divendres, de juliol 28, 2006

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap8

INESPERADO... Y PERFECTO (20.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 8: ¿Tenéis tiempo?

La puerta de la habitación 601 se cerró con un suave ‘click’. Las dos figuras que habían entrado estaban entregadas a sus impulsos, a sus deseos... a su placer.

Sus cuerpos acoplados se apoyaron en la puerta de roble, totalmente enredados. Sus besos cálidos aumentaron su fiereza, sus lenguas entrelazándose, sus labios hinchándose por la incansable fricción...

Las manos de Touya descubrían el inocente cuerpo de Tomoyo, acariciando la piel que nunca antes había sido tocada.

Los tirantes del vestido abandonaron los hombros de la muchacha, su busto cuidadosamente desabrigado de la tela que lo había cubierto, las curvas de su fina cintura desvestidas por sus dulces manos, las interminables piernas que tantas noches lo habían desvelado, sus pies se deshacían de los icómodos zapatos...

La chaqueta de Touya cayó al suelo olvidada, junto a la corbata, seguida por la blanca camisa, que había terminado con los botones desperdigados por el suelo. El cinturón fue nerviosamente desabrochado por las inexpertas manos de Tomoyo, deslizándolo lentamente hasta sacarlo de sus caderas, abandonándolo en el montón de ropa que se acumulaba a su alrededor. Los pantalones se escurrieron hasta sus pies descalzos, pues los zapatos habían sido arrojados a un lado.

En ropa interior, las figuras se amoldaron de nuevo, esta vez sintiendo directamente el sudor y el calor de sus cuerpos.

Una de las manos masculinas se colocó en su espalda, recorriéndola suavemente hasta llegar a su trasero, rozándolo ligeramente... provocando que Tomoyo gimiera de placer. Las manos de ella no se quedaban atrás, explorando su torso, desprovisto de vello, suave y fuerte bajo sus palmas. Esparcía besos aquí y allí, besos tímidos, que apenas tocaban su piel.

Touya se deshizo del sujetador que cubría sus pechos... deliciosos, turgentes y excitados. Los pezones duros le pedían toda su atención. Los labios de Touya se acercaron a los botones oscurecidos, exhalando lentamente para humedecerlos, haciendo que Tomoyo se derritiera por el placer.

La mano de Tomoyo agarró la nuca de su amante fuertemente, aproximándolo a su pecho, tocándolo al fin. El roce de sus labios contra el sensible pezón estremeció a la muchacha, embriagada por el aroma que emitían sus cuerpos.

Después de venerar ambos pechos con gran efusión, Touya elevó a Tomoyo en sus brazos, llevándola a su cama, donde la amaría toda la noche sin pausa.

Una vez sobre la cama, recostados el uno al lado del otro, paseó sus manos hasta las caderas de la joven, tirando del borde de sus braguitas, bajándolas suavemente por sus cremosas piernas, hasta dejarla completamente desnuda.

Colocándose encima de ella, subió hasta llegar a su rostro para besarla salvajemente, cortándole la respiración, algo a lo que Tomoyo no terminaba de acostumbrarse, no quería acostumbrarse... porque deseaba sentir esa emoción una y otra vez.

Y sabía que Touya se lo entregaría sin dudar.

Salpicó su cuello de besos, mordiscos y lametones, sintiendo el irregular pulso de la muchacha. Se dirigió hasta el valle entre sus pechos, saboreando su sudor... Lamió los pezones que había desatendido durante sus exploraciones, y luego sopló sobre ellos, endureciéndolos aún más, tarea que parecía imposible.

Su boca siguió con su recorrido, aprendiendo poco a poco los escondrijos que provocaban los gemidos de aquella flamante mujer que lo volvía loco... Cuando llegó hasta el rincón más oculto de su cuerpo, Touya inspiró, oliendo la fragancia que procedía de su interior... El aroma lo atormentaba... ¡Cuánto deseaba poseerla y hacerla toda suya!

Una mano se enredó por el pelo que cubría el escondite. Uno de sus dedos se introdujo entre los labios que lo guarecía, rozando suavemente el humedecido bulto que allí encontró. Sus continuas atenciones hacían que Tomoyo moviera su cuerpo descontroladamente, sus caderas elevándose, empujando para que sus dedos se perdieran en las profundidades de su ser.

