Tomoyo no supo cómo contestarle, así que optó por entrar en la casa sin decir palabra.

Cuando entró al salón, Tomoyo comprendió el comentario que Touya acababa de hacer. Shaoran y Sakura estaban sentados en el sillón, muy juntos. Shaoran tenía sus brazos alrededor de Sakura, y ésta, no podía verse más feliz. Tomoyo se dio que cuenta que su llegada había interrumpido a la pareja, que seguramente había estado besándose, dado el estado en que se encontraban los labios de Sakura, rojos e hinchados de tanta fricción.

“¿Sería tan difícil esperar a que tú y Sakura estéis casados para hacer esas cosas? Sólo son un par de días de espera... Luego ya podréis hacer lo que os dé la gana, por mucho que eso me moleste...”

Touya estaba junto a Tomoyo, observando a la pareja. Los novios y Tomoyo le miraban asombrados, puesto que no se esperaban que pudiera ser tan comprensivo.

Sakura le envió una sonrisa a su hermano y dijo:

“Está bien, hermanito. Trataremos de no mostrarnos muy cariñosos ante ti.”

“Gracias”, gruñó. Sin añadir nada más, Touya caminó hacia la cocina. Desde la puerta dijo: “Voy a preparar algo de zumo”

Tomoyo vio a Touya marcharse, y se dio la vuelta para decirle a Sakura que...

‘¡Qué más da!’

Y se marchó con Touya a la cocina.

La pareja feliz continuaba besándose en el sillón.

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Dejando a Sakura y a Shaoran en el comedor, Tomoyo entró en la cocina. Desde la puerta miraba cómo el joven cogía las naranjas de la nevera, guardadas allí para que el calor no las estropeara, y las cortaba por la mitad.

Touya se dio la vuelta para abrir el armario donde estaba el exprimidor eléctrico, pero Tomoyo le barraba el paso.

“¿Necesitas ayuda?”

“No te preocupes, creo que podré exprimir las naranjas yo solo. Pero gracias igualmente.”

Tomoyo se sentó en un taburete y se quedó mirándole. Touya se extrañó de que Tomoyo siguiera allí con él.

“¿Por qué no esperas en el comedor? No voy a tardar mucho en terminar el zumo”

“No quiero molestar a Sakura y a Shaoran, están...”

“...¿enrollándose?”

“Si quieres llamarlo así... pues, supongo, que sí...”

“Entonces... ya que no tienes nada que hacer... podrías ayudarme.”

Tomoyo se levantó de su asiento y se puso un delantal que le entregó Touya.

“Manos a la obra, jefe.”

Touya sonrió ante la ocurrencia de su compañera.

Tomoyo cogió la bandeja con las naranjas ya cortadas y se puso delante del exprimidor. Lo enchufó a la corriente y colocó media naranja en el exprimidor y empezó a estrujar la fruta. Sin embargo, el artilugio no funcionaba. Volvió a estrujar con fuerza, pero la máquina seguía sin encenderse automáticamente.

‘¿Pero por qué no funciona?’

Tomoyo empezó a ponerse nerviosa.

‘Por una vez que puedo demostrarle a Touya que he mejorado en la cocina, va el exprimidor y no funciona... ¡Demonios!’

Touya se había dado cuenta del apuro en el que Tomoyo se encontraba. Decidió que, al no estar su padre...

‘Debería ser yo quien le diera la lección sobre cómo exprimir las naranjas.’

Touya se ubicó justo detrás de Tomoyo y cogió sus delicadas manos. Las puso sobre el exprimidor y, cerca de su oreja, le murmuró en su oído:

“Tienes que apretar más fuerte, Tomoyo.” Touya trató de demostrarle, estrujando vigorosamente sus manos contra las de Tomoyo. “Así.” El exprimidor, milagrosamente, empezó a exprimir el jugo.

Una sonrisa se asomó en el rostro de Tomoyo. ¡Estaba haciendo zumo!

‘Cómo si eso no pudiera hacerlo cualquiera...’ se regañó la joven.

El cuerpo de Touya se aproximó peligrosamente al de Tomoyo, sintiendo sus curvas contra el suyo. Para su mala suerte, el olor a menta que emanaba el pelo de Tomoyo hizo su camino de nuevo hasta los pulmones de Touya. Dios, le encantaba ese olor...

Tomoyo se sonrojó profusamente al sentir su musculoso cuerpo a su espalda, sus brazos cosquilleando sus costados, su piel rozando la suya. Sintió como Touya respiraba el aroma que procedía de su larga cabellera. Todas las mañanas, Tomoyo se lavaba el pelo con un champú especial que olía a menta silvestre, y la fragancia perduraba todo el día. Era un perfume embriagador.

