dimarts, de juliol 18, 2006

INESPERADO... Y PERFECTO. Cap4

INESPERADO... Y PERFECTO (18.7.06)

Disclaimer: Card Captor Sakura pertenece a Clamp.

Capítulo 4: Despedidas de solteros

El lugar escogido para la despedida de los chicos era un restaurante en las afueras de la ciudad que ofrecía salas para celebrar reuniones y fiestas que, además, tenía karaoke.

Fujitaka estaba sentado cómodamente en una de las sillas que había alrededor de la enorme mesa, observando al resto de los invitados comer, hablar, reír y, simplemente, divertirse.

Shaoran los había ido a buscar en un coche particular, acompañado de su mejor amigo, Eriol Hiragizawa. Por lo que sabía, el inglés había vuelto al país hacía unos años para instalarse definitivamente en Japón. Los negocios familiares, como siempre repetía el joven, ‘cuánto más lejos, mejor’. Sabía que debía dedicarse a ellos, pero podía hacerlo a distancia. ‘La tecnología es la fiel amiga de la humanidad... lo que puede llegar a hacer una minúscula maquinita’, les había dicho durante el viaje en el coche. ‘Además, Shaoran, he descubierto que tu prima puede ser muy...’

‘¡Ni se te ocurra seguir con esa frase!’, había advertido Shaoran.

Ya en el salón, la cena transcurrió sin percances. Sólo le había preocupado el comportamiento retraído que Touya mostraba esa noche. No intercambiaba apenas palabras con ninguno de los chicos, se encantaba mirando el espacio que había ante él o se distraía mirando el paisaje por las grandes ventanas de la sala. Touya no se había separado del vaso en toda la noche.

Fujitaka lo miraba intranquilo, sabiendo que algo preocupaba enormemente a su hijo. Conocía la causa de su estado, y en lugar de sentirse alarmado, se alegraba de ello.

Repentinamente, las luces del salón se apagaron. Una música muy sensual empezó a sonar y las puertas que daban al jardín interior se abrieron de par en par. Una muchacha, que debía tener unos veinticinco años, entró casi desnuda. Sólo un uniforme de camarera muy cortito cubría su cuerpo...

El padre de Sakura miró a su futuro yerno, que estaba sentado en la cabecera de la mesa observando a la chica.

“Se trata de una broma, ¿cierto?”, preguntó angustiado.

Fujitaka se rió del pobre chino. El joven era muy tímido y tenía problemas expresando sus sentimientos abiertamente, algo que sí conseguía cuando estaba con Sakura.

“Hijo, todo hombre tiene que recibir una despedida de soltero como es debido”, le dijo gentilmente, palmeando su espalda.

La jovencita se acercó al homenajeado y comenzó a bailar al son de la música, acercando el cuerpo de Shaoran al suyo, rozándolo ligeramente. Se iba desvistiendo lentamente, arrojando las prendas a los demás invitados, que vitoreaban la exquisita representación. Cuando la bailarina ya estaba en ropa interior, la canción terminó, y Shaoran recibió un beso en la mejilla. Le dio las gracias por su baile y se separó de ella, dejando que otros chicos pudieran disfrutar de las vistas.

Fujitaka recordaba su despedida de soltero. Había sido tan privada, que sólo habían asistido él y Nadeshiko. A causa de la mala relación que mantenía en ese entonces con la familia de su mujer, habían decidido celebrarlo en la intimidad. Si lo pensaba con detenimiento, sabía que no le habría agradado festejarlo de otra manera.

Apartando la vista de la exótica bailarina, todos sus pensamientos se volcaron en su hijo, que no se había interesado por los movimientos de cadera de la joven, que ahora estaba sentada en el regazo de un animado Yamazaki.

‘Esa Tomoyo lo tiene realmente prendido’

La idea de que Touya pudiera estar enamorado de Tomoyo había surgido meses antes, cuando Tomoyo se había quedado una vez más a dormir con ellos. Touya había pedido ayuda con la cena, y Tomoyo se la había prestado. Se les veía tan cómodos juntos que no pudo evitar pensar en la buena pareja que formaban. Siempre habían sido cordiales con el otro, pero desde hacía bastante tiempo que Fujitaka se había dado cuenta del cariño que crecía entre ellos... un cariño que se convirtió en amor.

Fujitaka conocía perfectamente lo que se sentía cuando se estaba enamorado. El amor era una emoción que entendía, puesto que lo había vivido junto a su esposa, un sentimiento que nunca se había marchitado.

Descubrió también las clases de amor que existían. Sabía lo que era amar a un padre, a un amigo, a un compañero... a sus hijos. Este último lo vivía al completo: qué difícil era entregarse a una persona sin reservas, dejar que desentrañara tu alma y que dependiera de ti.

