dilluns, de juliol 17, 2006

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap2

INESPERADO... Y PERFECTO (14.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 2: Una noche de fiesta

A las seis y media de la tarde, todos se reunieron en casa de los Kinomoto. Shaoran les había avisado que una limusinas de la familia Li les irían a buscar para dirigirse al restaurante donde cenarían esa noche.

Allí les esperaría Yelan Li, madre de Shaoran, junto a sus cuatro hijas, dos de ella con sus esposos, y su sobrina, Meiling. Además, les acompañarían algunos de los amigos de la pareja, entre ellos Yukito, Eriol y Nakuru.

Fujitaka esperaba pacientemente a las muchachas sentado en su sillón favorito cerca del gran ventanal, leyendo uno de sus libros sobre arqueología. Touya estaba de pie, detrás de él, justamente mirando por aquella ventana. No sabía la razón, pero se hallaba extrañamente nervioso. Sentía una extraña sensación en el pecho, como si le quisiera advertir que algo importante ocurriría esa noche.

El joven había perdido sus poderes muchos años atrás, pero eso no impedía que, de tanto en tanto, tuviera algunas corazonadas, las cuales, de alguna manera u otra, siempre terminaban cumpliéndose. Quizá ya no poseía la habilidad que le permitía comunicarse con el espíritu de su madre, y no por ello dejaba de percibir presencias a su alrededor, sucesos inexplicables o, los más frecuentes, acontecimientos relacionados con su familia, sobretodo sobre la evolución de la relación que tenía su hermana con Shaoran.

Cuando Sakura acababa de hacer trece años, Touya volvió a ‘percibir’. Aquellas primeras visiones, después de tanto tiempo sin tenerlas, eran borrosas. No podía descifrar el significado que había en ellas.

Hacía poco más de tres meses que Shaoran se había marchado a Hong Kong con su familia, cuando, una noche, sintió la presencia del chino en el país. Sabía que eso era imposible. El ‘mocoso’ estaría en su gran mansión, preocupado con su magia y las obligaciones del clan... y pensando en Sakura.

Unas semanas después, Shaoran estaba en Japón, sólo por unos días, siete como mucho. Y Shaoran, un domingo por la mañana, cogió un avión de regreso a su hogar. Touya creyó poder respirar tranquilo, pero una noche volvió a sentirlo.

Dos días más tarde, Sakura recibía una llamada telefónica. Era su novio, para desgracia de su hermano. Al colgar, una eufórica chica de pelo castaño botaba por toda la casa, con los brazos alzados al aire y haciendo gestos de victoria. Shaoran acababa de decirle que volvía a Tomoeda...

“Para quedarse... aquí, conmigo” Sakura lloraba y reía a la vez.

Las lágrimas brotaban de sus ojos esmeraldas, y Touya no pudo contener una sonrisa. Menos mal que Sakura no la vio, ocupada con sus saltos.

‘Maldito niño chino...’ bufaba en su mente.

No recibió ninguna otra imagen hasta dos años después. Con veintiún años a punto de cumplir, Touya tuvo un sueño de lo más... ¿interesante?

El Touya del sueño estaba sentado en las escaleras que daban al campo de fútbol de la Secundaria Tomoeda. De pronto, el cielo se oscureció. Todo a su alrededor desapareció. Ante él, donde supuestamente debería estar el centro del campo, dos figuras aladas aparecieron. Una de ellas estaba envuelta de una bruma blanca, el mismo blanco de la nieve. La otra, en cambio, la rodeaba un aura de color púrpura, sus alas como las de una mariposa. Los dos seres se miraban directamente a los ojos, sus manos fuertemente apretadas. Sus rostros se iban acercando lentamente... sus bocas se unieron.

Al despertar, lo primero que hizo Touya fue intentar olvidar esa escena. En su interior, lo que había ocurrido no podía ser otra cosa más que una broma pesada.

Tres semanas y cuatro días más tarde, Touya obtuvo respuesta a ese sueño. Y, por mucho que quisiera buscar otra explicación, no la encontraba.