El dedo que la transportaba a lugares desconocidos para ella se convirtió en dos. El dolor que había sentido al ser invadida por sus dedos había sido sustituido por el más placentero escalofrío, erizando cada milímetro de su piel, nublando su mente.

Percibió como la tensión se acumulaba en su bajovientre, y pronto sintió como ésta se desparramaba por todo su cuerpo, el calor envolviéndola irremediablemente... emitiendo un enérgico gimoteo de satisfacción.

Touya se alegró de haber provocado tales sensaciones en su mujer y, colocando su cuerpo entre sus piernas abiertas, la colmó de amor.

El aterciopelado y cálido interior de Tomoyo le estrechaba íntimamente, sus paredes reteniéndole en el fondo de su esencia, impidiéndole que se separara de ella. Lentamente comenzó a moverse dentro de ella, notando como sus piernas se apoderaban de sus caderas, aproximándolo más a su cuerpo.

Tomoyo lo miraba, sus ojos borrachos de gozo por ser uno solo. Sus labios entreabiertos le invitaban a unirse a ella, y así lo hizo. Sus lenguas seguían el ritmo de sus embestidas, sus respiraciones sincronizadas. Los movimientos de vaivén se volvieron más rápidos y profundos, vigorosos.

Los brazos de Tomoyo envolvieron el torso de su amante, acercando sus pechos, haciendo que estos rozaran al ritmo de su amor. La espalda de Tomoyo se arqueó peligrosamente, a la vez que las paredes que rodeaban a Touya convulsionaron incontrolablemente...

Sólo sus gemidos se oían en esa habitación...

...y esos mismos gemidos recibieron el nuevo día.

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La luz del sol se colaba traviesa entre las cortinas que cubrían las ventanas de la habitación.

Dos personas dormían al fin, sus respiraciones calmadas tras una noche de extenuante actividad, acompasadas al latir de sus corazones.

Así fue como Touya despertó. Sus brazos rodeaban a Tomoyo, que seguía totalmente desnuda, el pelo de la muchacha dificultando su visión. Sin poderlo evitar, su cuerpo reaccionó a la cercanía de la mujer.

Tomoyo despertó al sentir la erección de Touya contra su trasero. Una sonrisilla se instaló en sus labios y, repentinamente, empujó su espalda contra el pecho de Touya, rozándolo con sus nalgas.

Un sollozo provino de Touya, que medio dormido, se inclinó sobre la espalda de Tomoyo, y se introdujo en su interior con un suave movimiento. Ambos empezaron a moverse impetuosamente.

Las manos de Touya manoseaban y pellizcaban los pechos de Tomoyo, mientras que ella hacía lo mismo con el trasero del joven. Touya abandonó sus pezones erguidos y guió sus dedos hasta el clítoris de Tomoyo, acariciándolo furiosamente.

Los dos amantes sintieron como el placer los bañaba bajo el mar de sábanas, las oleadas de satisfacción golpeándolos inevitablemente, sus respiraciones ahogadas y sus cuerpos mojados por el sudor.

Agitados tras su unión, Touya se apartó de Tomoyo, y, dándole la vuelta a su relajado cuerpo, la recargó en su pecho. Ella paseaba sus pequeñas manos por el fornido pecho, y se irguió para mirarlo a los ojos. Lo besó lentamente, y separándose, dijo:

“Buenos días, Touya”

“Buenos días a ti también, Tomoyo”

Touya no podía remediarlo, necesitaba besar esos labios de nuevo. El beso se volvió complicado, sus lenguas revolviéndose extrínsecamente.

Si eso no era el paraíso, Touya sabía al menos que se encontraba en el cielo.

“Te amo”, susurraron al unísono, antes de volverse a dormir.

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No habían pasado ni dos horas que Touya volvía a despertarse, con Tomoyo aún en sus brazos.

‘No me voy a cansar de esto’, pensaba alegre.