Touya suspiró y, acercándose aún más a ella, cosa que parecía imposible para Tomoyo, Touya rozó su oreja con sus labios y habló.

“Gracias por ofrecerte a acompañarme en la boda...”

“Lo hago encantada”. Sus palabras no podían ser más honestas.

“¿Seguro? ¿No será ninguna molestia...? Quizá ya tenías pensado invitar a alguien...”

“¡No!” Tomoyo se giró y le miró directamente a los ojos, oscurecidos por el afán que Touya sentía en esos instantes por poseer esos labios. Los brazos de Touya, mientras, seguían acalorándola con su roce. “No, en serio... Es un verdadero placer ser tu pareja...” terminó en un susurro.

‘Y no me importaría serlo más allá de la ceremonia...’

Tomoyo se mordía los labios. Touya no pudo soportar la atracción y acercó sus labios a los de ella. Tomoyo cerró sus ojos y colocó sus manos sobre el pecho de Touya. Las subió tiernamente hasta ponerlas en su nuca, deleitándose con su corta melena, acariciándola delicadamente.

Touya puso sus manos en su cintura y acercó sus cuerpos... para separarlos rápidamente un segundo después.

De repente, la puerta se había abierto estrepitosamente. Fujitaka entraba de espaldas, con una bandeja en sus manos.

“Hijo, ayer dejé la cafetera en mi despacho mientras repasaba los exámenes y no me acordé de traerla...” Fujitaka, se dio la vuelta y vio a los dos jóvenes, con poca distancia entre ellos. “Oh, Tomoyo, cielo, ¿cómo estás?”

“Buenos días, señor Kinomoto”, contestó Tomoyo. Le dedicó una sonrisa al hombre y preguntó: “¿Y usted?”

“Es Fujitaka, Tomoyo... ¿cuántas veces debo decírtelo?”

“Lo siento... Fujitaka”

Tomoyo dejó que padre e hijo continuaran hablando, y ella se puso a trabajar las naranjas que aún quedaban por exprimir. Touya se encargó de limpiar la cafetera.

Fujitaka se quedó mirando a ambos, sumidos en sus tareas. Percibió su rubor, presente en sus rosáceas mejillas.

‘Me parece que he interrumpido algo...’

Entonces se fijó en otra cosa...

“Vaya, Tomoyo... ¿Touya te ha enseñado cómo funciona el exprimidor?”

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Una vez consumida la jarra de zumo, las dos mujeres que había bajo el techo de los Kinomoto fueron a prepararse para la fiesta de esa noche. Estaban solas en la habitación, ya que Kero había decidido instalarse en casa de Eriol hasta después de la boda.

La bolsa que Tomoyo había traído con ella había sido vaciada sobre la cama de Sakura. Eran dos vestidos de fiesta, con sus zapatos a juego, y, además, un joyero con piezas muy sencillas para lucirlas durante la cena.

Ambas habían empezado a peinarse y a maquillarse, y al poco rato emprendieron la ardua labor de colocarse sus vestidos sin mancharlos y sin despeinarse.

Tomoyo se vestía lentamente, sin decir nada. El silencio era sepulcral en la habitación, cosa muy extraña cuando las dos estaban juntas. Sakura se percató, y comenzó a observar a su mejor amiga con detenimiento. Dándose por vencida, Sakura perdió la paciencia. Con la voz más serena que pudo articular, Sakura dijo:

“Tomoyo, has estado muy callada toda la tarde.”

“¿De verdad? No me había dado cuenta.”

“¿Qué te ocurre?” Sakura cogió la mano de su amiga, guiándola para sentarse junto a ella en la cama. Sakura rodeó con sus brazos los finos hombros de la muchacha y Tomoyo apoyó su cabeza en ella. “Ya, Tomoyo. Llevas un par de días muy distraída... y me atrevería a decir que hasta nerviosa... o preocupada. ¿Ha ocurrido algo con tu madre?”

“¿Con mi madre? No, que va... Mi relación con ella está mejor que nunca.”

“¿Es el trabajo?, ¿Hay algo que te preocupa de tu nueva colección?”, Sakura intentaba dar una explicación plausible al desganado estado de su amiga. “Sé que han sido unos meses difíciles...”

“No,” Tomoyo la interrumpió. “Todo va como una seda. Sólo los típicos problemas con las nuevas asistentes... Pero nada importante”

Sakura empezaba a desesperarse. ¡Tomoyo no le contaba absolutamente nada!

“¡Oh, por Dios, Tomoyo!” exclamó. “Dime que te ocurre. Es más, te lo exijo. Siempre hemos confiado la una en la otra, tanto en los buenos como en los malos momentos. No tenemos secretos, nos lo contamos todo... O al menos yo lo hago.”

“Tienes razón... Hay algo que no te he dicho, Sakura...”