‘Al menos me he sacado a Nakuru de encima’, se decía Touya muy animado. La perspectiva de no tener que soportar los arrebatos de la guardiana era simplemente deliciosa.

‘Yukito no sabe dónde se ha metido’

Y otros dos años más pasaron antes de que otra visión se instalara en su mente. Vio a su hermana, vestida de blanco, caminando del brazo de su padre, dirigiéndose al altar... Shaoran esperándola.

No habían pasado ni diez días cuando Sakura anunció que Shaoran le había propuesto matrimonio, mostrando orgullosa su hermoso anillo de pedida... Lo único que sintió al escuchar a su hermana fue una tremenda, aunque fastidiosa, felicidad.

Y esperando en el salón, Touya recordaba lo que había visto la noche anterior en el parque...

...colocó una mano en la mejilla de Tomoyo, acariciándola. Su otra mano se perdió en su cintura y, lentamente, Touya acercó sus labios a los de ella, uniéndolos con infinita ternura. Tomoyo soltó sus zapatos y levantó los brazos...

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Sakura y Tomoyo se habían encontrado con Fujitaka y Touya en esa misma posición cuando hicieron su entrada al comedor. Sonomi iba detrás de ellas, pues apenas había llegado del aeropuerto, y había decidido cambiarse en la habitación de los invitados.

Sonomi vestía con un traje pantalón de color crema, una camisa blanca y unos zapatos de tacón a juego. Su pelo seguía corto, ya que la mujer siempre se quejaba de que no le sobraba el tiempo para dedicarse a cuidar una cabellera larga y sedosa.

‘Así tardo menos en ducharme... y aun menos en peinarme’, siempre decía cuando Sakura le preguntaba por qué no se dejaba el pelo largo.

Tomoyo optó por un vestido azul en palabra de honor, sin mangas, que dejaba al descubierto sus elegantes hombros. La falda le llegaba un poco más arriba de las rodillas. Llevaba el pelo delicadamente recogido en un moño que realzaba su esbelto cuello. Complementaban el conjunto unos zapatos de tacón, también azules, y unos pequeños pendientes de brillantes. Tomoyo no solía ponerse joyas, sólo lo hacía en ocasiones especiales.

Sakura se había decidido por un vestido de tirantes verde, también corto, que hacía juego con sus ojos. El pelo lo llevaba suelto sobre sus hombros. Ella tampoco llevaba muchas joyas, pero esa noche su anillo de prometida brillaba más que nunca.

Los dos hombres dejaron lo que estaban haciendo para recibirlas. Justo en ese instante, el timbre sonó. Sakura fue a abrir la puerta. Shaoran los esperaba fuera con dos limusinas.

Salieron todos de la casa. Shaoran les avisó que deberían dividirse entre los dos coches. Fue la voz de Fujitaka la que informó de cómo lo harían: Shaoran, Sakura, Sonomi y él irían en la primera, algo más grande. Tomoyo y Touya irían al restaurante con la segunda.

Por la mente del profesor, un pensamiento floreció:

‘Es hora que mi hijo encuentre la felicidad, y quien mejor que Tomoyo para esa tarea. Sólo hay que darles un empujoncito... y el destino se encargará de unirlos’

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El viaje en el coche fue terriblemente incómodo para ambos. Ninguno de los dos había hecho el mínimo esfuerzo para entablar una conversación.

Tomoyo seguía maldiciéndose por haber mostrado sus encantos a Touya de una manera tan descarada.

‘Aunque no lo hice a propósito’, se decía continuamente.

Touya miraba por la ventana. Su meditación enfocada en la mujer que tenía a su lado, en la visión que había tenido... en sus sentimientos.

Touya aun recordaba el día en que se dio cuenta que lo que sentía por Tomoyo era más que cariño. Había quedado con Yukito y Nakuru, que sorprendentemente llevaban ya dos años juntos, para cenar en un nuevo restaurante que unos antiguos compañeros del instituto habían abierto recientemente. Iban por el segundo plato cuando Touya oyó la angelical voz de Tomoyo a sus espaldas. Se dio la vuelta para comprobar que no eran imaginaciones suyas, y allí la vio. Acompañada de un joven de pelo rubio, ojos azules y una cartera rebosante de dinero.