Decidió que era hora de abandonar la calidez de la cama, y de la hermosa joven, y que debería arreglarse. En un par de horas debían dejar las habitaciones, así que tenía poco tiempo y muchas cosas que hacer.

Prefirió que Tomoyo siguiera durmiendo, pues creía que necesitaría el descanso. Al fin y al cabo, no podía olvidar que, hasta esa noche, Tomoyo no había hecho el amor antes. Tampoco él había mantenido relaciones sexuales anteriormente, pero él no había sentido dolor en ningún momento, sino todo lo contrario. Tomoyo sí que lo tuvo, aunque Touya había hecho lo que pudo para evitarlo.

Cuando Touya había mirado en las orbes violáceas en el momento de conectar con ella, había visto dolor, pero más fuerte había sido la sensación de paz que había visto en ellas, lo correcto que se sentía estar en su interior...

Levantándose del colchón, se fue al baño a darse una ducha. El calor del agua hizo que sus músculos revivieran y recuperaran su fuerza habitual. Había acercado sus brazos para coger la botella de jabón...

...pero un par de manos pícaras le interrumpieron...

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Mientras se secaba su larga cabellera, Tomoyo recordaba lo que había ocurrido la noche anterior. Y, por supuesto, lo que había tenido lugar unos minutos antes.

¡Qué bien se estaba entre los brazos de Touya!

Y no dejaría que ninguna otra se los quedara.

¡Y qué bien se estaba con Touya entre sus piernas!

Los cuerpos moviéndose incontrolablemente.

Las manos tocando, acariciando, masajeando, apretando, arañando, paseando...

Y sus bocas lamiendo, saboreando, rozando, succionando, probando...

Pensaba en cómo habían abandonado el salón después de besarse delante de todo el mundo. En ningún momento consideró las consecuencias que sus actos podían acarrearle, y tampoco le importaban ahora.

Sus sueños se habían cumplido.

‘Y de qué manera’

Touya y ella estaban enamorados, y Tomoyo no iba a consentir que nada se interpusiera en su felicidad. Esa resolución fue recibida de buen grado... y haría todo lo posible porque se cumpliera.

Al fin había podido disfrutar con Touya...

FLASHBACK

El cantante de la orquesta había interrumpido su apasionado beso. El sonido estridente que había resonado por todo el comedor los sobresaltó, haciendo que sus bocas se separaran sin que ellos quisieran.

Habían estado en su propio mundo durante unos pocos minutos, y así hubieran querido seguir.

“Es hora de que la novia lance el ramo. Por favor, que todas las mujeres solteras mayores de edad se dirijan al centro del escenario.”, informó el cantante.

Tomoyo lo maldijo por lo bajo.

Touya miró a Tomoyo, y sonriendo, le dijo.

“Ve, Tomoyo, te esperaré aquí mismo”, y la ayudó a levantarse, cosa difícil ya que sus piernas parecían estar hechas de gelatina. Con un último beso, Tomoyo se separó de Touya y se colocó en el centro de la pista.

Sakura había subido al escenario con su ramo de flores en la mano. Había visto a su hermano y a su mejor amiga besándose frenéticamente, y antes de que alguien los viera, avisó al cantante, que acababa de terminar su canción, de que iba a tirar el ramo.

Mirando al frente, Sakura añadió:

“Buena suerte, chicas”

Se dio la vuelta, y tiró el ramo a sus espaldas...

... para caer en manos de Tomoyo.

Lo que nadie había visto era que Sakura había activado la carta Viento para que el ramo lo recibiera Tomoyo.

“Felicidades, Tommy. Tú serás la próxima en casarse.” Sakura bajo del escenario y se acercó a su amiga, que la miraba fijamente. Sakura la abrazó fuertemente y la besó en la mejilla “Y dime... ¿quién será el novio?”, interrogó Sakura en una voz tan alta que todo el mundo había escuchado su pregunta.

Sakura rió y le clavó la mirada a su hermano, que miraba la escena divertido.

‘Si ella me acepta... yo seré el novio’

Shaoran apareció detrás de su esposa y le informó que un coche los esperaba para irse al aeropuerto, donde cogerían un avión hasta Tailandia, donde disfrutarían de su luna de miel.