“Aunque parezca imposible, me había dado cuenta”, rió suavemente.

“No, Sakura... Quiero decir que debería habértelo contado desde el principio, pero nunca había osado a explicártelo.”

“¿Me has estando ocultando algo?”, preguntó Sakura, muy sorprendida.

“Sí.” Dijo Tomoyo muy apenada. Sakura, sin embargo, comprendió que lo que le ocurría debía angustiarla mucho.

“Pues cuéntamelo ahora.”

“Llegaremos tarde”, intentaba retrasar su confesión tanto como podía.

“Tenemos tiempo de sobra”, insistió.

“No sé si puedo contártelo, Sakura...”

“Sí puedes”

“Es que...” Gruesas lágrimas empezaron a formarse en los ojos de Tomoyo. “...es que...” No pudo contener un fuerte sollozo.

“Por favor...”, le suplicó Sakura.

“Es que eres la única persona a la que quiero explicárselo... pero, a la vez, eres a la última a la que quiero decírselo... No sé si lo que digo tiene algún sentido... No sé si me entiendes... Dios, estoy hecha un lío... No tengo idea por dónde empezar... No sé cómo hacerlo... Me preocupa más cómo vas a reaccionar...”

Sakura silenció a Tomoyo:

“Empieza por el principio...”

Tomoyo miró a Sakura a través de sus ojos anegados por las lágrimas. Suspiró profundamente y empezó con su relato.

“Hace dos años...”

O al menos lo intentó, porque Sakura la detuvo con un grito.

“¡¿Dos años?!”, vociferó.

“Sabía que te enfadarías...” Tomoyo iba a levantarse, pero una mano de Sakura se lo impidió.

“No... no estoy enfadada... Me sorprende mucho que me hayas ocultado esto durante tanto tiempo, Tomoyo. Debe haber sido muy duro mantenerlo en secreto... Sólo estoy sorprendida, lo juro.”

“No te creas, que yo también lo estoy”

Ambas sonrieron. Sakura agarró sus manos y se las apretó, señalando que podía continuar.

“Hace un par de años...” Tomoyo tuvo que para porque no sabía cómo expresarse. Sus pensamientos revoloteaban por su mente y la confundían. Sabía lo que quería decir, pero debía encontrar la manera más adecuada para hacerlo. “¿Recuerdas aquella cita que tuviste con Shaoran para celebrar su decimosexto cumpleaños?”

“Sí, me acuerdo...” Sakura empezó a rememorar los acontecimientos de aquella noche, justamente dos años antes. “Me ayudaste a prepararme, y cuando Shaoran vino a buscarme, tú dijiste que te quedarías en casa a esperarme... mi hermano estaba esa noche en casa... Los dos estaríais en casa esperándome”, recalcando esa última frase y demostrando cómo la idea le había desagradado. Su hermano siempre trataba de molestar a Shaoran después de cada cita: que si era tarde, que si la camisa tenía el cuello desabotonado, que si sus labios probaban que habían estado besándose... Mil y una razones para incomodarlo.

“Sí”, Tomoyo se rió al recordar las quejas de Touya.

“¿Y eso que tiene que ver?”

“Touya y yo nos quedamos solos y...”

“¿Te hizo algo mi hermano?”, cuestionó levantándose de la cama y parándose delante de su amiga.

“No, por supuesto que no...”, hizo una larga pausa. “Bueno... puede que sí...”

“¿Qué?, ¿Qué te hizo? Lo voy a...” Sakura ya había tomado el picaporte para ir en busca de Touya y darle una paliza.

“¡Cálmate!”, exclamó Tomoyo. “Tu hermano fue todo un caballero: hizo la cena, hablamos tranquilamente, vimos un par de películas, y...”, calló después de enumerar todo lo que hicieron esa noche.

“¿Y?”

Sakura quería saber qué había pasado después. Si pasar la noche con Touya le había provocado ese estado a su amiga, no sabía lo que podría ocurrir si los volvía a dejar solos.

“Touya no hizo exactamente nada... pero...”

“¿Qué?”

“Esa noche...” Tomoyo tomó aire, y lo siguiente que dijo, simplemente lo dejo fluir de su boca: “Esa noche me di cuenta que me estaba enamorando de tu hermano”. Tomoyo miró a Sakura. Tras un minuto de silencio, desvió la vista y colocó las manos sobre su cara, y lloró con más fuerza.

Sakura estaba alucinando. Poco a poco, una sonrisa se formó en sus labios.

“¿Quieres decir que...?”

“¿Que estoy locamente y perdidamente enamorada de tu hermano? Pues sí. Desde hace dos años no puedo pensar en otra cosa que no sea él...”

“Tomoyo, eso es...”

“¿Inaceptable, inadecuado?... ¿Inesperado?”

“¡Perfecto!”