Viéndola con ese chiquillo, Touya sintió un ardor en su pecho. Parecía como si un gran abismo se hubiera formado entre su garganta y su estómago; un abismo oscuro y profundo que había sustituido a su corazón.

Dos horas más tarde, ya en su casa, Touya estaba sentado en su cama, reproduciendo sin parar esa imagen.

‘Maldita la hora en que tuve que enamorarme de ese ángel’

Ese pensamiento le sobresaltó.

Amor.

Un concepto desconocido para él. Hasta aquella noche.

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El restaurante escogido para el evento era lujoso, pero no dejaba de ser acogedor. En la entrada, el maitre les dio la bienvenida y los llevó hasta el salón donde tendría lugar la recepción. Por lo que vieron, ellos habían sido los últimos en llegar.

Todos los invitados se encontraban allí, charlando animadamente. Tomoyo se fijó que todos estaban ya sentados en sus respectivos lugares, esperando a que los homenajeados y sus acompañantes arribaran eventualmente.

En el fondo del salón estaba ya dispuesta la mesa, que se dividía en tres partes: una principal de la que dos brazos se unían en los extremos. En el brazo derecho estaban las hermanas de Shaoran, sus esposos y Meiling, quien se sentaba al lado de Eriol, Yamazaki y Chiharu. En el otro brazo habían dos asientos vacíos, Yukito y Nakuru, que en esos momentos estaban ocupados en ellos mismos, Rika y Naoko. En el brazo principal una solitaria Yelan Li estaba aguardando cerca del centro de la mesa. Kero y Spinel, mientras, estaban haciendo de las suyas debajo del mantel.

“Al fin habéis llegado” dijo una sonriente Meiling, que se levantó de su silla, interrumpiendo la conversación que mantenía con Eriol. Se abalanzó encima de su primo, quien la recibió con un pesado ‘mph’, pero no tardó en abrazarla con la misma intensidad.

Cuando se separaron, Meiling se abrazó fuertemente a Sakura. Se podía oír cómo ambas mujeres intercambiaban comentarios, y Tomoyo juró haber visto un par de lágrima asomarse en los ojos de la joven china. Sakura la besó en la mejilla y se alejó de ella para ir junto a Shaoran, que ya estaba con su madre.

Yukito y Nakuru se levantaron para saludar a la pareja y a Fujitaka. Después se acercaron a ella y a Touya, ya que ambos estaban absortos mirando la escena que se desarrollaba delante de ellos.

“Touya, amigo, qué galante te veo esta noche”, declaró Yukito, que llevaba a Nakuru enlazada en su brazo, como una enredadera.

“Gracias, Yuki. El traje lo escogió Tomoyo, así que es a ella a quien deberías felicitar”, repuso Touya, dirigiendo una mirada a la susodicha, que repentinamente se vio sumida en un terrible sonrojo.

Nakuru observaba la escena con mucho interés. Ella nunca había visto a Touya expresarse de esa forma, tan sincera y seria a su vez.

‘Así que es ella...’

Nakuru sabía que había una chica rondando por el corazón de Touya, pero en ningún momento imaginó que pudiera tratarse de Tomoyo. Esa era una de las razones por la que decidió olvidarse del moreno. A pesar de llevar años detrás de él, Touya no había cedido ni un centímetro ante sus avances. Se le unía el hecho de que Eriol les había comunicado a ella y a Spinel que volverían a Inglaterra.

En Londres, Nakuru retomó sus obligaciones, las cuales habían sido dejadas de lado durante su estancia en el extranjero. Los meses pasaron lentos, pero se hicieron más livianos cuando empezó a recibir cartas de un querido compañero.