Todo el mundo los despidió con besos y aplausos. Se subieron al coche, y se marcharon.

Touya abrazó a Tomoyo por la espalda, y le murmuró al oído:

“¿Nos escapamos?”

Tomoyo no contestó. Simplemente cogió la mano de Touya con la que ella tenía libre y se lo llevó de la sala hasta los ascensores, donde empezaron a besarse sin mesura.

FIN DEL FLASHBACK

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El desayuno aquella mañana estuvo lleno de risas, anécdotas, bromas y, sobre todo, de cuchicheos.

De esa forma se había encontrado Tomoyo a todos los invitados que habían pasado la noche en el hotel. Los saludó a todos cuando entró al restaurante, sentándose junto a su madre, que charlaba animadamente con las hermanas solteras de Shaoran. Tomoyo se incorporó a la conversación, ya que estaban comentando algunos de los vestidos de las invitadas más ilustres a la ceremonia.

“¿Y visteis el conjunto amarillo que llevaba la esposa del señor Kimagata?”, preguntó Shiefa.

“No le sentaba muy bien a su color de piel... Un amarillo más pálido le hubiera sentado mucho mejor”, interpuso Tomoyo.

“¿Y el chal de la señor Hayima? No conjuntaba con su vestido...”, añadió Feimei, que terminó la frase y no tardó en llenarse la boca con un trozo de tarta de chocolate.

“Y trae mala suerte llevar perlas en una boda...”, dijo Shiefa.

“Sólo si las lleva la novia”, corrigió Sonomi.

“Y los zapatos de tacón de aguja de la señorita Geijan eran horrendos... Bueno, todo su vestuario...”, las tres mujeres dieron la razón a Feimei, que ya se acababa de tragar un trozo de pastel de queso.

“La que iba preciosa era Sakura, sin duda alguna...”, dijo Sonomi, mirando a su hija.

“Tomoyo, eres una gran diseñadora de vestidos de novia... ¿No te gustaría dedicarte a ello? Tienes un gran gusto, y la planificación de la boda de Sakura la has llevado toda tú: desde las invitaciones hasta las flores, pasando por cada uno de los trajes que han llevado los participantes en la ceremonia...”, le dijo Shiefa.

“Ya lo había pensado antes, pero por ahora quiero centrarme en la moda infantil y joven... más adelante querría probar en el mundo de los vestidos de novia... Seguro que sería muy excitante...”, confesó.

“¿Has pensado alguna vez en cómo sería tu vestido de novia, cielo?”, preguntó su madre, que sorbía su copa con zumo de melocotón recién hecho. “Estoy segura de que sería tu diseño más preciado...”

“Pues... si te soy sincera...”, dijo tímidamente “ya lo tengo dibujado. Lo he estado variando los últimos años, acorde con las nuevas tendencias, pero sin dejar de ser un vestido sencillo y... bueno, precioso.”

“Oh... Serás una novia perfecta, Tomoyo”, suspiró Feimei.

Tomoyo respondió con una sonrisa, y continuó tomando su merecido desayuno. Después de horas y horas de pasión, el cuerpo necesitaba alimento, y estaba más que dispuesta a dárselo.

Sonomi, Shiefa y Feimei miraban a Tomoyo comer, sorprendidas por la gran cantidad de comida que estaba ingiriendo. Aún así, las tres sospechaban la razón de su hambre, puesto que Sonomi sabía a ciencia cierta que su hija no había dormido en la habitación que compartían. Su cama no había sido deshecha, y no había ni rastro de que la joven hubiera estado en toda la noche.

Además, lo primero que la madre había hecho al entrar en el restaurante, había sido preguntar a la familia de los Li si habían visto a su hija.

La única que le contestó fue Fuutie, que le había informado de que la última vez que había visto a Tomoyo había sido la noche anterior, con Touya, al que se agarraba posesivamente mientras iban corriendo hasta el ascensor.

“Y lo único que pude llegar a ver fue a esos dos besándose como dos famélicos”, había dicho la hermana de Shaoran. “No tenía ni idea de que estaban juntos...”