El amor a un hijo era, según él, el más sacrificado. Uno dedicaba su vida a otra persona, que no dejaba de ser una parte de ti. Tenía que educarle para que aprendiera, proporcionarle alimento y cobijo, enseñarle valores y aclarar que siempre estaría allí para lo que necesitara.

Podía ser un amor muy sacrificado, pero lo que recibía a cambio... era demasiado valioso para perdérselo.

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Fujitaka se levantó de su silla y caminó hacia el lugar donde estaba su hijo, jugando con los cubitos de hielo que se deshacían en su vaso mientras miraba la noche estrellada.

“¿Te lo estás pasando bien, hijo?”

“Por supuesto... ¿y tú?”, preguntó Touya, mostrando el poco interés que tenía en las actividades que se estaban dando en la sala.

Fujitaka suspiró. Su hijo estaba realmente angustiado.

“¿Qué te ocurre?”

Touya alzó la vista de su copa, y miró a su padre a los ojos.

“¿Por qué crees que algo me ocurre?”

“Porque te has pasado la noche apartado de los demás, bebiendo sin parar...”

“Ya sabes que este tipo de celebraciones no es de mi agrado...”, interrumpió el joven.

“Lo sé, pero es la despedida de soltero de tu futuro cuñado y deberías mostrar
un poco de consideración.”

“Al menos he asistido a la fiesta... ¿no crees que ya he hecho suficiente?”, dijo Touya con vehemencia, sin chillar.

“Estás borracho, Touya... será mejor que dejes de beber”

“Me apetece beber”

“A tu hermana no le gustará verte así mañana...”, le advirtió su padre.

“Mañana no es la boda. No tienes de qué preocuparte... No voy a tambalearme por el pasillo... mañana no es la ceremonia...”, repitió, tropezándose con sus propias palabras.

“Tomoyo también se preocupará mucho”

Touya dejó de quejarse y desvió la vista a su vaso, los cubitos ya deshechos por el calor.

“Me parece que hay algo que te preocupa, Touya...”, declaró Fujitaka con voz suave. Fujitaka sabía que la muchacha era lo que Touya había tenido en mente toda la noche. Y haría que su hijo confesara.

‘Está borracho... así que será fácil sonsacárselo’

“Y si no me equivoco...”, Fujitaka se acercó más a su hijo, ladeando la cabeza y colocando su mano en el hombro. “...Tomoyo tiene mucho que ver”

Touya bebió de un sorbo todo el contenido del vaso, dejándolo en el alféizar de la ventana un momento después. Se limpió las manos en sus pantalones, y después las puso en los bolsillos.

“Creo que me estoy enamorando de ella...”, confesó.

“¿De Tomoyo?”

“Sí...”

“La pregunta que debería hacerte entonces es... ¿Por qué eso te tiene tan afectado?”

Touya sacó las manos de los bolsillos, colocándolas en su cintura.

“¿Cómo?”, se mofó Touya. “¿Cómo puedes preguntarme algo así, papá? Por supuesto que estoy afectado... Estoy enamorado de la mejor amiga de mi hermana... que, por cierto, es siete años más joven que yo, es indudablemente inteligente... y es la mujer más bella que he visto en mi vida.”

“¿Y eso es un problema?”

“¡Sí! Dame una explicación razonable por la que una mujer como Tomoyo podría enamorarse de mí.”

Fujitaka se compadeció de las inseguridades de su hijo, las mismas que él había sentido cuando conoció a Nadeshiko.

“Tomoyo se enamoraría de ti... por las mismas razones por las que tu madre se enamoró de mí.”

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La despedida de soltera de Sakura había empezado por el striptease directamente. Las chicas estaban tan desesperadas por ver a un chico al desnudo que no habían podido esperar ni un minuto más. El uniforme de bombero había terminado, prácticamente, hecho pedazos. El pobre muchacho se había quedado sin el casco, ya que una Nakuru muy animada se lo había agenciado: ‘A ver si puedo convencer a Yukito que se ponga el casco... sólo el casco’, había añadido meneando sus cejas. Tras este comentario, las chicas habían empezado a rugir histéricas.

Tomoyo se había encargado de abonar los desperfectos a la agencia, disculpándose efusivamente por el descarado e inusual comportamiento de sus amigas.

Y la bebida empezó a correr. Litros y litros de alcohol fueron consumidos en pocas horas, entre risas, juegos y apuestas.

Hasta que, irremediablemente, llegó la hora de marcharse. Algunas de las invitadas trabajaban al día siguiente o, en el caso de Sakura y de Tomoyo, tenían una sesión en un salón de belleza y debían instalarse en el hotel en que se celebraría la recepción de la boda.

Sólo quedaban una Sakura muy borracha que aún llevaba el velo que le habían puesto en la cabeza y una Tomoyo que se había mantenido sobria toda la velada.