Al ser descubierta la verdadera identidad de Eriol, también la suya fue revelada. Pensó en primera instancia que ahora Touya sí le exigiría que le dejara en paz, pero su sorpresa fue cuando tanto Yukito como él se mostraron más amistosos hacia ella. Pero de allí no pasaron las cosas. La única relación que mejoró fue la que mantenía con Yukito, puesto que ambos eran dos seres semejantes, y únicos. Su amistad se fue estrechando durante los días previos a su partida, y poco después de llegar al lugar que había llamado hogar antes de ir a Japón, recibió una corta pero intensa misiva de su amigo.

La comunicación entre ambos fue continua durante casi un año y medio, hasta que Eriol les informó que regresarían al país nipón, debido a que, en breve, un acontecimiento muy importante se daría lugar en Tomoeda.

Lo que Nakuru no sabía en aquel entonces era que el ‘importante acontecimiento’ se trataba del curso de su idilio con Yukito.

‘Eriol, siempre tan misterioso’ había pensado Nakuru como unas mil veces cuando lo descubrió.

Libre de su ensimismamiento con Touya, Nakuru abandonó sus fantasías para vivir algo más real. Y qué más real que el amor de un hombre tan cariñoso, comprensivo y amable como Yukito. Y aunque ella nunca lo diría en voz alta, había hallado en él lo que cualquier mujer querría: un hombre desinhibido y aventurero en la cama que le hacía derretirse con sólo una mirada.

Y lo que jamás diría tampoco sería cómo su relación con él empezó.

‘Aún me pongo como loca cuando veo esos pastelillos de chocolate que tanto le gustan a Yukito... y, desde esa tarde ¡a mí también!’

Porque en una tarde lluviosa había dado comienzo su amor... durante la hora de la merienda.

FLASHBACK

“Me alegra tanto volver a verte, Nakuru. La verdad es que te he echado mucho de menos”, dijo Yukito.

Los dos iban paseando por el parque, buscando un lugar en la hierba para sentarse y tomar la merienda que él había preparado. Yukito le había dicho que sus pasteles de chocolate no tenían nada que ver con los de la pastelería...

“Pero al menos han sido horneados con mucho amor”

A Nakuru se le escapó una sonrisa, a la que Yukito respondió de la misma manera. De pronto, la guardiana sintió la mano de él rozándole la suya.

“Nakuru, ¿te parece bien si nos sentamos aquí?”, dijo Yukito señalando un árbol que hubiera dado mucha sombra si ese día el sol hubiese salido de su escondite. “Así podremos ver la puesta de sol”

“¿Has visto hoy el sol?”, preguntó sorprendida.

Yukito se la quedó mirando extrañado, hasta que entendió la razón de su insólita pregunta.

“Oh, bueno”, rió a carcajadas. “Supongo que ya me habrás entendido.”

Yukito se sentó en la hierba, y le extendió una mano a Nakuru para guiarla dónde quería que ella se sentara. La encaminó a su derecha e hizo que se acomodara, sus cuerpos totalmente acoplados.

Él sacó los pasteles de la bolsa y desenvolvió uno. Lo partió por la mitad, y una de las mitades se la entregó a la muchacha. Ella le dio un pequeño mordisco mientras se fijaba en la mirada que Yukito le lanzaba. No pudo evitar emitir un leve gemido, corroborando de esa manera la delicia que era el pastel.

Yukito le sonrió tímidamente.

“Por lo que veo, te ha gustado”

“Sí”, dijo Nakuru en voz muy baja. “Sabe a gloria. Su textura es muy suave, y tiene un sabor no muy dulce, pero que perdura...”, suspiró. “Nunca... nunca había creído... que un pastelito de chocolate pudiera resultar tan... tan... placentero”

“Sé de algo más placentero”

“¿En serio ? ¿Y de qué se trata?”

“Se llaman besos de chocolate”

“Vaya, ¿y cómo se hacen?”, preguntó Nakuru muy interesada, acercando su rostro al de Yukito.

Nakuru consiguió la receta, y añadió algo de su propia cosecha.

Aquella noche, Nakuru y Yukito hornearon pastelitos de chocolate... tres veces.

FIN DEL FLASHBACK

Para Nakuru, el amor podía ser así de inesperado.