Y cuando su hija había llegado a la habitación, Sonomi la había regañado por tenerla tan preocupada. Ni siquiera la había mirado, ya que la mujer estaba de espaldas arreglándose en su cuarto, después de haber vuelto del restaurante para buscar su bolso, pues se lo había dejado.

Al girarse, vio a Tomoyo vestida con el traje de dama de honor, su pelo mojado y sin peinar, y sus zapatos de tacón en la mano. Una sonrisa hacía su camino por los labios de la joven, que no pudo contener una carcajada al entrar en la habitación. Sin más preámbulos, Tomoyo desembuchó:

FLASHBACK

“He pasado la noche en la habitación de Touya, mamá”

“¿Durmiendo?”, se interesó su madre, que miraba a su hija asombrada por el rumbo que seguía la conversación.

“No precisamente”, dijo Tomoyo.

“¿Te has acostado con él?”

“Sí”, contestó sin dudar, pero con suavidad. A Sonomi le encantaba la actitud de su hija: directa y sincera, sin ser tosca.

“¿Touya te ha... tratado bien?”

“Como una reina”, dijo con una débil sonrisa.

Sonomi se alegró de oír eso. Ya sabía que Touya no haría nada más que hacer que su hija gozara, sin provocar que Tomoyo se sintiera incómoda o avergonzada por mantener relaciones sexuales por primera vez.

“Y más de una vez...”, dijo besando la mejilla de su madre, para después irse a su habitación. “Voy a... cambiarme. ¿Te adelantas al restaurante?”

“Claro...”

Tomoyo ya cerraba la puerta de su habitación cuando su madre le dijo:

“¿Quieres que guarde un sitio para Touya también?”, preguntó divertida.

FIN DEL FLASHBACK

Entonces, Sonomi vio a Touya entrar al salón acompañado de su padre. Los dos se dirigieron hasta la mesa que ocupaban las cuatro mujeres, sentándose en las dos sillas vacías, Touya a la derecha de Tomoyo, su padre al otro lado.

Las tres mujeres miraban a la pareja de reojo, pensando que los dos se veían muy bien juntos. Ignoraban por completo que los dos se rozaban las manos bajo la mesa, o que Touya acariciaba su muslo siempre que podía.

Fujitaka, no obstante, podía ver los intercambios perfectamente. Su hijo no podía ser más descarado, recordando el comentario que Sonomi había hecho la tarde anterior mientras bailaban.

“¿Qué creéis que deben estar haciendo Sakura y Shaoran en estos momentos?”, preguntó Feimei, que miraba por la ventana que había cerca de la mesa.

Touya se tensó visiblemente, pero la mano de Tomoyo lo relajó. Entre dientes, y sacudiendo la cabeza para borrar las imágenes de su cabeza, dijo:

“Sólo espero que no tengamos un bebé en nueve meses...”

“¿Tan malo sería eso?”, preguntó Tomoyo, mirándolo fijamente.

Touya no creía que fuera malo en absoluto, y estaba seguro que pronto nacería un hijo... Sus visiones le decían que llegaría un nuevo miembro a la familia en poco tiempo.

Había visto una mujer sentada en una cama, con un bebé en los brazos, dándole de mamar.

‘Pero no pude verle la cara a la mujer...’

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Touya y Tomoyo se habían sentado juntos en la limusina, sus respectivos padres hablando sin parar delante de ellos, haciéndoles el menor caso.

A ninguno de los dos les molestaba su falta de atención, pues los jóvenes estaban inmersos el uno en el otro.

La mano de Touya envolvía la de Tomoyo delicadamente, su pulgar haciendo círculos en la suave piel. Los dedos de Touya quisieron enredarse con los de Tomoyo...

Las caricias estaban adormeciendo a Tomoyo, así que ésta apoyó su cabeza en el hombro de Touya, recostándose cómodamente en su acogedor cuerpo. Los brazos de Touya la envolvieron por la espalda...

Y Tomoyo se durmió.