Mientras Tomoyo recogía, Sakura estaba sentada en el suelo mirando a su amiga. Su mente embriagada había conseguido retener algunas de las cosas que habían ocurrido en esa fiesta, aunque no podía evitar que sus memorias se vieran borrosas.

Y una de sus memorias era sobre Tomoyo, sentada a su lado tomando una piña colada, sin siquiera fijarse en el torso sudoroso del chico guapo que se había quedado en calzoncillos, bailando y moviendo su musculoso cuerpo por toda la sala.

“Has estado muy callada esta noche, Tommy...” decía Sakura, ladeando su cabeza de un lado al otro, intentando serenarse... provocando exactamente lo contrario.

“Sólo... pensaba” le contestó Tomoyo, algo molesta por el nombre con el que Sakura se había dirigido a ella.

“¡En mi hermano!”, se rió la joven borracha, alzando sus brazos al aire. “Touya y Tomoyo, besándose...” cantaba.

“¡Cállate!”, le gritó a Sakura.

“¿Por qué? Estás enamorada de mi hermano... Mi mejor amiga y mi hermano... es increíble...”, suspiró. “Oh, Tomoyo... No sabes lo mucho que me gustaría verte con mi hermano... ¿Sabes qué?”, Sakura hizo una pausa, que supuestamente debía resultar intrigante, pero que para Tomoyo parecía que la chica iba a vomitar. “Yo...”, empezó, señalándose a sí misma con ambas manos “Yo creo... que mi querido... hermanito... está... colado... por... tus... huesos”, dijo despacio, remarcando cada una de sus palabras.

“A mí también me gustaría verme con tu hermano, Sakura”, dijo Tomoyo recargándose en una de las mesas, mirando a su amiga. Sakura se levantó del suelo y se colocó delante de Tomoyo.

“Creo que deberíamos celebrarlo”, dijo Sakura. Cogió una de las botellas medio llenas que había encima de la mesa y vació dos copas dentro de otra. Vertió el líquido espumoso en las copas y le dio una a Tomoyo.

“Ya has bebido suficiente esta noche, Sakura...”, le avisó.

“No... No es verdad...”, decía la joven mientras tomaba pequeños sorbos de su copa. “Adentro...” exclamó, y vació la copa rápidamente. Tosió un poco al tragar y le dijo a su amiga: “Ahora, tú”

“Pero...”

“Ahora, tú”, suplicó.

Tomoyo no se hizo de rogar y se bebió toda la copa. El líquido le ardía en la garganta y no pudo soportar las cosquillas, provocando que tosiera un par de veces. Cogió la copa de Sakura, y la dejó en la mesa, junto a la suya.

“Ahora, a casa”

“Oh, Tommy... Mira que eres aburrida...”

Tomoyo agarró a Sakura fuertemente y se la llevó a rastras de la habitación.

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3 a.m.

Touya había dejado la fiesta precipitadamente después de hablar con Fujitaka. Su padre siempre terminaba teniendo la razón.

Si Tomoyo se enamorara de él... sería porque su corazón no lo había podido evitar.

Al fin y al cabo, eso era lo que le había ocurrido a él. Las pequeñas cosas que hacían de Tomoyo una mujer tan especial fueron las responsables de que él se enamorara de ella.

Y no tenía ganas de que esa emoción se acabara.

Quería amarla y hacerla suya. Demostrarle su amor y lo mucho que podría hacerla disfrutar a otro nivel, más allá de la amistad. Deseaba entregarse a ella... y pertenecerle por el resto de sus vidas... juntos.

Tomoyo Kinomoto

Ese sería el nombre con el que todos la identificarían.

La esposa de Touya Kinomoto.

Y sus hijos tendrían sus ojos y su naricilla...

‘Estoy borracho’

Llevaba veinte minutos caminando hacia su casa, algo peligroso en su estado de embriaguez, pero por primera vez no quiso hacer lo correcto.

Esa noche se dejaría llevar...

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Tomoyo seguía arrastrando a Sakura por las calles, cuando al dar la vuelta a la esquina que daba a la casa Kinomoto, se topó con que Touya iba hacia el mismo lugar.

Se encontraron en la puerta que daba al jardín. Touya abrió la puerta, y ya dentro, cogió en brazos a Sakura. Le dio las llaves a Tomoyo, que abrió la puerta principal, y lo siguió hasta la habitación de Sakura para dejar su bolso.

Tomoyo miró a Touya, quien desvestía a su hermana para colocarla dentro de la cama. Le quitaba los zapatos con sumo cuidado, y la había tapado con la sábana. Metió la mano debajo de ésta, y tiró del vestido.

“No me apetece ver a mi hermana desnuda”, le dijo riendo.

Tomoyo le miró atentamente. ¡Touya estaba bebido!

“¿Qué te parece si hago café? Así nos despejaremos un poco... Seguro que para ti también ha sido una noche movida, ¿no?”