Y había comprobado que era perfecto.

Sólo faltaba que Touya también lo encontrara. Y Tomoyo sabría darle el amor que él necesitaba.

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La cena pasó lentamente, si alguien más la hubiera vivido desde el cuerpo de Touya.

‘¿Por qué siempre acaba sentándose a mi lado, tan cerca de mí?’

Su comentario, por supuesto, estaba relacionado con el ángel que Touya tenía sentado a su derecha. No sabía cómo, pero entre Fujitaka y Sonomi se había dado un acuerdo silencioso de que ambos iban a sentarse juntos durante la cena. Así que, tanto Touya como Tomoyo, tuvieron que cambiarse de sitio.

Y fue así como Touya terminó arrinconado con Tomoyo, sin nadie más a su lado. Y fue así como los roces y las miradas volvieron a darse entre ellos. Y así fue como las continuas disculpas regresaron de nuevo.

Y así fue como Fujitaka presenció, por segunda vez ese día, la incomodidad, los roces y las miradas entre los jóvenes.

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Aquella noche también se había planeado un simulacro de baile. La música empezó a sonar, y las parejas salieron a la pista para mover el esqueleto.

Sakura y Shaoran, por supuesto, abrieron el baile. Ambos tenían sus brazos alrededor del otro, y no dejaban de mirarse. Fujitaka invitó a Yelan a danzar un poco, para que, momentos después, la matriarca abandonara disculpándose por su torpeza. Yelan Li podía tener muchas cualidades, pero el baile nunca fue, era o sería una de ellas. Fujitaka la acompañó a su silla, y fue en busca de una pareja más apta.

Nakuru y Yukito bailaban pegados, sin un espacio entre sus cuerpos, y Eriol y Meiling habían decidido probar de bailar juntos, y por lo que parecía, habían encontrado su ritmo. Yamazaki y Chiharu intentaban bailar, ya que la joven no paraba de regañar al pobre muchacho porque no paraba de comentar sobre el origen del vals o del cha cha chá. Rika y Naoko miraban detenidamente, ninguna de ellas muy convencida de poder terminar una canción sin haber destruido los pies de su pareja.

Touya seguía sentado en su silla, mirando a las parejas bailar. Su entretenimiento fue interrumpido por Tomoyo, que había vuelto del tocador. Se sentó a su lado, y dejó el minúsculo bolso sobre la mesa.

‘¿Para qué tanto bolso, si no cabe nada?’

Desde su posición, Touya podía observar el elegante perfil de su cara. Su frente amplia, sus ojos oscuros, su nariz respingona, sus mejillas sonrosadas y sus labios rojos como la sangre, labios que tanto deseaba besar. Su mirada estudió su barbilla y su cuello, hasta que llegó a su escote. Iba a seguir con su recorrido cuando apartó la mirada rápidamente. Avergonzado por su osadía, decidió volver a mirar su faz, y vio como sus ojos violáceos le observaban. Un nudo se le formó en la garganta.

‘Ya es la segunda vez que me descubre hoy’

“Quie...”, carraspeó. “¿Te apetece bailar?”

“Me encantaría”

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“Me encantaría”, había dicho Sonomi cuando Fujitaka la invitó a bailar. Él cogió la mano que la mujer le ofreció y, de un salto, la llevó a la pista.

Fujitaka había bailado ya con la señora Li y había intentado que Naoko y Rika se incorporaran a la fiesta, pero su propósito fue inútil. Se dirigió entonces hacia Sonomi, que miraba entusiasmada a las parejas bailando. Fujitaka sabía que el baile era una de sus pasiones escondidas, como le había confesado tiempo atrás a una recepción a la que ambos habían asistido juntos. Habían dado vueltas sin parar al son de la suave música durante horas.