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Los dos estaban solos en la sala de estar de la mansión Daidouji. Sus padres habían decidido ir a comer todos juntos. Sonomi, por supuesto, había sugerido quedarse a comer en casa, ya que después de tanto ajetreo, no tenían ganas de estar rodeados de gente en un restaurante del pueblo o tener que hacer la comida ellos mismos. De esa forma, la servidumbre de la mansión prepararía algo para comer, y disfrutarían de privacidad.

Touya y Tomoyo se habían quedado solos, pues sus padres habían ido a la cocina para hablar con las criadas. Sentados en el enorme sofá que daba al ventanal con vistas al jardín, Touya tenía sus brazos sobre los hombros de Tomoyo, el torso de la muchacha completamente recostado sobre su pecho. Sus manos recorrían el pelo de Tomoyo, desenredándolo con delicadeza, pues sabía que Tomoyo no había tenido tiempo suficiente para secárselo tras su ducha juntos.

El sentimiento de plenitud que experimentaba en esos instantes, con Tomoyo en sus brazos...

No... Esa emoción la sentía desde la noche anterior...

Desde el momento en que le había dicho que la amaba.

El momento en que su vida había tomado sentido.

“Cásate conmigo, Tomoyo”

No era una súplica, no era una orden...

Era una petición de su corazón.

Tomoyo alzó su rostro, mirando los brillantes ojos marrones de Touya, que la hipnotizaban sin remedio.

Una sonrisa...

“Sí... sí, Touya”

No necesitaba decir nada más.

Touya la besó, sin prisas, disfrutando de los labios su prometida.

Prometida...’

La posición no era confortable, así que, para poder llegar a los labios de Touya con más facilidad, Tomoyo se levantó del sofá para sentarse a horcajadas sobre las rodillas de Touya.

Sus lenguas se entrelazaban incansables, jugando con las puntas, saboreando profundamente, recorriendo el paladar, causando cosquillas...

No oyeron la puerta abrirse y a Sonomi exhalar un grito de sorpresa.

“Mmm...”, suspiraba Tomoyo, sus manos agarrando mechones del pelo de Touya.

“Tomoyo... Touya...”

Fujitaka no paraba de pronunciar los nombres de ambos alternativamente, esperando que uno de ellos lo oyera.

Impaciente, finalmente gritó:

“¡Chicos!”

Eso los sobresaltó, pero no cambiaron de posición. Touya mantuvo sus manos en la cintura de Tomoyo, y, sin separarse ni un milímetro de su hermoso rostro, Touya preguntó:

“¿Tenéis tiempo?”

“¿Para qué?”, preguntó Sonomi.

“Para preparar una boda”, contestó riendo, abrazando a Tomoyo con fuerza.

Ésta le mira pasmada, y Touya, acariciando su mejilla, declaró:

“Así todo estará listo para casarnos cuando mi hermana vuelva en dos semanas”

La chica sonrió, y sin importarle la presencia de sus padres, se echó encima de Touya, besándolo hasta acabar con su aliento.


Notas de le autora:
¿Y qué os ha parecido?
Me gustaría que comentarais sobre las escenas lemon. No es la primera vez que describo una, pero siempre trato de hacerlas de la manera más sutil posible. Insisto: criticad mi trabajo. Si algo os gusta, decidlo. Si algo no os gusta, decidlo también. Si algo se puede mejorar, decidlo.
Estoy abierta a vuestras críticas...
¿Sorprendidos por la proposición de Touya? No puedo hacerlos esperar mucho... Muchos os estaréis diciendo: ¿por qué demonios los casa tan rápido?
La respuesta es sencilla: porque es así como lo había planeado.
La historia ya estaba organizada de esta manera desde la primera palabra del prólogo... Por petición de una lectora, he hecho algún cambio. Pero no ha variado tanto.
¡SÓLO QUEDAN DOS CAPÍTULOS!

Muchos de vosotros habéis pedido que, por favor, escriba otra historia, con esta pareja, por supuesto. Pues bien, os pediría que me hicierais alguna propuesta para la trama de dicha historia... Tengo una pensada... pero me parece algo previsible. Pero si queréis que lo intente... lo haré. Aunque tardaría en subirla. Me voy de vacaciones en una semana...
Así que ya tenéis cosas que decirme en vuestros REVIEW, REVIEW, REVIEW.
Mery