“Pues... se podría decir que sí”, Touya la miraba intensamente...

Tomoyo abandonó el cuarto de Sakura y bajó las escaleras. En el salón, se quitó los zapatos, ya que le dolían los pies. En la cocina, puso en marcha la cafetera y preparó un par de tazas. A Touya le gustaba el café con leche.

La casa estaba extrañamente vacía a esas horas...

‘¿Dónde está el señor Kinomoto?’

Un ruido a sus espaldas la sacó de sus pensamientos. Touya estaba apoyado en la jamba de la puerta, su camisa revuelta, con el cuello desabrochado, que dejaba ver un torso...

Un silbido interrumpió el estudio del maravilloso cuerpo.

“El café ya está, Touya. ¿Me esperas en el comedor?”

“Claro”

Tomoyo sirvió el café en las tazas y dejó la cocina. Touya estaba sentado en el sillón, que daba a la puerta por la que la joven había entrado. Detrás de él, por la ventana, se veían las luces de la calle. Touya no había abierto la luz, por lo que tuvo que guiarse por el resplandor de las farolas.

Le entregó la taza a Touya y se sentó en el sofá, sentándose encima de sus piernas, haciendo que Touya pudiera contemplar la cremosa piel que se perdía bajo su falda.

No dijeron nada mientras se tomaban su café. El silencio de la noche los envolvía completamente. Las únicas palabras se transmitían por sus miradas.

Tomoyo se levantó para dejar su taza en la cocina...

“¿Adónde vas?”, preguntó Touya, sorprendido.

“Voy a dejar la taza en la cocina...”

“No hace falta, Tomoyo. Ya lo haré yo.”

Tomoyo depositó la taza en la mesa, y, suavemente, añadió:

“Será mejor que me vaya... Mi madre debe de estar esperándome”

Touya se sintió decepcionado. Aquella noche apenas había visto a Tomoyo, y encima, se tenía que marchar...

“Te acompaño a la puerta.”

“No hace falta...”

“Insisto”

“Está bien...”

Lo siguiente que vio Touya lo dejó helado. Tomoyo, que, se volvía a recordar Touya, llevaba el vestido de su graduación, recogía sus zapatos negros del suelo, donde los había dejado al sacárselos. Los llevaba en la mano mientras iba hacia la puerta...

Touya, que estaba detrás de ella, levantó su brazo para abrir la puerta. Tomoyo se giró para despedirse, pero se encontró con el rostro de Touya delante del suyo...

Y, dejándose llevar, sus labios se unieron...

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Un beso. El contacto de sus labios. Rozándose.

Sólo un beso. Accidentalmente.

Si un beso de esa magnitud podía considerarse accidental.

El roce terminó, pero sus alientos seguían mezclándose. Alcohol y café. Una combinación explosiva.

La misma explosión que habían sentido un segundo antes.

Y sus rostros se acercaron de nuevo, sus labios encontrándose en el camino, uniéndose con más fuerza.

Pero no sólo sus labios. Sus bocas se abrieron ligeramente, sus lenguas enredándose tentativamente. Saboreándose...

Sus lenguas batallaban intensamente... de la misma manera que sus manos.

Sus manos recorrían cada centímetro de su piel...

Tomoyo acariciaba su nuca, como siempre había querido acariciar.

Touya exploraba sus curvas, como siempre había querido explorar.

Sus cuerpos se fusionaron en esos instantes...

...fundiéndose hasta el límite.

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Tomoyo se separó, recuperando su respiración, que tan deliciosamente había sido robada.

En ese momento, no se atrevió a mirar a Touya, que mantenía sus ojos cerrados, sus labios hinchados, su cuerpo emanando el placer que había sentido...

Pero su corazón ganó una vez más, y fijó sus ojos en los de él, ligeramente abiertos. Sin pensarlo, puso su pequeña mano en la mejilla de Touya, sin rasurar, y besó sus labios de nuevo...

‘Sólo una vez más... déjame sentir sus labios con los míos... una vez más’

Rota la conexión, Tomoyo se fue...

Dejando atrás a un confundido Touya.

Cerró la puerta, y apoyó su cabeza en la madera.

‘¿Qué he hecho?’

‘Acabas de besar a la mejor amiga de tu hermana... de quien, por cierto, estás perdidamente enamorado’

‘Y qué beso’

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En la calle, Sonomi y Fujitaka salían de las sombras.

“Nuestros hijos deberían aprender a cerrar las puertas, Taka.”

“No me llames Taka”


Notas de le autora:
Un capítulo no muy largo, pero ya os había avisado.
No me quería alargar con las fiestas, así que lo he reducido al máximo. Espero que la descripción haya sido suficiente...

‘Y qué beso’

¿Qué más puedo decir?
...
REVIEW!!!!
Mery