Fujitaka aún no podía progreso que había experimentado respecto a su relación con Sonomi. Pocos años antes, si la hubiera invitado a bailar, Sonomi habría querido estrangularlo. Ahora, Sonomi aceptaba su proposición sin duda alguna. Ambos habían tenido que hacer algunas concesiones, por el bien de sus hijas. Además, los dos se sentían solos y necesitaban compañía. Por supuesto que tenían a sus hijos, pero ellos buscaban una compañía más madura y con más experiencia, con la que poder compartir sus problemas de adultos sin tener que inmiscuir a sus respectivas familias en ellos.

Y gravitaron el uno hacia el otro, de forma natural. Primero una cena con los hijos en casa de uno. A la semana siguiente, en casa del otro. Festivales y representaciones teatrales. Competiciones deportivas y reuniones del colegio.

Más adelante, fueron cenas entre amigos, visitas al despacho del profesor después de un viaje agotador, una comida en un restaurante italiano, una película clásica que proyectaban en Tokio...

Y su amistad creció lenta, pero sólidamente.

Ahora confiaban sus secretos, comentaban sus trabajos, discutían sobre negocios, hablaban sobre el futuro de sus familias...

Pero Fujitaka había estado ocultándole algo. Y era hora de hacérselo saber.

Inspeccionó la sala en busca de las dos personas que, en esos instantes, ocupaban la mente de Fujitaka. Cuando las encontró bailando, se colocó de manera que su pareja de baile también pudiera verlas.

“Sonomi, creo que hay algo sobre lo que deberíamos discutir seriamente”

“Fujitaka, ¿hay algo que te preocupe?”, le preguntó intrigada.

“No es que me preocupe... bueno, me preocupa tu reacción cuando te lo cuente. No sé cómo te lo vas a tomar, y por eso quiero que, antes de decirte yo nada, mires a tu derecha. Mira atentamente a tu hija.”

Sonomi giró un poco su cabeza buscando a Tomoyo. Y la encontró bailando en los brazos de Touya. No vio nada de singular en su hija. Miró a Fujitaka de nuevo, quien le instó para que observara detenidamente. Volvió a girarse...

Y entonces lo vio.

Los ojos de Tomoyo destellaban de emoción. De amor.

Y estaba mirando a Touya.

“Espero que lo comprendas, Sonomi”

“Y yo espero que tu hijo se dé cuenta de lo que, literalmente, tiene debajo de sus narices, porque te aseguro que, si mi hija sufre, te vas a quedar sin primogénito.”

“Bien, ¿sabes lo que vamos a hacer a partir de ahora, Sonomi?”

“¡Claro que sí!”

Fujitaka la miró incrédulo.

“Vamos a hacer todo lo posible para que nuestros hijos acaben juntos, Taka”

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La fiesta ya estaba a punto de después de horas de diversión. Algunos de los invitados comenzaron a abandonar al restaurante a medida que se acercaba la madrugada.

Tomoyo, aún en los brazos de un callado Touya, los veía marchar. Primero fueron Naoko, Rika, Chiharu y Yamazaki. Los cuatro habían venido juntos en coche, y marcharían de la misma forma. Al día siguiente, jueves, tenían algunas responsabilidades que atender, pero las chicas advirtieron que no iban a perderse la despedida de soltera de Sakura por nada del mundo.

“Yo tampoco quiero perderme la despedida de Shaoran. Eriol me ha contado que ha contratado a una chica para hacer un striptease...”, pero Yamazaki no pudo terminar su frase, ya que Chiharu lo había agarrado del brazo y se lo llevaba a rastras hacia el coche.

La sorpresa se la llevó cuando Eriol y Meiling se marcharon juntos, llevándose con ellos a Kero y a Spinel, cansados después de haber comido tanto.

Yukito y Nakuru habían dejado la fiesta poco después. Se podía notar cierta tensión entre ellos...

‘Seguro que tienen cosas más interesantes que hacer además de bailar... otro bailecito más movido les espera en casa’, pensaba Tomoyo. ¡Cuánto le hubiera gustado estar en el lugar de Nakuru esa noche! Pero en mi caso no sería Yukito el que me haría gemir y suspirar de placer... sino Touya.

Tomoyo cerró los ojos y se apoyó en el hombro de Touya. Él la abrazó con más fuerza, acercándola a su cuerpo, haciendo que cada centímetro estuviera pegado.