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Tomoyo y Sakura bajaron las escaleras hasta llegar al comedor. Las dos iban radiantes, vestidas para triunfar, pensaba Sakura.

Después de la charla que habían mantenido, a Sakura no había quién le borrara la sonrisa de la cara. Había exigido a Tomoyo que le explicara cada detalle sobre sus sentimientos hacia su hermano.

“Y lo peor son las noches... porque me las paso soñando con él”, había dicho una Tomoyo muy ruborizada. Sakura ya había empezado a imaginarse como serían los hijos de Tomoyo si tuvieran a Touya como padre.

‘Seguro que serían guapísimos, inteligentes... y testarudos. Hay que reconocer que son tal para cual’

Lo que más le gustó a Sakura fue la cara que se le quedó a Touya cuando las vio aparecer por la puerta...

“¡Nos vamos!”, dijo Sakura

“¿Ya?”, preguntó Fujitaka. Él también se había fijado en la cara de Touya, pero tenía la sensación que no se debía, precisamente, a que Tomoyo estuviera radiante... Touya parecía inquieto.

“Si”, contestó Sakura

“¿Dónde vais a ir?”, preguntó su hermano, que había apartado la vista de las dos chicas y se había sentado en el sofá.

“Pues no lo sé... ¿dónde vamos, Tomoyo?”

“Es una sorpresa”, dijo Tomoyo con voz cantarina.

“Oh, venga... dímelo”, suplicaba la novia.

“No”, fue su respuesta.

“¿Pero habrá chicos, no?”, Sakura dijo riéndose. Todos, sobre todo Touya, la miraron sorprendidos.

“¿Para qué quieres saber si habrá chicos si te casas pasado mañana?”, preguntó Touya.

“Oh, no son para mí, si es eso lo que te preocupa, hermanito. A mi no me interesan, yo ya tengo a mi hombre. Pero Tomoyo, aquí presente, necesita encontrarse un novio” dijo Sakura.

“¡Sakura!”, gritó Tomoyo. Fue la única que no se dio cuenta de la mirada de Touya.

“Bueno... a no ser que haya alguien que ya te haga tilín, Tomoyo...”, rió Sakura. “Adiós”

Sakura cogió a Tomoyo por el brazo y la sacó de la casa. Los dos hombres las miraban pasmados desde el salón.

A Touya le preocupaba otra cosa...

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Fujitaka se dio cuenta enseguida de lo que su hija trataba de hacer. Sakura había descubierto que había ‘algo’ entre su hermano y su amiga. Seguramente la misma Tomoyo se lo habría confesado, ya que dudaba que Sakura fuera capaz de haberlo descubierto por sí sola.

Fujitaka no reprimió la sonrisa que se le escapaba.

‘Una posible cómplice’

Se volvió hacia su hijo y, mientras esperaban que un coche los viniera a buscar para ir a la despedida de Shaoran, Fujitaka entabló una conversación con su hijo mayor.

“Vaya... Tu hermana parece que ya se ha dado cuenta”, inició su charla de la misma manera que su mente había formado sus anteriores reflexiones.

“¿De qué?”

“Que Tomoyo es una mujer, como ya sabrás... y que no ha tenido ninguna cita. Que yo sepa, nunca ha tenido un novio... y sus posibles pretendientes han sido siempre rechazados después de un primer encuentro... o eso es lo que Sonomi dice siempre.”

“No lo ha tenido.”

“Ya va siendo hora, entonces”

“Claro”, dijo Touya, apesumbrado.

“¿Sabes? El hombre que la enamore y esté dispuesto a pasar el resto de su vida con ella, haciéndola feliz... será muy afortunado. ¿No crees... Touya?” Fujitaka remarcó notablemente ese ‘¿No crees... Touya?’

Touya se giró para ver a su padre, quien cogió su chaqueta del colgador y se la puso sobre su camisa veraniega.

“Llegaremos tarde, hijo”

Y por enésima vez, imágenes de Tomoyo se pasearon por la mente de Touya...

...Touya acercó sus labios a los de ella, uniéndolos con infinita ternura...

Y la que más le atormentaba fue ver a la chica entrar en el salón, con ese vestido negro que le llegaba a los pies...

...porque Tomoyo se había puesto el vestido que había llevado en su graduación.



Notas de le autora: Un capítulo más bien cortito, pero igual de intenso, ¿no creen? Aviso que el próximo capítulo no será muy extenso.
¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado, ya que ha sido escrito con mucho cariño.
Pues Tomoyo se ha confesado... es la hora de la confesión de Touya, ¿Se lo dirá a alguien?. ¿A quién?
¿Qué pasará en las fiestas de despedida? Desmadres, borracheras y mucha pasión...
Espero ansiosa vuestros comentarios,
Mery