‘Si no puedo tenerle a él, al menos podré recordar lo que se siente estando en sus brazos... aunque vestida’

De pronto, la voz de Sonomi la sacó de sus cavilaciones.

“Cariño, Fujitaka y yo nos vamos con Sakura y Shaoran en la limusina. Te veré en casa.” Le dio un beso a su hija. Después se giró hacia Touya e, inesperadamente, también lo besó. “Touya, ¿verdad que serás un cielo y escoltarás a Tomoyo?”

Aturdido por la inexplicable demostración de afecto, Touya exhaló un leve ‘Por supuesto, Sonomi’ y vio como la madre de su compañera de baile se marchaba del brazo de Fujitaka.

Tomoyo también seguía a la figura de su madre, pensando en qué endemoniado plan estaría su madre implicada.

“¿Quieres que nos vayamos ya, Tomoyo?”

“Preferiría quedarme un poco más... se está bien aquí, bailando contigo.”

Touya le ofreció su mano y retomaron sus pasos.

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Habían bailado unos veinte minutos cuando la música dejó de sonar. Tanto Touya como Tomoyo lo recibieron como una señal de que ya era tarde y era hora de irse a casa.

Salieron del restaurante y se subieron a la limusina que les esperaba en el aparcamiento. Se sentaron cerca, no queriendo que la noche terminara.

Media hora después, Touya abría la puerta y esperó a que Tomoyo saliera del coche. Una vez fuera, Touya avisó al conductor que volvería en unos momentos. El joven la cogió de la mano y la acompañó hasta la entrada principal de la mansión Daidouji.

“Me lo he pasado muy bien esta noche, Touya. Y gracias por acompañarme. Mi madre te lo agradecerá profundamente”, dijo Tomoyo. Abrió el minúsculo bolso y de dentro sacó las llaves.

“Ha sido un placer. Yo también he disfrutado de la velada... sobretodo del baile”

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de la joven.

“Te mueves muy bien” le contestó.

“No practicaba desde hacía mucho tiempo”

“No me lo ha parecido”

“Eso es porque he estado puliendo algunos de mis movimientos... Sakura me pidió que bailara al menos una canción el día de su boda y no podía negarme”, confesó avergonzado.

“Es un gesto precioso”

“Al menos te he pisado los pies”

“No, no lo has hecho...”, se rió Tomoyo. “De lo contrario, te hubiera maldecido por destrozarme los zapatos.” Se burló.

Cuando las risas se apagaron, Tomoyo alzó su rostro para ver el de Touya, iluminado por la luna. Nunca antes lo había visto tan atractivo...

Tomoyo vio que su rostro se acercaba al de ella, y sin pensarselo, se acercó lentamente. Sus ojos no se apartaban de los de Toya, mirando en sus profundidades, viendo cuánta emoción desprendía.

Cuando sus alientos ya se confundían, Touya movió un poco su cabeza y sus labios se encontraron con su mejilla.

Tomoyo no pudo evitar que la decepción le recorriera el cuerpo.

Se separó de él y entró en la casa. Escuchó sus pasos alejarse y el coche arrancó, perdiéndose por la ciudad.

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Tomoyo sintió como su respiración recuperaba su ritmo después de haberse acelerado tanto.

‘¿Por qué no puedo olvidarme de él? ¿Por qué mi corazón no deja de decirme que me arriesgue? ¿Por qué soy tan cobarde?’

Tomoyo esataba apoyada en la puerta, golpeándose la cabeza en la madera, cupabilizándose por su falta de atrevimiento...

‘Si sólo pudiera ser más sincera conmigo misma y reconocer que lo amo...’

Pero, no. Tomoyo no quería que su enamoramiento con Touya pudiera poner en peligro su relación con Sakura.

‘Debería hablar primero con ella... ‘

FLASHBACK

“Mi hermano necesita encontrar una mujer de una vez por todas. Me está poniendo de los nervios, y voy a terminar matándolo si no deja de entrometerse en mi vida” gritaba Sakura, muy enojada.

Touya las había acompañado a las primeras pruebas del vestido.

‘Necesitamos una opinión masculina’

Aunque Touya no había servido de mucha ayuda. No dejaba de quejarse que tenía cosas más importantes que hacer en lugar de elegir un vestido de novia. Pero la gota que colmó el vaso fue cuando la dependienta del salón entró en la habitación informando de que tenía un bonito camisón de color perla de su talla, y que podría utilizarlo para sorprender a su marido en la noche de bodas.

Touya no aguantó más y exclamó que si de él dependiera, su hermana no tendría ninguna noche de bodas... jamás.

La pobre mujer salió corriendo, llorando.

“Como si Shaoran y yo no supiéramos lo que va a ocurrir esa noche”, exclamó Sakura.

A Tomoyo ese comentario la trastornó.

“¿Quieres decir que ya sabes lo que va pasar?”

Sakura miró a su amiga. Suspiró pesadamente y, con una tímida sonrisa, dijo:

“¿Cómo piensas que Shaoran y yo celebramos el compromiso, Tomoyo?”

Tomoyo abrió la boca de par en par y soltó una carcajada.

“Sólo ten cuidado que Touya no te oiga”

“Sólo espero a que sea su turno para casarse, así yo también podré ser una hermana fastidiosa”

“Aún queda mucho para eso”, dijo Tomoyo, que había perdido su sonrisa, recordando la conversación que había tenido con Touya unas semanas antes.

“Y yo tengo la sensación de que Touya encontrará pronto a la chica adecuada... pero sólo si se fijara más en lo que le rodea”

El tono de su voz decía que el tema quedaba zanjado.

Por una vez, Tomoyo deseó que Sakura no fuera tan misteriosa.

FIN DEL FLASHBACK

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Sonomi se apartó de la ventana cuando escuchó cómo Tomoyo cerraba la puerta.

‘Es hora de actuar’


Notas de le autora:
Lo que me ha costado terminar este capítulo. Me quedé en blanco durante la escena del restaurante, sin saber cómo empezarla. Así que adelanté un poco de la historia del tercer capítulo.
Deseo fervientemente que la historia os esté gustando, y quiero agradeceros los comentarios que algunos de vosotros me habéis enviado. Me han encantado vuestros mensajes de ánimo, y me los he tomado muy a pecho, ya que era algo que realmente necesitaba en estos momentos.
¿Os ha sorprendido Sonomi? A mí, esta mujer me encanta. Puede ser muy exigente, como se ha visto en el manga o en la serie, pero quería darle un poco más de humanidad, al fin y al cabo, busca la felicidad de su hija. Y sabe dónde está, aunque haya tardado en descubrirlo.
Por lo que se refiere a otras relaciones sentimentales, Yukito y Nakuru estaba planeado desde el principio, aunque sólo fuera para que Touya no tuviera ningún tipo de conflicto. Aunque debo añadir que creo que los dos hacen buena pareja. Los opuestos se atraen, o eso es lo que se dice.
Eriol y Meiling, bueno, recibí un review que me preguntaba por esta pareja, y aunque se me había pasado por la cabeza, en un principio no iba a hacerlo. Aún no sé si terminarán juntos (¿?) o sí sólo serán buenos amigos. Y aviso que Fujitaka y Sonomi son amigos, no pareja. Eso provocaría algunas cuestiones que no quiero que aparezcan en esta historia.
Pues bien, creo que ya está lo que quería decir. El próximo capítulo está en marcha. La verdad, en ningún momento había creído que los capítulos me saldrían tan largos. Es que comienzo a escribir y pienso: ‘Este capítulo me va a quedar corto’ cuando voy por la tercera página... y termino con catorce. No tengo mesura, lo sé. Para este capítulo tenía sólo UNA hoja de borrador. ¡Imaginad lo que podría pasar en el capítulo próximo, para el que tengo cinco! Aunque dudo que los siguientes sean tan largos.
Espero ansiosa vuestros comentarios,
Mery